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El Misterio del Mal de Ojo

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El Misterio del Mal de Ojo

La Escuchadora Voces del Pasado: Mitos, Tradiciones y Leyendas de Hellín y su Comarca

Entre la Tradición y la Ciencia, ¿Realidad o Mito?

Siempre me he sentido fascinada por las creencias populares, especialmente aquellas que han perdurado a lo largo de los siglos. El mal de ojo es uno de esos temas que parece estar lleno de misterio y antiguas enseñanzas. Desde pequeña, escuché hablar de él: esa mirada fulminante que podía traerte mala suerte, dolores inexplicables o incluso hacer que la vida se te viniera abajo. Hoy, como adulta, no puedo evitar pensar que hay algo más en todo esto, algo que se escapa a la simple superstición.

¿Qué es el Mal de Ojo?

Según la tradición, el mal de ojo es una energía negativa que una persona transmite hacia otra con solo mirarla, usualmente motivada por envidia, celos o mala voluntad. Siempre me han dicho que las personas que sienten estas malas energías no solo son afectadas a nivel físico, sino también en su estado emocional. Recuerdo que cuando le comentaba a mi madre que sentía que algo me iba mal sin razón, ella me miraba con esa mezcla de sabiduría y misterio, y sin decir mucho, me decía: “Cuidado con las malas miradas”.

Pero al revisar algunos estudios de personas como el filósofo romano Cicerón, quien dijo que “el rostro es el espejo del alma, y los ojos sus delatores”, empiezo a pensar que tal vez esas viejas creencias tengan un fondo de verdad. Los ojos son poderosos; no solo vemos con ellos, sino que también podemos transmitir energías que afectan a los demás, consciente o inconscientemente. Y aunque puede sonar extraño, la ciencia y la historia nos cuentan historias de expertos que estudiaron este fenómeno con seriedad.

Historia del Mal de Ojo

Uno de los estudios más completos que encontré fue el Tratado de la fascinación o del aojamiento de Enrique de Villena, un prolífico investigador y médico de 1425, quien profundizó en los efectos de este mal, tanto en el cuerpo como en el espíritu. Villena, junto a otros renombrados médicos como Arnaldo de Vilanova y Pedro Ciruelo, coincidían en algunos puntos clave: el daño viene a través de la mirada, la envidia está detrás de la mayoría de los casos, y las víctimas más comunes son los niños y las personas consideradas bellas. Según estos estudios, las mujeres, sobre todo aquellas que están en su período menstrual, tienen una influencia más poderosa en la transmisión de estas energías.

Estos médicos también hablaron de la importancia de prevenir y tratar el mal de ojo, sugiriendo remedios como amuletos o rituales. Cuando leí sus trabajos, me sentí como si estuviera viajando en el tiempo, escuchando los ecos de pensadores y médicos que vieron en el mal de ojo algo más que una simple superstición.

¿Cómo saber si estamos “ojeados”?

Una de las cosas que más me intrigaron fueron los métodos antiguos para detectar si uno está siendo afectado por el mal de ojo. De entre todos, el Método del Huevo es, con diferencia, el más curioso y, si se me permite, el más personal. La tradición dice que debes colocar un huevo debajo de la cama antes de acostarte, y al día siguiente, al romperlo, si la yema es de color normal, todo está bien. Pero si se pone roja, es señal de que algo no anda bien.

Lo probé hace un tiempo, más por curiosidad que por convencimiento, y me sorprendió que, en ese momento, la yema apareciera con un tono extraño. Aunque no quiero ser alarmista, en ese instante comencé a pensar en la conexión entre mi estado emocional y todo lo que estaba pasando en mi vida en ese momento. A veces, el estrés y la negatividad pueden llegar a afectar más de lo que creemos.

Otro método es el Método de la Sal, que consiste en colocar un cuenco de sal bajo la cama y, al día siguiente, ver si la sal ha cambiado de color o estado. Si bien a mí personalmente no me convenció, lo encontré interesante como un recordatorio de cómo nuestras creencias, por más simples que sean, pueden influir en nuestra percepción de lo que nos ocurre.

¿Qué síntomas puede causar el Mal de Ojo?

El mal de ojo no es solo una cuestión de superstición; tiene efectos que se sienten a nivel físico y emocional. Cuando leía sobre los síntomas que se atribuyen al mal de ojo, me sorprendió descubrir que muchos de ellos se alinean con lo que hoy entendemos como señales de estrés o ansiedad. Dolores musculares inexplicables, cambios de temperatura en el cuerpo, y una sensación general de fatiga o tristeza pueden ser síntomas de que algo no va bien.

Para mí, lo más revelador fue la conexión entre los síntomas psíquicos y los efectos del mal de ojo. De acuerdo con estudios de expertos como Arnaldo de Vilanova y Pedro Ciruelo, el mal de ojo puede influir en el estado emocional, haciendo que una persona pierda el interés por las cosas, sienta ansiedad o incluso entre en un ciclo de pensamientos negativos. ¿No es eso algo que todos hemos experimentado en algún momento?
¿Cómo protegerse del Mal de Ojo?

Según las tradiciones, la mejor forma de protegerse es a través de amuletos, como el Ojo de Horus, y rituales ancestrales. Mi abuela siempre usaba un pequeño amuleto de plata con este símbolo, y aunque no soy particularmente supersticiosa, me gusta pensar que esas pequeñas cosas pueden ayudarnos a sentirnos más protegidos.

Además de los amuletos, hay rituales sencillos que se pueden hacer en casa, como el uso de agua de lluvia o rezar oraciones específicas para protegerse de la energía negativa. Como dijo el filósofo romano Cicerón: “El rostro es el espejo del alma”, y si podemos aprender a proteger nuestra alma y energía, probablemente las malas miradas no nos afecten tanto.

En mi experiencia personal, creo que el mal de ojo es una mezcla de fenómenos emocionales, energéticos y culturales que siguen vivos hoy en día. La conexión entre mente y cuerpo es más profunda de lo que imaginamos, y, aunque algunos rituales y amuletos pueden parecer anticuados, la idea de protegernos de energías negativas tiene una base lógica. Al final del día, la clave está en cómo percibimos el mundo y las influencias que dejamos entrar en nuestras vidas.

Como me enseñaron desde pequeña, y como he llegado a comprender con el tiempo: nadie puede dañarte si tú no lo permites. Y a veces, la forma más poderosa de defendernos es confiar en nuestra propia fuerza interior.

 

Referencias:

– Villena, Enrique. Tratado de la fascinación o del aojamiento. 1425.
– Vilanova, Arnaldo. *Estudios sobre la fascinación y su tratamiento.
– Ciruelo, Pedro. Teología y cura del mal de ojo

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