Por Antonio García
Podríamos haber titulado el artículo, más exactamente: el engaño de la ONU sobre los derechos humanos. Porque para tal organismo internacional, tales derechos no existen. La Organización de las Naciones Unidas, leído así, parece una especie de club de boys scouts creada y formada por hombres intachables, humanitarios y bonachones que se dedican a pacificar el mundo y poner flores en el camino que pisa la Humanidad. Pero la realidad dista mucho de semejante idílica misión. Baste decir que fue creada por David Rockefeller que, junto a su socio Rotschild, forman el binomio más poderoso, millonario, macabro y dañino que existe sobre el planeta Tierra.
Pero no voy a hablar de estos pájaros de mal agüero, sino sobre una reciente anécdota protagonizada por la magna y diabólica obra de la referida organización.
Hace quince años el Gobierno de Perú, en base a la legislación existente en el país, no permitió abortar a una mujer embarazada a los diecisiete, a cuyo bebé se le había diagnosticado una grave enfermedad. Las leyes peruanas no permiten el aborto, excepto en el caso de “aborto terapéutico”, que es cuando corre grave peligro la salud o la vida de la madre. Y así lo recoge el Código Penal peruano. La falacia del aborto terapéutico es fácilmente desmontable, pues ni siquiera en el vocabulario de ética científica existe dicha expresión. No es el objeto de este artículo, pero brevemente diré que, cuando a una mujer embarazada se le diagnostica una enfermedad o lesión, se la trata con todos los medios al alcance de la medicina para curarla. Si como consecuencia de dicho tratamiento el bebé muere, no se considera aborto. Punto. Por lo tanto, el término “aborto terapéutico” (aún siendo incorrecto) no es aplicable al caso de esta chica peruana. La madre no corría ningún peligro.
Pues bien, la chavala presentó una denuncia ante el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en 2005, o sea, cuatro después de abortar. Y ahora, ¡once años después!, el tal Comité ha condenado la decisión del Gobierno peruano, recomendándole además que indemnice a esta mujer. Perú, país “soberano” antes y ahora, ha aceptado mansamente este dictamen. Y yo me chupo el dedo y me pasa inadvertido que esto es una maniobra, utilizando a la nena, para forzar la completa y absoluta despenalización del aborto en el país, como en todos los países del continente americano. Donde múltiples organizaciones feministas y de las otras, están viviendo ricamente con los millones de dólares (muchos millones de dólares) destinados a implantar semejante lacra, desinformando a la población, comprando políticos y corrompiendo gobiernos enteros. Y sobre esto que digo, créanme, hay información para parar un tren.
Curiosamente, el mentado Comité tiene como presidente de un “panel de expertos” al embajador de Arabia Saudí, país éste donde los derechos humanos se los tragó la arena del desierto y ni están ni se les espera. Aunque esto es una anécdota sin importancia.
A lo que íbamos. Que la ONU considera que el aborto es un “derecho humano”, por lo que el Gobierno peruano actuó contra los derechos humanos al no permitir que una mujer matara a su hijo.
Permítanme ahora que les cuente algo sobre las “grandes declaraciones” de la ONU:
Declaración Universal de los Derechos Humanos (ONU, 10 de Diciembre de 1949):
Artículo 3. Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona.
Artículo 6. Todo ser humano tiene derecho, en todas partes, al reconocimiento de su personalidad jurídica. (Vuelvan a leer lo de “ser humano”).
Declaración de los Derechos del Niño (ONU, 1959):
Preámbulo. Considerando que el niño, por su falta de madurez física y mental, necesita protección y cuidado especiales, incluso la debida protección legal, tanto antes como después del nacimiento…
Tendrá derecho a crecer y desarrollarse en buena salud; con este fin deberán proporcionarse, tanto a él como a su madre, cuidados especiales, incluso atención prenatal y postnatal… El niño debe, en todas las circunstancias, figurar entre los primeros que reciban protección y socorro.
Convención sobre los derechos del niño (ONU, 1989):
Teniendo presente que, como se indica en la Declaración de los Derechos del Niño, “el niño, por su falta de madurez física y mental, necesita protección y cuidado especiales, incluso la debida protección legal, tanto antes como después del nacimiento”…
No es necesario que amplíe, ¿verdad? Pues ya pueden imaginarse ustedes el inmenso poder y la arrolladora influencia que tiene el multimillonario lobby abortista, que hasta la ONU, pelele en sus manos, se desdice de las propias declaraciones y convenciones internacionales que ella misma ha promovido.
Por cierto, doña Hillary Clinton, candidata a la presidencia de EE.UU. y abortera declarada y confesa, ha recibido de Planned Parenthood, la poderosa y macabra multinacional del aborto, la cantidad de veinte millones de dólares como apoyo a su campaña electoral, seguramente de forma desinteresada…
Y mientras tanto, gran parte de la población mundial en la inopia y picando en el anzuelo.
¡Buen camino llevamos… por los cojones!
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