Antonio García
En la Antígona de Sófocles se dice: <<Nadie ama al mensajero que trae malas noticias>>. Y en las Vidas paralelas de Plutarco podemos leer: <<El primer mensajero que dio la noticia sobre la llegada de Lúculo, estuvo tan lejos de complacer a Tigranes que éste le cortó la cabeza; y sin ningún hombre atreverse a llevar más información, y sin ninguna inteligencia, Tigranes se sentó mientras la guerra crecía a su alrededor, dando oídos solo a aquellos que lo halagaran…>>.
Expresiones modernas alternativas: “Disparar al mensajero”, “Atacar al mensajero”, “Culpar al portador de malas noticias”.
Es decir –y creo que todos ustedes lo entienden perfectamente-, hay que ir a por el mensajero, pues el origen de la noticia o bien es inalcanzable, o el protagonista de la misma es “de los nuestros” y hay que cubrirle las espaldas.
Y es el caso que, habiendo publicado El Faro de Hellín en su página de Facebook el artículo de un servidor “¿Querían caldo? ¡Tomen dos tazas!”, que en el periódico apareció el sábado 11 de Mayo, un pequeño grupo de progre-intelectuales osa levantarme los pies del suelo, sin más herramientas que su estolidez. Su falta de razonamiento y discurso. O lo que es lo mismo, que bien dotados de ignorancia, mala leche y fanatismo ideológico, se dedican a enviarme mensajes descalificadores sin expresar ni una sola opinión sobre lo escrito en el artículo, y siguiendo la doctrina: desacreditado el escribidor o “mensajero” -que soy yo-, desacreditado el mensaje. Sin caer en la cuenta, angelicos míos, que la noticia que yo comento –o aberración izquierdista- viene de su propia factoría ideológica. No es invento mío.
Les recuerdo que yo hablaba de la pretendida visión de la Historia que el Gobierno de la Nación nos quiere imponer por decreto ley, es decir, por cojones, desoyendo y ninguneando a los verdaderos profesionales de dicha disciplina.
No suelo entrar al trapo de estas provocaciones “facebuqueras”, nunca lo he hecho, pero he decidido que este caso merece comentarlo. Y he aquí las aportaciones intelectuales y culturales que este grupito de zurdo-analfabetos hacen a mi artículo:
Una persona dice que <<no entiendo cómo son capaces de publicar estas cosas>>. Señor director de El Faro, ¿cómo ha osado usted dar cabida en su periódico a la libertad de expresión, apoyada en una notica que está al alcance de todos y una muy nutrida colección de lecturas?
Otro –el único que se identifica con seudónimo- comenta: <<Antonio García, ¿cuál es la mierda que te metes cuando escribes estas cosas? Pásame el número de tu camello, debe de ser muy buena…>>. Transcripción literal hecha una vez corregidas las faltas de ortografía. Es decir, que me acusa públicamente de ser un drogadicto y escribir bajo los efectos de sustancias alucinógenas. Este insulto iría directamente a los Juzgados de Hellín, si no fuese porque no tengo intención alguna de romper la paz en que me encuentro a estas alturas de mi vida. No merece la pena por una mamarrachada semejante, que solo califica al mamarracho que la vomita.
Un tercer ilustrado, apoyando a la primera interviniente no da crédito a lo que ven sus ojos: <<Todavía no entiendo cómo te dejan publicar artículos. Si algo hay que reconocer, es que te superas artículo tras artículo. ¿Cuál es tu tope?>>. (Más correcciones). Y lo dice en plural: “artículos”. Reconozco que, en esta ocasión, siento cierto regocijo, pues se los debe de leer todos. Y como decía aquel: me da igual que hablen bien o mal de mí, la cuestión es que hablen de mí. Añadiré, para darme un poco de jabón –a lo que tengo derecho-, que son muchos los lectores que tanto a mí como al director del periódico, han manifestado ser seguidores de mis escritos. Son muy gentiles y generosos, pero deben estarán equivocados…
Y ahora, esta genialidad: << Decía una madre, en la jura de bandera de su hijo “mi chiquillo el único que lleva el paso”, cuando la ONU declara a Franco y su banda como criminal de guerra y cuando todo el mundo condena el golpe de estado y la criminal represión de la posguerra, cuando la ONU insta a los gobiernos españoles a cumplir la ley de Memoria Histórica (¿?), todo el mundo está equivocado, solo un puñado de franquistas amigos del terrorismo de estado, están en posesión de la verdad, Antonio sigue iluminándonos con tus artículos nazi-franquistas>>. Y digo que es genial porque se da el caso de que en todo mi artículo no menciono ni una sola vez a Franco. Ni franquismo, ni nazismo, ni crímenes de nadie ni leches en vinagre. Ni mucho menos a esa cueva de facinerosos que es la ONU –que estáis en la inopia-. Ni creo dar a entender que soy amigo de terroristas, al modo en que sí lo son ciertos líderes políticos pactistas de nuestras izquierdas -¡que no os enteráis!-. Solo comento la indecencia, la desvergüenza y el afán dictatorial de unos gobernantes que nos quieren imponer su exclusiva, intencionada y espuria visión de la realidad histórica.
Y por último, alguien sentencia: <<Qué mal lo llevan algunos!!>>. Pues mire usted, sí. Ahí ha acertado. Porque si a usted le parece que puede llevarse bien el que los falsos “predicadores de la libertad” nos quieran adoctrinar y amordazar con sus leyes partidistas, distorsionantes, ideológicas y totalitarias, debería de hacérselo mirar. Porque lo suyo es grave.
Por supuesto que no estoy exento de error en mis apreciaciones y comentarios, pero si esa es la forma que tienen ustedes de defender sus ideas y principios, ¡qué pobre defensa y qué lástima de ideas y principios!
Los post de Facebook terminan con la intervención de una persona inteligente, culta y moderada, contestando sensatamente a tanta estupidez, que no voy a relatar dado que habla a mi favor. Pero los de más arriba, sigan así. Posiblemente eso me dé una publicidad que, sinceramente, nunca he buscado.
Resumiendo, ni la más mínima aportación, debate, razonamiento, cometario u opinión sobre lo tratado en mi artículo. Pero hay que echar mierda sobre el mensajero. Tal vez así, el mensaje quede oculto ante el morbo que despierta el insulto. Aunque de este modo quede patente la bazofia mental, intelectual y moral de tanto fanático desnortado, maleducado e inculto como pulula por este país.
Ladran, luego cabalgamos.
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