Antonio García
Para muchos de nuestros paisanos nacionales la Historia de España comienza con Felipe González. Antes sólo hubo vacío, oscuridad, barbarie. Genocidios, injusticias, tinieblas, atraso. Un larguísimo período de miles de años tan tétrico y espeluznante, que más vale olvidarlo. Y eso han hecho muchos, olvidarlo, o, mejor aún, no aprenderlo siquiera. Ignorarlo por completo.
Hace pocos días un periódico, que se declara políticamente incorrecto nos traía esta noticia, por razón de la celebración, todos los 2 de Enero, de la toma de Granada por los Reyes Católicos (este año, el 525 aniversario): <<las bases de podemos exigen a España que pida perdón a los musulmanes por la toma de Granada>>, que, como ustedes saben, fue una manía que les entró a los Reyes Católicos, allá por el año 1492, por lo ociosos y aburridos que se encontraban y sin nada mejor que hacer, dado que aún no estaban en el mercado las Nintendos ni los Smartphones.
Tomaron Granada tras un largo sitio, un agobiante asedio de dieciocho meses, al final del cual, el 2 de Enero de 1492 los ejércitos sarracenos se rindieron y el sultán Boabdil entregó las llaves de la ciudad, hartos de pasar hambre y sin una gota de cerveza que llevarse al galillo. Episodio con el que se da por finalizado el poder musulmán en la península, tras casi ochocientos años de dar por saco a los españoles. Muchísimos cruzaron el mar, pero otros muchos se refugiaron en Las Alpujarras, en la vertiente sur de Sierra Nevada desde donde, casi ochenta años después dieron lugar a lo que se conoce como la Rebelión de las Alpujarras, poniendo de mala leche al bendito de Felipe II, nieto de los Reyes Católicos, que tuvo que decir: <<hasta aquí hemos llegao>>.
Pues sí señores, con la toma de Granada la Reconquista se dio por finiquitada, los reinos españoles unificados, y el gran libro de la historia recogiendo una de sus páginas más gloriosas de su ídem. Desde el año 711 que entraron en nuestra casa los musulmanes, creo que ya estaba bien. Porque además no vinieron en plan guay, con casetas de feria, puestos de todo a cien ni repartiendo globos. Traían colgados al cinto unos alfanjes que cortaban con solo mirarlos y, mandoble va, mandoble viene, empezando por la batalla de Guadalete aquel mismo año, en un decir amén se colocaron a las puertas de Asturias, eso sí, evitando coger el AVE, pues llevaban la tarea de cercenar todo gaznate que se pusiera por delante de sur a norte de la península. Solo que en Asturias, un tal don Pelayo les salió chuleta y respondón y los moros, ante lo brutos e incivilizados que eran los astures, decidieron que no tenían ya ganas de subir aquellos cerros, después de la caminata que se habían dado. Que ya volverían por allí otro día a meterlos en vereda y predicarles el Corán.
Y todo esto, queridos lectores, no lo perdonan los de Podemos. España debe pedir ser absuelta de aquel gran pecado, agravado además por el –según Podemos- genocidio que cometieron los reyes patrios y que, paradójicamente, todos los historiadores ignoran. Pero es que además está claro, los Reyes Católicos eran islamófobos y franquistas, fascistas y xenófobos… ¡y unos racistas de cojones!
En fin… Lo que estos pobres neocomunistas no se dan cuenta es que, cuando se sitió Granada, el resto de la península estaba ya en manos de los reyes hispanos, siendo ésta ciudad el ultimísimo reducto que quedaba del otrora poderío musulmán. Siglo y medio antes, Fernando III el Santo había conquistado los reinos de Jaén, Córdoba, Sevilla y Extremadura. Solo era cuestión de tiempo. Y de que esos señores no fueron invitados a nuestro convite, ni entraron en España atraídos por las ayudas, subsidios y acceso a la vivienda que hoy se les da desde el buenismo democrático actual. Y que además, no solo querían quedarse con España, sino que iban de lleno a conquistar toda Europa. De hecho, tras dejar Asturias para otra ocasión, enfilaron para Francia, cruzaron los Pirineos, conquistaron algunos territorios –estableciendo capital en Narbona- y se las prometieron felices, hasta que el franco Carlos Martel les dio las del pulpo en la batalla de Poitiers, año 733-734, obligándoles a recular y cruzar de nuevo la cadena montañosa, paro en sentido inverso. Por lo cual, Francia también debería de pedir perdón. Oigan.
Pero la cosa no se iba a quedar ahí. En 1529, treinta y siete años después de la rendición de Granada, el sultán Solimán el Magnífico, al mando de las tropas del imperio turco-otomano llega hasta la mismísima Viena, una vez conquistada buena parte de Europa del este y sur. No pudo culminar su objetivo, gracias a tropas venidas de distintos puntos del continente, cuyo núcleo duro lo constituían 1700 lansquenetes alemanes más 700 arcabuceros españoles. Lo intenta de nuevo en 1532, poniéndole a toda Europa los huevos por corbata. Pero se encontró a los defensores apoyados por un gran ejército al mando del Emperador Carlos V, nuestro rey Carlos I. A pesar de estas derrotas, esta gente mora no se conformaba en su ambición de conquistar el continente. En 1683 provocan el “Segundo sitio de Viena”. Y Europa vuelve a temblar. Tras dos meses de asedio, ya impacientes por extender su consigna <<paisa, barato, no caro>> se produce la batalla de Kahlenberg, los días 11 y 12 de Septiembre. Los turcos desplazaban un ejército impresionante, el mayor desde los tiempos de Saladino. Ante esta amenaza, y a instancia de los príncipes europeos, el Papa convocó una cruzada, a cuya llamada acudieron todos los países cristianos (excepto Francia). El 12 de Septiembre, delante de las murallas de Viena, la morería recibió lo que no está en los escritos.
Resumiendo, no solo España, sino Europa entera debe pedir perdón a los musulmanes, por no haberse dejado conquistar y haberles hecho pupa para que dejaran de dar la tabarra.
Pero, ¿cómo se le explica todo esto, y mucho más, a gente sin cerebro? ¿Cómo arrojar un poco de luz sobre la oscura, ignorante y fanatizada cabeza de estas pobres criaturas “podemitas” y no tan podemitas? Incultos viscerales y antipatriotas empedernidos, empezando por sus cabezas nacionales, que son los más ignorantes a pesar de sus títulos universitarios. Imposible.
Lo chocante del caso es que ahora, tras varios siglos de alejamiento, la morería ha comenzado una nueva conquista de Europa que sí lleva visos de triunfar, si no ocurre una milagrosa metamorfosis en las cabezas y corazones de todos los políticos europeos y nacionales, sean del partido que sean. Más que defensores de nuestra identidad y cultura occidentales, parecen la quinta columna del Islam que, desde el interior de las murallas, le está abriendo las puestas al enemigo. Pero oigan, queda muy multicultural y “alianza-civilizacional”.
Que gusto me va a dar –aunque me toque lo mío- si llega el día en que vea a los Iglesias, Rajoys, Albertos y Pedros, y demás líderes de Bruselas con sus comitivas respectivas, rezando con el culo en pompa mirando a la Meca. Y a sus respectivas féminas, sudando la gota gorda debajo de un burka.
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