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Real Academia Española de la Lengua

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Real Academia Española de la Lengua

…, pero de la lengua en salsa de cebollinos

La Real Academia Española de la Lengua (RAE), fue fundada en el año 1.713 por iniciativa del octavo marqués de Villena, D. Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga; recibiendo un año después el titulo de “Real Academia” por gracia del Rey Felipe V.

El motivo principal, que lleva a su fundador a instituirla, era el de acometer la redacción y edición de un diccionario de la lengua castellana: «el más copioso que pudiera hacerse…» decía.

Este encomiable propósito hipotecó a la Academia con la “carga” de ser la única entidad cultural responsable de vigilar, y mantener la pureza del idioma español.

Y así reza en el artículo primero de sus Estatutos, donde leemos: «[…] tiene como misión principal velar por que los cambios que experimente la Lengua Española en su constante adaptación a las necesidades de sus hablantes no quiebren la esencial unidad que mantiene en todo el ámbito hispánico. […], así como de establecer y difundir los criterios de propiedad y corrección, y de contribuir a su esplendor […]»

La RAE adoptó, en su escudo, como lema fundacional, la leyenda: «LIMPIA, FIJA Y DA ESPLENDOR»

Bien, ya conocemos un poco de la historia y fines de esta institución. Todo muy encomiable. Hasta que llegamos a la realidad de nuestros días.

Aquí ya no parece todo tan loable, puesto que desde un tiempo a esta parte los, y las, miembros de la Academia, en el desarrollo de las tareas propias del sillón que ocupan, (que por cierto les ha sido prestado), pudieran estar tergiversando, y desnaturalizando, los principios esenciales que dieron sentido al nacimiento de la RAE.

Esto es más grave de lo que parece, pues podría suponer que en un futuro no muy lejano nuestro lenguaje se transforme en un pincho de tasca, tal como una «lengua en salsa de cebollinos» – por aquello de las capacidades de los miembros cacheteros que, poco a poco, van asestando la puntilla al idioma español.

¿Y todo esto a cuento de que? Pues resulta, por si alguien no se ha dado cuenta, que la lengua española está muy infrautilizada.

Según Javier López Facal, doctor en Filología, la inmensa mayoría de personas que tenemos la suerte de emplear este rico lenguaje, usamos para expresarnos solo tres o cuatro mil palabras. También afirma que se pueden llegar a conocer unas 25.000, si se es muy culto, teniéndose en cuenta que el «léxico patrimonial» español rondará los pocos cientos de miles de voces. Aunque, para más vergüenza y escarnio, la media de palabras que se utilizan estará entre 600 y 900, debido a la creciente pobreza de vocabulario de las personas, como resultado de la degradación socio-cultural de este país, y de estos tiempos, regidos por el imperio de los ignorantes.

Lo más triste, según los expertos de la “Asociación de Academias de Lengua Española”, es que la disminución de palabras en uso, avanza a pasos agigantados entre los más jóvenes.

A esto añadiré, que si la lengua española es un árbol que no tiene bastante con el escaso riego que recibe, por el mal uso que hacemos de ella, han proliferado y se le acercan con el hacha en la mano algunos “periodistas” de pluma corta, y lengua larga, así como otros “comunicadores” mediocres, que junto con muchos politicuchos, vienen a contaminar el intelecto de las personas con su tremendo déficit de cultura, cebados de palabras mal dichas, reiteradas redundancias, indolencia en la lectura, e ignorantes pedanterías fuera de contexto. Todo con el único afán de satisfacer su ansiedad enfermiza de protagonismo.

Para rematar la faena, y por si éramos pocos, el mustio árbol de la lengua puede verse consumido en las llamas de ciertas decisiones de los mismísimos miembros de la RAE, que tornándose incendiarios lingüísticos no tienen otra cosa mejor que hacer que achicharrar el idioma español al admitir, en el Diccionario de la Lengua Española (DRAE), la entrada de palabras basura, y vergonzosas; burlando con ello los principios fundacionales de propiedad, corrección y esplendor. ¡Vamos, que a la larga el léxico español pudiera verse transformado en un estercolero de letras infectas!

Es útil y harto necesario aceptar nuevas voces derivadas de acepciones extranjeras, o de modernismos, tecnicismos, etc. Pero que en el léxico español sean incluidos, con patente de vocablo determinados rebuznos, (vulgarismos y coloquialismos), que no son más que la forma vulgar del mal hablar, y decir de palabras que ya existen, es una gilipollez tan enorme como la del dicho popular de: «El Maestro Ciruela, que no sabía leer y puso escuela».

Los guardas de la Lengua, nos dicen que aceptan ciertos vocablos por aquello de acercarse a la realidad de los tiempos, pero digo yo que será a la realidad de los “campestros”.

Creo que han confundido los términos, favoreciendo el que la lengua española se adapte a la incultura de sus hablantes, en lugar de hacer lo posible para que esas personas aprendan el léxico castellano correctamente. Así pues, me parece indigno consentir que el diccionario (DRAE) sea contaminado y alterado en base a la brutalidad de la gente.

Como alguien ha dicho: «hay que educar al pueblo, no aplaudir y premiar sus barbaridades».

Entre otras, destacaré las siguientes palabras, vergonzantes, que la RAE ha admitido y recogido en la última edición (23ª) del DRAE. La gran mayoría las encontramos sin significado, ni etimología, solo figuran como vulgares sinónimos de las autenticas palabras, que ya existen correctamente escritas con su raíz, definición y/o acepción.

○ Almóndiga ○ Culamen ○ Desvaciar ○ Feminicidio ○ Arremangarse

○ Toballa ○ Pechamen ○ Gayumbos ○ Apechusques ○ Setiembre

○ Crocodilo ○ Murciégalo ○ Albercoque ○ Obrón ○ Otubre

○ Muslamen ○ Morciguillo ○ Vagamundo ○ Norabuena ○ Conceto

También figuran en el DRAE bastantes vocablos paridos por una pseudo adaptación, o modificación simplista del español, práctica muy común en Latino-América. Que digo yo, deberían incluirse en el Diccionario de Americanismos, que para eso está, donde con una base léxica de 70.000 voces, pretende recoger todas las palabras propias del español de America:

○ Platicón ○ Amigovio/a ○ Basurita ○ Bicecletería ○ Papichulo ○ Notero

Por último, para colaborar con tanto desatino, solicito desde este escrito que en la próxima edición del Diccionario de la Lengua Española, los académicos tengan en consideración modificar el tiempo presente del indicativo del verbo Ser, en los siguientes términos:

▪ Yo Soy ▪ Tu Eres ▪ El Es ▪ Nosotros Semos ▪ Vosotros Seis ▪ Ellos Siete

Quedo a la espera de que se tenga en cuenta. Más que nada porque esta conjugación se escucha a diario, y es un disparate tan válido como otros que ya han sido admitidos.

Decía Orson Welles: «que muchas personas son demasiado educadas para hablar con la boca llena, pero no les importa hacerlo con la cabeza hueca»

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