Page, que ha sido uno de los principales referentes del socialismo crítico con la dirección nacional, ha justificado su postura en la “gravedad sin precedentes” de la crisis que atraviesa el partido, salpicado por los escándalos que han afectado a los exsecretarios de Organización Santos Cerdán y José Luis Ábalos.

“O se recupera la confianza parlamentaria que hemos perdido —y no a cambio de más chantajes o frenos de los independentistas— o elecciones”, sentenció el presidente castellanomanchego, quien recibió aplausos de su equipo pero también gritos de “impresentable” de manifestantes congregados en las inmediaciones de Ferraz.

Page ha querido subrayar que Castilla-La Mancha no será cómplice del silencio ante una corrupción que considera “la más grave en la historia del partido”. En declaraciones a los medios, criticó el intento de “esconder la cabeza debajo del ala” y advirtió: “Si se opta por los paños calientes, lo que vendrá será aún peor”.

Frente a su postura, desde el PSC aseguraron que “Page se ha quedado solo”, quitando hierro a su intervención. “Sus cuatro minutos fueron puro teatro”, señalaron fuentes del partido catalán. “No hay clima de crispación”, añadieron.

Aun así, Page defendió la necesidad de una regeneración interna, dejando claro que “la derecha no puede dar lecciones de ética, pero nosotros tampoco podemos banalizar lo que ocurre en casa”.

En una región como Castilla-La Mancha, donde el presidente goza de mayoría absoluta y ha mantenido una voz propia dentro del PSOE, sus palabras resuenan con fuerza. El mensaje enviado desde Hellín a Madrid es claro: no habrá cheques en blanco ni silencio cómplice.