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La cuesta abajo de los Caramelos de Hellín

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La cuesta abajo de los Caramelos de Hellín

M. A.

Una de las peculiaridades que más llamó la atención durante el paso de la Cabalgata de Reyes el pasado domingo día 5, por las calles de Hellín, fue la característica de los caramelos que durante el transcurso arrojaron los miembros de esta cabalgata: reyes, pajes, payasos, componentes de las variadas carrozas, charangas y grupos musicales. Y decimos que nos llamó la atención, pues no eran los típicos caramelos cilíndricos de Hellín que durante tantísimos años se han obsequiado al numeroso público que llena las calles del recorrido, hasta llegar a la Plaza de la Iglesia.

Si la referida cabalgata ya llegaba con algo de polémica por su nuevo itinerario, donde se había excluido el Casco Antiguo, con lugares tan tradicionales, empezando por el Rabal, Benito Toboso, las Puertas de Madrid, la Placeta de San Roque, por nombrar algunas de las más populares. Una decisión municipal que había sido calificada en algunos sectores como “un castigo injustificado a una parte de la ciudad que también merece disfrutar de estas fechas”, exigiendo al gobierno de Manuel Serena que reconsidere esta decisión y rectifique de cara a otros eventos.

Pequeña semblanza

Los caramelos de Hellín son una tradición dulce que ha perdurado a lo largo de los años, destacándose especialmente los caramelos cilíndricos, que vienen en una amplia variedad de sabores. Estos caramelos, envueltos en distintivos papeles rojo y blanco, se elaboran con una base de agua, azúcar y esencias naturales, sin la utilización de colorantes artificiales, lo que garantiza un sabor auténtico y natural.

Entre los sabores más populares de estos caramelos se encuentran el anís, naranja, limón, fresa, vainilla y plátano. La empresa “La Elisa”, con sede en Hellín, es reconocida por su producción de estos caramelos tradicionales, ofreciendo también otros productos típicos de la región como turrones y peladillas. Esta empresa fue fundada en 1850 por un fabricante hellinero llamado José María García Moya, que tomó el nombre de su esposa, Elisa Arsenal Collados. El sucesor fue su hijo Eusebio García Arsenal, que la mantuvo hasta la década de los años 60, cuando la marca fue adquirida por otra familia hellinera, apellidada Requena.

Otra marca destacada en la elaboración de caramelos de Hellín fue “La Pájara”, que desde mediados del siglo XIX fundó Juan Losada García, ubicándose en el número 11 de la calle Macanaz, junto a la Plaza de las Monjas.

Además de su sabor inconfundible, los caramelos de Hellín tienen una historia interesante. Se cuenta que el caramelo cilíndrico fue creado un Jueves Santo con el objetivo de calmar los nervios de un hombre mientras esperaba el nacimiento de su hijo, lo que le dio origen a una tradición que ha perdurado hasta el día de hoy.

También han gozado de justa fama los llamados del “Congreso” que, según cuenta el desaparecido Antonio Moreno García, cronista oficial de la ciudad, en un documentado artículo publicado en su libro “Miscelánea Hellinense”, estaban destinados en un principio para obsequiar a los diputados y personas relevantes de la vida política de la nación. Era un caramelo de “cristal” que llevaba en su interior una pequeña partícula de yema de huevo.

“En resumen, los caramelos de Hellín no solo son una deliciosa golosina, sino que también son un símbolo de la tradición y la artesanía local, siendo un referente dulce de la región que continúa siendo apreciado por generaciones”, terminaba su relato Antonio Moreno sobre este producto hellinero que, como tantas otras cosas de nuestra tierra, está claramente en cuesta abajo y muy cerca de su desaparición.

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