Por Antonio García
A todos nos consta que la principal preocupación de los españoles, tras el paro y los problemas económicos, es la “clase política”. Lo cual es poco alentador, ¡qué digo!, espantoso, aterrador. Porque es algo así como si uno está gravemente enfermo, y lo que más le quita el sueño es la clase médica. Apaga y vámonos. Pero las cosas son como son, o como lo dicen las encuestas. Y esta preocupación ocupa el tercer puesto en la tenebrosa visión que el españolito tiene de su presente y su futuro. Lo que viene a significar, más o menos, que nos hemos dado cuenta de la catadura de la casta y del excesivo interés que muestran nuestros políticos en servirse ellos mismos. Aunque la vida continúa, mañana hay elecciones, y borrón y cuenta nueva. Elegiremos nuevos candidatos que nos procurarán, dentro de unos años, los mismos resultados de las encuestas anteriores. Así es la vida. Sin embargo hemos de aprovechar también lo positivo de esta situación, que lo hay a pesar de todo. Y en concreto me refiero al tremendo y fecundo manantial de inspiración que representan los políticos patrios, a la hora de divertirnos un rato a costa de sus chorradas y ocurrencias. Inagotable.
Y como mañana es día de elecciones y no quiero ni debo meterme en cuestiones programáticas e ideológicas, pues vamos a tirar por el derrotero de lo jocoso, burlesco e irrisorio salido de la factoría “Podemos”, que está en plena expansión productiva y comercial. Lo último de lo último en pret a porter.
Según el Negociado de Imagen y Recursos Varios de la industria que lidera Pablo Iglesias, si Podemos gana las elecciones generales, Manolo se va al paro. Para que lo entiendan, el carnero de la Legión, que se llama Manolo se queda sin trabajo. Vamos, que ya no desfila más luciendo el mantón con el emblema del tercio y su “chapiri” con borla.
Y es que por lo visto –aunque algunos se crean lo contrario- no van a cesar los recortes presupuestarios. ¡Ea!, si hay que eliminar un sueldo y una boca, se eliminan, sea la cabra (en este caso, carnero) o sea la mismísima Legión en pleno. Total, si ahora los soldados solo se entrenan para labores humanitarias. Para llevar leche condensada a los campamentos de refugiados tampoco hace falta un Tercio de bravos combatientes. Y menos ahora con la multiculturalidad, en que todos vamos a ser más amigos que gorrinos y nos vamos a liar a besitos con cualquier bestia armado que se ponga por delante. O, como dije en un artículo de hace algunos años, <>.
Pero puede surgir un problema incómodo que diría poco a favor de un nuevo gobierno igualitario, social, obrero, justiciero y bailarín. Yo me imagino, si las cosas se han hecho bien, que el carnero tiene contrato y está dado de alta en la Seguridad Social. Cobrando además plus de peligrosidad por trabajar donde trabaja. Porque de no ser así, se va a destapar un lío gordísimo que ni el Faisán, los Ere´s, el Gürtel o el caso Pujol. Tendríamos demanda en el Juzgado de lo Social y los titulares darían la vuelta al mundo: ¡Última hora, <>! Y así, ¿Dónde quedaría nuestra reputación internacional? ¿Cómo atraer empresas solventes con esta inseguridad laboral, que hasta el propio Gobierno se salta a la torera?
A no ser, claro, que Pablo Iglesias vea incompatibilidad en el hecho de estar él y la cabra en las instituciones al mismo tiempo, y plantear un rotundo <>. ¿Celos?, ¿envidia?, ¿temor a la competencia? Llegado el caso y si ello le impide gobernar con tranquilidad y lucidez, lo que yo propongo –y sería lo más sensato-, es prejubilar al carnero, asegurándole una pensión vitalicia y un puesto en el consejo de administración de alguna compañía eléctrica o de telefonía (que no en el Consejo de Estado, porque si no la liamos otra vez). Creo que con eso Manolo se conformaría, renunciaría a la demanda y podría comprarse una finca de lujo en Marruecos, junto al mar.
¡Ay, amigos! ¿Qué tendrá la Legión para estos nuevos y cultos iluminados? Todavía recuerdo a la ínclita ex ministra Carmen Chacón, cuando era titular de Defensa, meterse con los legionarios pretendiendo que se abrocharan dos botones más de la camisa y sustituir el peculiar “chapiri” –que lo llevan desde su fundación en 1920-, por una gorra color granate, punto de cruz. Y ahora “el coletas” va y enfila a la pobre cabra, que nunca ha votado ni se ha metido en berenjenales políticos.
Pero la cosa no queda ahí, queridos lectores. Pablito ha dicho por su boca que, si gana las elecciones, se acabó la presencia legionaria en la Semana Santa de Málaga llevando, brazo en alto y paso marcial al Cristo de la Buena Muerte, patrón de dicha fuerza militar. Que no, que esas tradiciones son antidemocráticas y perjudiciales para el ejército. Y que él ve más “avanzado” que se vayan de putas en vez de pasear la imagen de un Crucificado, que a saber usted quién es, qué representa para ellos y de donde ha salido.
Ya hizo su numerito aquel alcalde de la Coruña cuando, en 2008 retiró con premeditación, nocturnidad y alevosía la estatua dedicada a Millán Astray, fundador del Tercio de Extranjeros de la Legión, de la plaza de la ciudad que llevaba su nombre. Miedo me da pensar de lo que sería capaz el Pablo Coletas si obtiene el poder.
La revancha sería consumada.
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