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Los menesterosos no tienen glamour

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Los menesterosos no tienen glamour

Pueblonuevo (ó Poblenou) es un barrio barcelonés abierto al mar, originario del antiguo municipio de San Martín de Provensals. El desarrollo de este municipio en habitantes, industria y comercio fue espectacular, llegando a ser, en el siglo XIX el área con mayor concentración industrial de Cataluña y una de las mayores de España. Fue conocido como “el Manchester catalán”.

Pueblonuevo salta este mes a los informativos porque una comunidad religiosa, las Hermanitas del Cordero, un retoño nacido del tronco de la Orden de Predicadores van a construir un pequeño convento en una de las plazas de dicho barrio, donde en la actualidad existe una iglesia que se va a derribar por fallos estructurales. Esta comunidad nació en 1983, en Francia, fundada por la dominica Marie-Thierry Coqueray, y cuenta con unas ciento cincuenta religiosas en el mundo, la mayoría en Europa y América. <<Una orden de mujeres que recorren las calles con sus hábitos azules, hablando con los pobres y mendigos y visitando a los marginados>>. Así pues, donde había una iglesia, se pretende construir un convento de monjas.

Pero tenemos un problema, y no pequeño: el convento le molesta al barrio. Así, como suena. Y para dar por saco se ha creado un colectivo anticonvento, formado por una asociación vecinal y algunas entidades de izquierda radical, como por ejemplo el grupo extremista juvenil Arran, que está ligado al asalto de iglesias durante la Misa en Cataluña y Baleares, con miembros ya condenados por delitos contra la libertad religiosa.

Ya tenemos aquí otra de las caras de la España profunda anticlerical y de pandereta, que cuando se las ve perdidas clama a Dios y a su Santísima Madre para que le proteja. Esta compleja España que alterna magistralmente las romerías a la Virgen y las matanzas de curas. Esta España de las contradicciones, de héroes y villanos –cada vez menos héroes y más villanos-, que hace muchísimo tiempo perdió la brújula y camina desnortada hacia no sabe donde.

El convento estorba porque las hermanitas, en su vocación de entrega a Dios y al prójimo, acogerán a los menesterosos. Pero los anticonventos, muy cargados de razones sumamente razonables, alegan que un convento es un “espacio residencial privado, que no aporta beneficios al barrio, ni favorece la creación de espacios de vecindad”. Las religiosas responden que <<su convento será un espacio abierto a la oración y a la acogida, donde cualquiera será admitido sea cual sea su estado. No se trata de una acogida organizada masiva; llevamos una vida de oración y no tenemos obra social; en ese sentido, no buscamos la eficacia, pero tenemos las puertas abiertas a todos, sobre todo a los pobres y a los jóvenes>>. Dicen además que en ninguno de sus conventos de Europa hay colas de pobres a la puerta, como algunos rumorean para asustar al vecindario.

Pero no hay tutía. La plataforma ha pedido a la alcaldesa de izquierda populista de Barcelona, Ada Colau, que impida la construcción del convento. Incluso representantes de una Asociación de Padres de una escuela cercana han expresado su preocupación, al parecer porque una congregación religiosa que trabaja con pobres y mendigos parece ser algo muy “inquietante”.

Naturalmente las razones contenidas en su petición a la alcaldía giran en torno a consideraciones socio-urbanístico-paisajísticas, como ampliar la plaza, ofrecer un espacio adecuado para los niños, niñas y familias que hacen uso a diario de ella, o que el convento es innecesario para el barrio… Les aseguro que he visto la foto de la plaza, y que los nenas y nenas de todo el barrio, sus papás, sus mamás, sus tatas y sus yayas tienen espacio mucho más que de sobra para jugar al corro ancho y a las tres enrayas. Y les queda sitio para celebrar la Diada, incluyendo el entablado para la orquesta.

No obstante, algunas razones como que el nuevo edificio no aporta nada interesante, haya que comprenderlas. ¿Va a subir el convento el Producto Interior Bruto del barrio? La respuesta es ¡no! ¿Va a mejorar el Progreso y el Estado de Bienestar de los

habitantes de la plaza Sant Bernat Calbó, que así se llama? ¡Por supuesto que no! ¿Con las oraciones de las religiosas se van a poder celebrar gratis las fiestas del patrón? Evidentemente no. Pues leches, ya que se va a derribar la iglesia, no caigamos otra vez en el error de hacer un edificio religioso. Sería el colmo.

¿Y el paisaje? Pues otra que tal. Porque si va a merodear por allí algún que otro menesteroso desarrapado en busca de ayuda y consuelo, el panorama de la plaza se va a degradar lo indecible, eso está claro. A ver, que me diga alguien a mí qué coño decoran los pobres y mendigos. Y por otra parte, existe un riesgo aún mayor: cabe la posibilidad de que algunos de nuestros jóvenes se sientas atraídos por conocer qué hacen y como viven estas monjitas entregadas a la oración y la caridad cristiana. ¡Pues ya la hemos cagado! Eso sí que supondría la perdición del barrio.

En fin, amigos, hay algo de lo que estoy seguro y de lo que estos catalanes de Pueblonuevo no se han dado cuenta: si de verdad consiguen que injustamente las monjitas no puedan hacer allí su convento, no sabrán lo que se han perdido. Será difícil que jamás vuelva a presentárseles la oportunidad de tener tan próximas a unas mujeres buenas, entregadas, humildes y generosas que empeñan su vida por el amor a Dios y a los pobres.

Pero la cara de la pobreza y la marginalidad dan miedo. Son peligrosas. Sacuden nuestra burbuja. Y no son decorativas.

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