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Abderrahman III (I)

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Abderrahman III (I)

Por Antonio García

Curioso, interesantísimo y sobresaliente personaje de nuestra historia. Sí, nuestra. Porque la Historia de España se forjó, durante casi ochocientos años en íntima, apasionante y sangrienta relación con la historia del Islam. Y si no, díganme ustedes de donde viene eso que a veces, peyorativamente, nos dicen nuestras mujeres: que somos un poco moros…

Pero Abderrahman III, nuestro personaje, no era moro, palabra que proviene de “Mauritania”, o sea, el noroeste de África o Magreb (Mauritania, Marruecos, Argelia, Túnez…), aunque hoy llamemos genéricamente “moro” a cualquier musulmán, independientemente de su origen. Nuestro protagonista de hoy era español. ¿Qué es si no alguien que nace, vive y muere en España?

Emir de Córdoba, fue el primero en usar el título de Califa. Que es como si dijéramos, para entendernos, que siendo gobernador de una provincia se autoproclamó Emperador. O sea, que pasó de depender del Califa de Damasco, a decirle <>, que el que manda en mi casa soy yo. Con un par. Que los tenía y bien puestos. Para que ustedes se hagan una idea, cuando sucedió al trono emiral de su abuelo Abd Allah, con veintidós añicos (era su nieto preferido, a su padre se lo cepilló el propio abuelo, por rebelde) el reino ocupaba la ciudad de Córdoba y los alrededores, y el chaval, en unos cuantos años, sometió a todos los reyezuelos andaluces y a toda la morería española hasta Pamplona, Zaragoza, Lérida…, aunque no pudo con los reinos cristianos astur leoneses, derrotado por Ramiro II de León en la batalla de Simancas. Bueno, para resumir, que aquella Córdoba de medio millón de habitantes se convirtió en el centro de un imperio poderoso, temido y admirado por todos. Numerosas embajadas de todo el mundo llegaban a la ciudad con mensajes de paz, esparciendo a los cuatro vientos la noticia de las maravillas que en Córdoba y Medina Zahara rodeaban al soberano. Un cronista de su tiempo lo describe así: <>. Hombre culto, amante de las letras y las ciencias, logró la mayor biblioteca de su tiempo, se rodeó de los mejore médicos del momento e incluso fundó la primera Academia de Medicina de Europa. De los casi setenta y un años que vivió (que ya es mucho para la época) reinó cuarenta y nueve. No está mal ¿verdad? Bastante más que Franco.

¿Piel rosada y ojos azules? Pues sí. María, su madre, era una esclava de estirpe cristiana, de origen vascón, concubina de su padre, que pasó a ser llamada “umm walad” o Madre del infante, por haber dado a su señor un hijo. Esta circunstancia facilitó la tranquila convivencia y el bienestar de la numerosa población cristiana de Córdoba, pese al fervor musulmán del califa. Pero como el espacio que queda no da para mucho más, en este primer artículo les voy a referir una curiosa anécdota que refleja el carácter de este personaje.

Un simpático episodio de este reinado es la alianza de Abderrahman III con Sancho I <> que, como el apodo indica era un hombre de extrema gordura. Subió al trono del reino de León al morir su hermano Ordoño III. Pero a Fernán Gonzáles, poderoso Conde de Castilla (por entonces un condado perteneciente a León), no le cae bien el obeso nuevo rey y, en alianza con otros nobles destrona a Sancho, coronándose como rey Ordoño IV, preferido por el ambicioso Fernán. Emberrinchado, el orondo Sancho acudió a su tío, García de Navarra, en busca de apoyo y consejo. Y como aconsejar cuesta menos que prestar ayuda, su tío le asesoró de la forma más inesperada y sorprendente: antes de nada, corregir su gordura y, para ello, solo los mejores médicos del mundo podrían ayudarle. Y éstos estaban en Córdoba. Así que, allí tiene que ir. Sorprendentemente también, Sancho acepta el consejo, hace las maletas y toma el Ave para Córdoba la Sultana.

El Califa recibe a Sancho y su numeroso séquito con suma cordialidad, y colma al destronado monarca con las mayores atenciones. Incluso se establece entre ellos tan

cordial relación, que Sancho pide y obtiene de su anfitrión cordobés una alianza para recuperar su reino.

Todavía hoy es notable la proeza técnica que hicieron los galenos andalusíes en la corrección de una obesidad patológica. Lo lograron. Y Sancho, <>, está en condiciones de encabezar el ejército que Abderrahman le presta y con él, lograr la reconquista de su trono.

Nos cuenta una crónica de al-Nasir sobre Abderrahman: <<Conquistó España ciudad por ciudad, exterminó a sus defensores y los humilló, destruyó sus castillos, impuso pesados tributos a los que dejó con vida y los abatió terriblemente por medio de crueles gobernadores hasta que todas las comarcas entraron en obediencia y se le sometieron todos los rebeldes>>. A su muerte dejó por legado uno de los más poderosos Estados de Occidente, que sin embargo, se derrumbó en poco más de medio siglo.

El próximo sábado les contaré otra interesantísima y divertida anécdota de este personaje singular. Si les gusta, no se lo pierdan.

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