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Franquistas, xenófobos, machistas y antieuropeos

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Franquistas, xenófobos, machistas y antieuropeos

Antonio García

Esos son los piropos que don Rafael Simancas, secretario general del Grupo Socialista en el Congreso les ha dedicado a los de Vox, por la cosa esa del pacto en Andalucía tras las elecciones del pasmo. Que a todo el mundo lleva de cabeza. O sea, que estaba la pájara pinta, sentada en su verde limón, con el pico cortando la rama, con la rama cortando la flor…, tan segura de sí misma y de su eterna gobernanza, cuando de pronto, tras un recuento electoral, la rama se quiebra y le entra el canguelo. Porque, sin saber cómo ni de donde, aparece una “extrema derecha” en forma de Vox, cuya presumible influencia hace temblar los cimientos del palacio de San Telmo y los chanchullos de casi cuarenta años de socialismo. Cuarenta más los “Cien Años de Honradez” que llevaban a las costillas en 1977. Sobre todo cuando los Pepés y los Ciudadanos están dispuestos, según parece, a pactar con los ¡herederos del franquismo! <<Pacto de la vergüenza>>, <<traición a España>>, vocean por calles y plazas los impolutos, pulcros, inmaculados e intachables adalides de un pesoe, que jamás consintió mancharse las manos con socios de mala reputación democrática para conseguir la gobernanza, ni pactó -de espaldas a la voluntad popular- con advenedizos “herederos de Stalin”, terroristas, independentistas ni demás gente del hampa política española.

Que cosas tiene la vida política, ¿verdad? Cómo catorce escaños, adjudicados por ciudadanos andaluces tan respetables como los demás, pueden producir tal conmoción, desconcierto, estupor y consternación en los líderes y filas de un partido que, desde que se fundó, solo ha sembrado canciones de amor y de paz por los caminos ibéricos.

Susana Díaz, esa humilde e inocente señora prima hermana de Blancanieves, deshecha y abatida por dentro, clama desde su alminar andaluz proclamando al pueblo con voz desgarrada y desgarradora que <<ningún pacto de la vergüenza con la extrema derecha va a hacer que los andaluces renuncien al 28F>> -día en que Andalucía celebró el primer referéndum de autonomía-. Pero no quedó ahí su declaración de intenciones, pues en un arranque de “absolutismo democrático-izquierdista”, y echando mano de la frase atribuida a Luis XIV, pero aplicándola a sí misma y a su cortijo, afirma con voz de gallo peleón: ¡La Autonomía soy yo! Dejando establecido de esta forma el maridaje productivo y eterno Partido Socialista-Andalucía. Como una simbiosis indestructible.

Lo triste, amigos, es que ahora nos encontramos con 400.000 andaluces antidemócratas, franquistas, xenófobos, machistas y antieuropeos que a ver qué hacemos con ellos. El señor Simancas sabe a pies juntillas que son todo eso -y quizás algo más- por el partido al que han votado. Hizo un master en psicología de masas, especializándose en perfiles psicológicos de los votantes. Y si no llega a ser por Vox jamás habrían presentado su verdadera cara. Pero han quedado al descubierto. Yo creo que hasta son homófobos. Y, según ha dicho en los pasillos del Congreso, un atajo de mariconazos de mucho cuidado. Porque esto no se hace con un partido que ha velado treinta y ocho años por los recursos andaluces, hasta el último céntimo, para que ningún corrupto sicario de Alí Babá pudiera meter sus manos impuras en el dinero de la Junta. Pero así lo paga esa minoría despreciable. ¡Desagradecidos!

Queridos lectores, hablo en serio, ese tal Santiago Abascal está confundiendo a los votantes con malas artes. Con propuestas indecentes tales como la unidad de España, la difusión de sus valores históricos, el control de la inmigración ilegal, el desmontaje de las autonomías arruinadoras, la rebaja drástica del número de cargos políticos, recuperar para el Estado central las competencias en Educación, Sanidad, fuerzas del orden, eliminar la Ley de la Memoria Histórica, meter en vara a las comunidades periféricas independentistas, en cuya línea propone ilegalizar a los partidos y asociaciones que persigan la destrucción de la unidad territorial de la Nación y de su soberanía, defender el idioma español en todo el país, combatir la ideología de género… En fin, indecencias todas ellas que a una buena parte del pueblo español –al parecer en aumento- le están comiendo el coco. ¿Acaso no estamos bien como estamos? ¿No estaban bien en Andalucía? Pues entonces, ¿a qué vienen estos intrusos queriendo desbaratar el paraíso andalusí y español? Los partidos de izquierdas tienen razón, leches, hay que ilegalizar a estos recién llegados. Tan fascistas, antidemócratas y anticonstitucionales que solo proponen absurdos que los españoles nunca deberían de aceptar. Las hordas rojas no se explican cómo puede resultar tan atractivo a muchos españoles ese Vox que se ha atrevido a interrumpir la paz, la concordia y el progreso patrio, con propuestas tan descabelladas. ¿Usarán polvos mágicos en sus mítines?

De todas formas, no tomen esto como un panegírico del tal partido político. Allá cada cual. Pero un servidor no puede menos que sorprenderse del hecho de que, los que tantas lecciones dan sobre democracia, libertades, derechos, tolerancias y diversidad (y no ha mucho, de talante), ahora estén empeñados en estigmatizar y taponar la boca, más aún, en cargarse a un opositor que les ha salido respondón, llamando a rebato a las “fuerzas progresistas” del país en pos una alianza contra la ultraderecha tramontana, fascistona, franquista, xenófoba, machista y antieuropea, que bien puede arrebatarles un pedazo de la tarta de la que solo ellos comen, bien pertrechados en sus lujosas mansiones y prebendas.

Y a salvo del olor a proletariado.

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