Sin duda, una de las cosas que más llamaron la atención en la última sesión plenaria ordinaria fue la intervención de la portavoz del GM de Vox, Raquel Tomás, en su turno, con el objeto de defender la moción presentada conjuntamente con el GM del PP, con los que forma, junto a su compañero, Faustino Moreno, el Gobierno municipal del Ayuntamiento de Hellín.
En este conjunto, la citada moción fue presentada por el secretario de la Corporación en el orden del día junto a otros 6 puntos más, de los cuales todos se dieron cuenta en nuestro número anterior; en ella se solicitaba renombrar el Recinto Ferial como “Nuestra Señora del Rosario” debido a su condición de Patrona de la ciudad, como ya se ha explicado reiteradamente.
Tras las intervenciones de los portavoces del PP, Pedro García, y del PSOE, Ramón García, llegó el turno esperado de la representante de Vox, que no “se anduvo con chiquitas” a la hora de utilizar los adjetivos calificativos.
Verán: tras la primera actuación de Ramón García, donde hizo una completa relación de las vicisitudes que tanto el nombre y su correspondiente placa identificativa han recorrido desde que en una sesión plenaria llevada a cabo en el mes de enero del año 2006, el Gobierno municipal liderado por Diego García Caro, acordó nombrar el Recinto Ferial como “Baldomero Marín, alcalde republicano de la ciudad en los años de la Guerra Civil”. Más adelante, con el cambio de signo de la corporación en 2011, desaparece la placa en la entrada del susodicho Recinto. Nunca más apareció, aunque el pueblo tenía bien seguro quién había sido el “autor espiritual” de la tropelía.
Para que la placa se restituyera con el nuevo texto que se aprobó, se tuvo que acudir al juzgado.
La penúltima “hazaña” llegó el verano pasado, cuando el grupo Vox presentó una moción pidiendo que el Recinto Ferial se nombrase “Hilario López Millán”. Ya para finalizar este primer debate, Ramón García, durante su intervención inicial, aseguró tajantemente que “Lamentablemente a la Virgen del Rosario la están utilizando políticamente, sin sofocarse, de una forma burda y sin precedentes, con el único fin de conseguir su objetivo, que no es otro que deshonrar y eliminar el nombre de Baldomero Marín, que fue alcalde de esta ciudad, como lo fue su padre, como lo fui yo y lo es usted”, señalando a Manuel Serena.
La señora Raquel imparable
Y ahora llegamos a la intervención de Raquel Tomás, que, como todos ustedes saben, es la portavoz de Vox y desde hace pocos meses forma parte del Gobierno municipal, ocupando la concejalía de la Mujer.
En primer lugar, quiso justificar la “metedura de pata” cuando propusieron para ocupar este honorable puesto el nombre de
Hilario López Millán, algo que ni siquiera sus familiares pretendían. Después pasó a relatar una biografía de Baldomero Marín donde no obvió ni un solo pasaje de “la leyenda negra”, para lo cual tuvo que rebuscar numerosos documentos -bien asesorada-, muchos de ellos de sospechosa procedencia.
“Sin cortarse un pelo”, la concejala del grupo radical empezó a desgranar, sin olvidar aquello de ¡Muera la Guardia Civil!, nombres de fallecidos y parientes cercanos, entre ellos, guardias civiles, sacerdotes y religiosos. No faltaron detalles de morbosidad, ¿para qué nos los iba a ahorrar?
Una auténtica venganza
La contundente respuesta de Ramón García no se hizo esperar:
“La intervención de la señora Raquel es una auténtica venganza en pleno siglo XXI. Yo creo que mi intervención y la de la concejala del Partido Popular, Miriam, han sido respetuosas”.
“Aquí,” continuó, “se lleva a cabo un juicio sumarísimo en la figura de Baldomero Marín. Cuando ella quiera, podemos hablar de lo que hicieron unos y otros. A él, con una sola firma, lo ejecutaron, tras un juicio sin ninguna garantía”.
Más moderada estuvo la concejal Miriam García, que pidió un respeto para la imagen de la Virgen del Rosario, como patrona de Hellín, nombrada en 1907, y por ello, aseguró, la Feria siempre se había celebrado en su honor.
Dijo no querer hablar de épocas pasadas, especialmente difíciles, que ahí se quedan para la historia, sin fanatismo y usando el sentido común. Más adelante, llena de seguridad religiosa, propuso la celebración de pequeños referéndums para que los hellineros eligiesen el nombre del terreno, asegurando que todos señalarían el de la Patrona.
La Cruz de los Caídos
Para terminar, una novedad interesante fue sacar a relucir el semiabandonado monumento conocido como “La Cruz de los Caídos”, ubicado en un punto álgido de la Gran Vía, sin nombres, asegurando que había sido un buen número de personas las que habían solicitado que se quite de allí, pero siempre se habían negado argumentando que para cada hellinero representa lo que él quiera, y asegurando que si hubiese sido un monumento impuesto por un gobierno de izquierda o republicano, los partidos de derechas a la primera ocasión ya lo habrían eliminado.
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