El Faro de Hellín

Hallan en Hellín los vestigios más antiguos del uso del azufre en la Península Ibérica

En la última página del diario EL PAÍS, editado el pasado 29 de octubre, Vicente G. Olaya, publica un interesante reportaje titulado “Fuego griego en Albacete”, sobre el estudio publicado por un equipo de arqueólogos de la Universidad de Alicante y el Museo de Hellín, denominado “Los Almadenes o la meta de un sistema productivo y comercial del siglo VI a.C. a través del río Segura”, donde se habla de los hallazgos de un poblado que fueron descubiertos hace casi 90 años, cuando se llevaban a cabo las obras de la presa del pantano de Camarillas, un asentamiento amurallado, de unos 5.000 metros cuadrados en un inhóspito y agreste cerro de la actual Hellín, sin tierras cultivables próximas.

Por ello el autor se pregunta qué buscaban esos moradores llegados de la costa del sureste peninsular y qué fabricaban y almacenaban en las numerosas vasijas y ánforas que el equipo de arqueólogos ha encontrado en este lugar.

Más adelante, el periodista del diario madrileño indica que lo arqueólogos en este estudio ofrecen una sorprendente explicación: “extraían azufre, un elemento químico con múltiples aplicaciones como antiséptico o fungicida. El azufre es, además, uno de los componentes del fuego griego, el arma secreta desarrollada por los bizantinos en la Alta Edad Media que el agua no apagaba, destruía ciudades y flotas y era perfecto para enriquecerse y dominar los mares. Su fórmula concreta sigue sin conocerse”.

También Vicente G. Olaya recuerda que las primeras excavaciones de la zona se realizaron entre 1993 y 1995. En esas campañas se descubrió el llamado Edificio 1, un inmueble de unos 290 metros cuadrados, que según explica Feliciana Sala Sellés, catedrática de Arqueología que dirige el proyecto, tenía “unas dimensiones inéditas para la arquitectura domestica de época protohistórica”.

Este proyecto, está financiado por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y la Universidad de Alicante, y el yacimiento se encuentra en la cima de un alto del Cañón de los Almadenes, en el término municipal de Hellín en la margen derecha del río Mundo.

Así mismo, en este estudio se asegura que el enorme incendio forestal del verano de 2012, resulto clave para resolver la función del poblamiento, ya que el fuego, al eliminar la cubierta vegetal del abundante esparto que hay en la zona, que unos años antes significó la riqueza de toda aquella extensa comarca, dejó al descubierto una fortificación perimetral, como también un entramado urbano.

Olaya, también indica que al iniciar la excavación de la puerta principal en 2016 volvieron a hallarse numerosas ánforas y vasos contenedores rotos y cita que en el estudio “semejante acumulación de bienes carece de sentido en un entorno árido como este, nada apto para la agricultura y la ganadería”.

Por ello la única respuesta a este enigma era el yacimiento de azufre del Coto Minero de Hellín, del que se publicó en la revista Zahora en su número 27 correspondiente al mes de marzo de 1998, un amplio e interesante reportaje titulado “Arqueología Industrial de Hellín: Las minas de azufre (materiales para su estudio), que firmaban Antonio Selva, Rubi Sanz Gamo y José Antonio Domínguez.

El periodista de EL PAÍS termina su trabajo asegurando que “el hallazgo definitivo fueron los restos microscopios de azufre presentes en la superficie de fricción de un pequeño machacador de cuarcita. El coste económico y humano que supone construir un espacio fuertemente fortificado en un lugar árido y hostil aporta la certeza de que la fundación obedeció a una empresa socioeconómica capaz de general enormes beneficios, señala el estudio.

Y es que la Fabrica fue protegida por una muralla y pasó siglos ignorada, hasta que tras el incendio de 2012 los arqueólogos unieron las piezas del puzle”.