A otro perro con ese hueso. Poco tiempo hace y ya se ha comentado bastante, aunque no lo suficiente. Me refiero a las elecciones andaluzas y el asqueroso y deplorable espectáculo que están dando muchos “demócratas” de pacotilla en Andalucía. Demócratas más falsos que un euro de madera. Cada vez estoy más convencido de lo cierto que encierra aquel viejo refrán: <<dime de lo que presumes y te diré de lo que careces>>. ¡Qué dosis de sabiduría popular! Tan cierta es la sentencia, que en España es facilísimo demostrar su veracidad. Solo tenemos que fijarnos en la extrema izquierda y en la no tan extrema. También los hay que cojean en el otro bando, pero quien de verdad está dando la nota son los hijos del marxismo. Quien está rompiendo a pedazos la convivencia en nuestro país, o al menos intentándolo con tesón y denuedo no son otros que los secuaces del marxismo, aunque en realidad no tengan ni puñetera idea de lo que es esa doctrina y de sus nefastas consecuencias históricas.
Desde luego es paradójico: los que más se llenan la boca de democracia y van de predicadores con los altavoces a tope, son los más anti demócratas que uno se pueda imaginar. Y no me estoy inventando nada, solo observo y reflexiono. Cosa, por cierto, que está al alcance de cualquiera.
Históricamente la democracia es un sistema joven. Y es lo mejor a lo que hemos podido llegar, pero solamente es posible si entendemos que esta forma de vivir en sociedad únicamente es viable si se fundamenta en una serie de valores, que básicamente son: libertad, igualdad, justicia, respeto, tolerancia, pluralismo y participación. Cualidades todas ellas de una sociedad sana, y desconocidas para las izquierdas totalitarias y demagógicas, desde que aparecieron en la Historia.
El caos y la violencia que han cundido en muchas ciudades andaluzas por la entrada de Vox en el escenario parlamentario es de lo más repugnante, infecto y nauseabundo que podría ocurrir tras unas elecciones democráticas. Solo mentes enfermas y totalitarias pueden protagonizar espectáculos tan bochornosos. Y si no, díganme ustedes qué tipo de personas pueden gritar, amenazando al oponente político frases como esta: <<Sin piernas, sin brazos, los fachas a pedazos>>. Cuanta miseria mental y espiritual, cuanta pobreza, cuanta ignorancia. Y cuanta violencia, tan genialmente inmortalizada por Goya. Y Pablo Iglesias llamando a la lucha “antifascista” a todos los trabajadores, estudiantes, feministas LGTBI y demás colectivos “progresistas” del país, para frenar a la “extrema derecha” y proteger la democracia. ¡Pero qué sinvergüenza! ¡Pero qué estafador! Alucino al ver que todavía hay gente que sigue a este atajo de payasos timadores. Truhanes de baja estofa. Delincuentes irredentos.
Traigo a colación un gracioso y atinado párrafo encontrado en las redes: <<Ya hay que ser gilipollas para que un tío que gana 7.200 euros al mes, te diga desde su chalé con piscina, casa para invitados, servicio doméstico y vigilancia policial las 24 horas del día, (más los ingresos de Irán y Venezuela) que hay que salir a defender a la clase obrera, y tú vayas y salgas>>. Cuando es evidentísimo y demostrable, añado yo, que la izquierda marxista hace mucho que se olvidó del obrero, del marginado, del necesitado y del desahuciado. Y a las pruebas me remito.
Quema de contenedores, cortes de circulación, destrozos en el mobiliario urbano, rotura de escaparates, deterioros en portales de edificios de viviendas… como protesta porque un determinado partido ha obtenido –legal y democráticamente- una significativa parte de la tarta. ¡Sí señor! Así se frena a la “extrema derecha”, así se protege la democracia. Así se construye la España del futuro. Y digo yo, ahora que caigo, ¿por qué es peor ser de extrema derecha que ser de extrema izquierda? Sobre todo después de aclarar que en España, lo que se dice extrema derecha apenas se percibe por ningún sitio, pero lo que es extrema izquierda ya da hasta basca. Ganas de vomitar. Asco. Hagamos un breve repaso histórico de cuarenta años atrás a esta parte, y por favor, seamos sinceros. ¿Quiénes han sido los protagonistas, en la historia de nuestra joven democracia, de todos los altercados callejeros? ¿Quiénes suelen romper, quemar y agredir? ¿Quiénes asaltan capillas y profanan y se mofan de las creencias de los demás? ¿Quiénes atacan y agreden físicamente a estudiantes universitarios? ¿Quiénes revientan conferencias? ¿Quiénes presionan para que no puedan exponerse libremente determinadas opiniones? ¿Quiénes dan órdenes a los Gobiernos Civiles para que la policía no disuelva manifestaciones ilegales, provocativas, amenazadoras y hasta violentas? ¿Quiénes en realidad, están continuamente insultando, incitando al odio, la violencia, la división y el enfrentamiento? ¿Quiénes profieren públicamente frases amenazantes? ¿Lo saben ustedes o hay que ilustrarles? No, seguro que lo saben: Las izquierdas. Personalmente reto a cualquiera a que me demuestre lo contrario, con datos en la mano.
Lo más lamentable y peligroso de todo esto es la similitud que en muchos aspectos guardan estas actitudes con los tiempos prebélicos de la Segunda República española. Hombre, no creo que vuelva a repetirse “aquello”, Dios no lo permita, pero si uno ha leído lo suficiente, forzosamente tiene que venirle a la memoria el clima en que se desarrolló e incubó aquella tragedia. Y, salvando las distancias, es decir, nuestro actual estilo de vida, la situación socio-económica, la integración en organismos internacionales y todo lo que ustedes quieran salvar, no les extrañe demasiado que a una parte de España se le hinchasen los cojones en aquellos entonces y dijera <<hasta aquí hemos llegado>>.
Que seguramente es lo que están pretendiendo.
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