O más bien, culturizándoles un poco. Porque a estos cuervos de mal agüero que revolotean depredadores por las altas esferas del poder, así como a un nutrido grupo de “compatriotas” independentistas, en realidad les pasa como al resto de españoles: que ignoran su pasado. El catalanismo separatista le ha hecho creer a todos que cuando los romanos entraron en España en el 218 a. C., desembarcando en la colonia griega de Ampurias (Gerona) ellos ya celebraban la Diada y el resto de Iberia les robaba.
La pretensión de este artículo es contar un episodio más, como en alguna otra ocasión, de lo “separadísimos” que han estado los catalanes del resto de sus compatriotas españoles a lo largo de los siglos. Y hoy acudo a un heroico episodio que se dio en Argentina, a principios del siglo XIX, protagonizado por el Tercio de Miñones de Cataluña.
El gran Imperio español se encontraba dando sus últimas boqueadas, aunque algunas provincias de ultramar todavía resistieron hasta finales del siglo. El desgaste natural, la agobiante presión de otras potencias, los malos gobiernos afrancesados, la masonería y la invasión napoleónica de España, propiciaron que durante la centuria se fuera desintegrando lo que durante tres siglos había sido una unidad política y religiosa. Pero aún en esos duros momentos, tiempos de debacle y agotamiento de recursos todavía muchos españoles lucharon voluntariamente en defensa de ese Imperio. Y los catalanes entre ellos. En primera fila se encontraba el casi desconocido Tercio de Miñones de Cataluña.
Fue una unidad de infantería creada por milicianos voluntarios en 1806 en Argentina. Para sorpresa de Mas y Junqueras, todos eran voluntarios nacidos en Cataluña, residentes en Buenos Aires o Montevideo, a los que se agregaron hijos de catalanes y otros voluntarios. Esta formación se creó para frenar las invasiones inglesas al Virreinato del Río de la Plata. Como ven, nuestras relaciones con los ingleses nunca han sido de amor, aún cuando estemos invadidos por urbanizaciones pobladas de británicos, en busca de nuestro sol, nuestro vino y nuestra Seguridad Social. Pero ya hace siglos que su afición favorita es darnos por saco a los españoles.
El nombre de “miñones” (que quiere decir, muchachos) es equivalente al de “migueletes” (en catalán, micalets o miquelets), cuerpo éste de voluntarios que fueron reclutados en 1640 por las juntas de la Corona de Aragón y diputaciones, principalmente en Cataluña y el Reino de Valencia. Se encargaban de la defensa de poblaciones frente a ladrones y delincuentes, aunque posteriormente actuaron como refuerzo de los ejércitos regulares.
El Tercio se forjó en unas reuniones secretas de catalanes pudientes, que finalmente solicitaron de las autoridades españolas el permiso para crear la unidad militar. El elevado y variopinto número de voluntarios posibilitó la creación de un cuerpo de artillería, “Patriotas de la Unión”, y uno de infantería: “Los Miñones”. <<… Vengan, pues, los invencibles cántabros, los intrépidos catalanes, los valientes asturianos y gallegos, los temibles castellanos, andaluces y aragoneses; en una palabra, todos los que llamándose españoles se han hecho dignos de tan glorioso nombre>>.
El Tercio de Miñones catalanes prestó una compañía a las fuerzas de Pascual Ruiz Huidobro, gallego, gobernador de Montevideo, que tenía la intención de reconquistar Buenos Aires a los ingleses. Había sido costeada en parte por el catalán Miguel Antonio Vilardebó.
Los catalanes habían escrito al gobernador: <<Los individuos catalanes, deseando liberar Buenos Aires de los pérfidos ingleses… hemos determinado formar una compañía para servir de partida de guerrillas o como vulgarmente se dice, Miñones catalanes…>>. Durante encarnizados combates en la capital bonaerense capturaron el cuartel de la Rochería. Cayeron como torbellinos sobre los ingleses que custodiaban el Parque, matando a muchos, como bien han sabido matar siempre los españoles, y poniendo en fuga a otros muchos. Y hasta se permitieron el lujo de tomar prisioneros.
Después se desparramaron por las calles de la ciudad, sin parar de tirotear en toda la noche y todo el día y noche siguientes sobre las avanzadas enemigas, uniéndoseles tiradores de la ciudad, contagiados por el arrojo y valentía de los hispanos e igualmente convencidos de su causa.
Pero ya sabemos que a la larga no pudo ser. Tras aquella primera gesta española y derrota inglesa, el 20 de Enero de 1807 se produjo la batalla del Cordón, cerca de Montevideo, en la que los británicos lograron el triunfo. Los Miñones catalanes participaron en el combate con dos compañías. dejando muchos vida, familia y bienes, pero ganándose un hueco en la Historia y que sus nombres estuviesen inscritos en las pétreas baldosas de la Plaza de Cataluña. Pero no lo está y, seguramente, ya nunca lo estará. No creo que Artur Mas y Oriol Junqueras estén por la labor.
Han sido tantas las gestas protagonizadas por los catalanes, como buenos españoles, en el largo devenir de nuestra historia común que, posiblemente, sus nombres esculpidos no cabrían en toda la plaza. Ni muchísimo menos, en la mente de tanto insensato y desnortado.
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