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Violencia en las calles

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Violencia en las calles

Fructuoso Díaz

Nos hallamos en una semana de singulares acontecimientos que vienen marcando el pulso de la actualidad política e institucional. La violencia nocturna azota las calles en algunas grandes ciudades, especialmente en Barcelona y Madrid, también en Valencia. Diez noches de alteración del orden público con graves consecuencias para bienes y seguridad de las personas. Ataques al Palau de la Música, barricadas en llamas en las calles, contenedores, coches, mobiliario urbano, cajeros incendiados, asedios a comisarías y juzgados, cortes de autovías, docenas de robos y saqueos en comercios, escaparates destrozados, ataques a policías con petardos, botellas, adoquines e instrumentos contundentes con 40 polícías heridos en Madrid y otros tantos en Barcelona. Las imágenes de policías pateados y apaleados y otros cayendo al suelo por el impacto de adoquines en el casco protector producen escalofrío por su brutalidad. Muchos de esos jóvenes son menores de edad. Dicen defender la libertad de expresión y piden que se libere al rapero Pablo Hasel, encarcelado por sentencia de la Audiencia de Lleida que, el pasado 18 de febrero, lo condenaba a dos años y medio de cárcel.

Hasel dice que se enamoró del rap <<…porque permite decir muchas cosas con rabia>>. Su nombre artístico procede de un cuento árabe cuyo personaje asesinaba a reyes. Ya fue condenado en 2014 por enaltecimiento del terrorismo. Le parece bien que en Estados Unidos se <<pueda hablar de matar a policías y al presidente y no les pase nada>>. En YouTube decía cosas así: <<¡Ojalá vuelvan los Grapo, gora ETA…!>>. En numerosos tuits ha elogiado a miembros de ETA y Grapo. Fue condenado a nueve meses de cárcel por enaltecimiento del terrorismo. Al alcalde socialista de Lleida le escribió en 2014:<<Te mereces un tiro, te apuñalaré>>, por ello fue multado con 540 euros y el juez decretó que la violencia de esas palabras no está amparada por la libertad de expresión. Otras condenas han recaído sobre Hasel por lanzar limpiacristales a un cámara de TV3, ocupar una sede del PSC, por coaccionar en juicio a un testigo a quien llamó chivato de la policía. Ahora, sus tuits ensalzando a terroristas y sus canciones contra el rey han sido el motivo último para que la Audiencia catalana determinara su ingreso en prisión. Su abogado defensor, Diego Herchhoren, ha declarado sobre Hasel:<<Es un buen amigo pero un mal cliente>>.

Estos hechos revisten especial gravedad, sobre todo por tres factores: por la violencia con que se ejecutan contra policías, sedes de instituciones, bienes públicos y privados, por la situación de miedo que generan en sectores de la población y, sobre todo, por el comportamiento de líderes con responsabilidades públicas en el gobierno del Estado y en otras instituciones.

Resulta provocador oír al ministro de Consumo, Alberto Garzón, decir en televisión que lo que está ocurriendo en las calles es porque en España hay anormalidad democrática. Leer un tuit del portavoz de Podemos en el Congreso, Pablo Echenique, produce sonrojo, pues cuando se atacaba a la policía en las calles escribe un tuit: <<Todo mi apoyo a los jóvenes antifascistas que están pidiendo justicia y libertad de expresión en las calles, ayer en Barcelona, hoy en la Puerta del Sol…>>. Ver su salida del pleno del Congreso cuando otro diputado sube a la tribuna para tomar la palabra que, pensaría Echenique no serían palabras amables para él, parece todo menos respetar la libertad de expresión en los demás. Cuando Rafael Mayoral, también diputado de Podemos que, además, ostenta el cargo de secretario de Relación con la Sociedad Civil y Movimientos Sociales, a preguntas de los informadores no condena la violencia que está desarrollándose y se marcha dejando a los periodistas con la palabra en la boca, eso no parece libertad de expresión. El propio vicepresidente del gobierno, Pablo Iglesias, que habla reiteradamente de anormalidad democrática en España, no parece que sean esas palabras disuasorias para que los manifestantes declinen su violenta actitud. En los mismos términos de anormalidad democrática se expresaba en televisión el alcalde de Valencia, Joan Ribó. Se oye menos a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. Pero, incluso estos dos últimos personajes, como alcaldes, tienen plena competencia para tratar de evitar esa violencia sin menoscabar la libertad de expresión. Es preciso recordarles que ellos, como alcaldes, son los presidentes de las Juntas Locales de Seguridad en las que están la Policía Local, Guardia Civil, Policia Nacional y Protección Civil en sus respectivos municipios y, por tanto, no solo tienen la competencia sino también la respondabilidad de evitar la violencia en sus municipios.

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