El Faro de Hellín

Miryam Benyoucef

¡Hola a todos, buscadores de misterios y curiosos del alma! Bienvenidos a este rincón de introspección y magia, donde hoy vamos a sumergirnos en el fascinante mundo del tarot. Esta no es solo una herramienta para adivinar el futuro, sino un mapa hacia el autoconocimiento, un puente que conecta con las profundidades de la mente y el corazón. Acompáñanos en este viaje para descubrir los orígenes del tarot, el poder de sus símbolos y cómo puede ser un guía en la vida y en las decisiones que enfrentamos.

Cuando se sostiene un mazo de tarot, es como tocar un fragmento de historia viva, un eco de tiempos antiguos. Aunque su origen exacto sigue siendo un enigma, muchas fuentes apuntan a que las cartas del tarot surgieron en Europa durante el siglo XIV, en Italia, bajo el nombre de “Tarocchi”. En sus inicios, no eran más que un juego de naipes, un pasatiempo para las cortes de Florencia, Milán y Bolonia, sin una intención adivinatoria, sino como una expresión de arte y creatividad.

Sin embargo, hay quienes creen que sus raíces se remontan aún más lejos, al Antiguo Egipto, vinculadas al Libro de Thot, dios de la sabiduría, o incluso a la Cábala y las enseñanzas de la Torá. Aunque estas ideas son más míticas que históricas, resulta cautivador imaginar que el tarot lleva consigo la esencia de culturas milenarias, como si cada carta guardara un susurro de los templos de Menfis o de los caminos de la Ruta de la Seda, donde los mercaderes mamelucos introdujeron los primeros mazos conocidos como Mamluk.

Fue en el siglo XVIII cuando el tarot tomó la forma que conocemos hoy, con la baraja de Marsella y las icónicas imágenes de los Arcanos Mayores, como El Loco, El Mago o La Emperatriz. Y no fue hasta el siglo XIX cuando se consolidó como una herramienta de adivinación y autoconocimiento, entrelazándose con el esoterismo. Cada mazo parece conectar con las almas del pasado que, al igual que muchos hoy, buscaban respuestas en sus símbolos.

El lenguaje secreto de los símbolos

El tarot no es simplemente un conjunto de 78 cartas; es un universo de significados, un mapa del alma humana tejido con imágenes que hablan directamente al inconsciente. Cada carta está cargada de simbolismo esotérico que va más allá de las palabras, conectando con emociones y experiencias universales. Al observar una carta, no solo se ve una imagen, sino que se percibe un mensaje, una vibración que resuena en lo más profundo.

Por ejemplo, los Ángeles, presentes en cartas como la Reina de las Espadas o la Templanza, pueden evocar la idea de una guía espiritual, esa voz interna que protege y orienta en momentos de duda. La Palmera, que aparece en La Gran Sacerdotisa, suele simbolizar la victoria sobre las sombras y una energía de impulso hacia adelante. Y el Sendero, visible en La Luna, invita a reflexionar sobre el camino que se recorre, a cuestionarse si se avanza hacia el verdadero destino o si es necesario ajustar el rumbo.

Los Arcanos Mayores, 22 cartas que representan arquetipos profundos, actúan como un espejo de las grandes lecciones de la vida: desde El Loco, que simboliza el inicio de un viaje, hasta El Mundo, que celebra la culminación de un ciclo. Por otro lado, los Arcanos Menores, con sus 56 cartas divididas en cuatro palos (Copas, Bastos, Espadas y Oros), conectan con los detalles cotidianos, con los retos y alegrías del día a día. Cada palo, asociado a un elemento de la naturaleza, ayuda a explorar diferentes facetas: las Copas con las emociones, los Oros con el mundo material, las Espadas con los pensamientos y los Bastos con la pasión y la creatividad.

El tarot como espejo del alma y guía en las decisiones…

Más allá de predecir el futuro, el tarot se presenta como una herramienta de autoconocimiento, un farol que ilumina aspectos que no siempre son visibles a simple vista. No se trata de que las cartas dicten qué hacer, sino de que reflejen miedos, deseos y creencias ocultas, permitiendo resignificar el presente.
Al realizar una tirada, es como abrir un diálogo interno, enfrentando verdades que a veces se prefieren ignorar, pero que son necesarias para crecer.

Por ejemplo, ante una decisión complicada, como elegir entre un trabajo estable o perseguir un sueño, se puede usar una lectura de decisiones. En este tipo de tirada, las cartas se colocan en hileras para representar cada opción, ayudando a visualizar las preferencias internas y los valores o temores que influyen en la elección. Una carta como La Emperatriz, si aparece en la hilera de un sueño, puede recordar el poder creador y la capacidad de nutrir nuevas ideas. Este tipo de lectura no decide por nadie, pero ofrece claridad y valentía para escuchar la voz interior.

El tarot, en esencia, no predice un futuro inamovible; más bien, muestra perspectivas y posibles caminos, ayudando a tomar decisiones con mayor conciencia. Es como un amigo sabio que no juzga, solo refleja. Invita a ser el creador o la creadora del propio destino, a madurar y a transformar la historia personal con cada carta que se revela.

Una invitación a conectar con el misterio

Si alguna vez has sentido curiosidad por el tarot, te animamos a acercarte a él con el corazón abierto. No hace falta ser experto ni creer en la magia para que las cartas hablen; solo se necesita disposición para mirarse a uno mismo. Cada tirada es una oportunidad para florecer, para sanar patrones que ya no sirven y para conectar con la intuición. En momentos de incertidumbre, el tarot puede ser un refugio, un espacio donde revisar la vida, las relaciones y el propósito desde una perspectiva nueva y profunda.

Así que, ¿te atreves a tomar un mazo y dejar que las cartas te susurren sus secretos? Tal vez descubras que comprender el tarot es comprender la vida misma. Es un viaje hacia el autodescubrimiento, un sendero lleno de símbolos que esperan ser descifrados por tu alma. Estamos seguros de que te sorprenderá la sabiduría que guardan y la luz que pueden traer a tu camino. ¡Cuéntanos en los comentarios si ya has tenido alguna experiencia con el tarot o si te animas a probarlo!