Por Antonio García
Como ustedes recordarán, en el artículo anterior hablábamos de la Alianza de Civilizaciones, ese engendro político-mediático que se basa en la nada y que no sirve para nada. Excepto para una cosa: para mostrar el desnorte, la decadencia y la imbecilidad de Occidente. Hoy le toca pues, a la otra pata del monstruo, o sea, la “multiculturalidad”, según el enfoque, propósitos y finalidad que le dan a esta palabreja los sabios e iluminados majaderos que conducen este rebaño nuestro.
Como ustedes saben, multicultural es lo que viene caracterizado por diversas culturas, particularmente dentro de un mismo territorio. Es decir, perros y gatos dentro del mismo corral, llevándose tan ricamente, respetándose de manera entusiasta y cediéndose el paso de forma cautivadora. Pero hemos nombrado un término que conviene analizar antes de meternos en honduras multiculturetas: “culturas”, que para los efectos podríamos hermanar con “civilizaciones”.
¿Qué es la cultura de un pueblo, de un país o nación? Pues el conjunto de costumbres, modos de vida, conocimientos, mentalidad, visión del mundo. Es el arte, la ciencia, la industria. Son las tradiciones y sus formas de expresarlas, el folclore, las celebraciones, la religión… Es, en definitiva, todo aquello que nos constituye individual y socialmente como grupo trabado y homogéneo. Y es, qué duda cabe, lo que nos “identifica”, lo que nos da la sensación de “pertenencia”. Yo no pertenezco a la civilización china, hindú ni islámica, y por tanto, no he sido formado en su cultura. No me identifico con ellas. Y aquí está el problema, porque parece ser que alguien (con nula cultura y sentido común) nos quiere meter en la misma jaula con los que tienen, sienten y profesan una muy, pero que muy distinta “identidad” a la nuestra. Me atrevería a decir que contrapuesta, en todo lo fundamental.
Así pues, merece la pena que hagamos una reflexión.
Toda esta grosera e insultante maniobra de la Alianza de Civilizaciones y la Multiculturalidad, tiene la virtud, como ya comenté, de revelarnos la flojera de Europa, su pérdida de identidad y su incapacidad manifiesta de frenar la invasión que estamos padeciendo. Occidente y el Islam son absolutamente incompatibles. Como dice Giovanni Sartori, premio Príncipe de Asturias de Ciencias sociales y uno de los mayores expertos mundiales en ciencia política, «Estamos en manos de políticos ignorantes, que no conocen la Historia ni tienen cultura. Solo se preocupan por conservar su sillón>>. Integrar a los inmigrantes musulmanes es tarea imposible, por su falta de respeto a valores muy arraigados en la civilización europea. Por ejemplo, la tolerancia e igualdad entre el hombre y la mujer. Pero hay algo aún más básico: sus regímenes políticos y sociales son “teocracias”, o sea, que se fundamentan en la voluntad de Alá, que acapara, ordena y conduce, de manera dictatorial todos los comportamientos de la vida, sin separación Estado-Religión, y que en absoluto se asientan en la democracia, en la soberanía popular. Es imposible la integración de musulmanes en sociedades occidentales, o cualquier otra no islámicas –nunca se ha logrado- porque, como dice Sartori, <<el Islam no tiene capacidad de evolución>>.
Lo que pregona el multiculturalismo es que, en una sociedad puedan convivir sin problemas culturas diversas. Y esto, si le damos un repaso a la Historia, veremos que es imposible. Más imposible cuanto mayor fuerza “identitaria” tenga el grupo que se inserta en otra cultura mayoritaria diferente. El rechazo de unos a otros será inevitable y, demasiado frecuentemente, surgirá la violencia. Por tanto, el cacareado multiculturalismo no existe.
¿Qué debemos tender a respetarnos y a convivir todos los países del planeta? Sin duda. Ojala eso pudiera ser. Pero, creo que ustedes leerán y verán los noticiarios… Con todo, me parece que solo ha empezado a chispear, y habrá tormenta si no se le pone remedio.
Veamos ahora, con unos poquitos ejemplos, cómo aceptan en algunas partes el fraternal abrazo multicultureta, en justa reciprocidad con la política buenista e integradora de Occidente:
Musulmanes de Suiza exigen que se elimine la cruz de la bandera nacional. Musulmanes de segunda generación afirman que la bandera no representa el multiculturalismo y que une política y religión.
El gran muftí de Arabia Saudí –jurisconsulto musulmán con autoridad pública, cuyas decisiones son tomadas como leyes- ha urgido la demolición de todos los templos cristianos en la Península Arábiga y, naturalmente, prohibir la construcción de ningún centro religioso cristiano. El jeque Abdelaziz ben Abdulá ha dicho que la destrucción de las iglesias es absolutamente necesaria y “dictada por la ley islámica” –solo en España hay 2000 mezquitas reconocidas y unas 800 no legalizadas-.
Los musulmanes plantean demandar a España ante el Tribunal de Estrasburgo por la celebración de la Semana Santa. Lo consideran una “ofensa” y un “menosprecio” a la religión del profeta.
Y por supuesto, las violaciones de mujeres europeas por musulmanes son por culpa de ellas, por “descarás” y “provocativas”.
Y muchísimos más ejemplos que no caben en el artículo.
O sea, que unos señores van a su domicilio y, tras apoderarse de él le dictan a usted y a su familia cómo deben comportarse y qué pueden o no hacer ¡en su propia casa! Pero no se le ocurra a usted ir a la de ellos y llevarse una Biblia por ejemplo, para leer un rato si se desvela por las noches.
Toma Europa, Alianza de Civilizaciones y Multiculturalidad. ¡Imbéciles!
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