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La Hacienda del Azaraque

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La Hacienda del Azaraque

Situada dentro del término municipal de Hellín, en el sureste de la provincia de Albacete, según las informaciones publicadas por J.F Jordán Montes y C. Conesa García, este territorio se localiza a 1,5 Km de la pedanía de Agramón, con un manantial que se recoge en una balsa de grandes dimensiones (900 m2 de superficie), de paredes cementadas. La altura de la lámina de agua varía entre 0,6 y 2 metros y los caudales entre 20 y 40 l/s.

Es un manantial que corresponde a una surgencia en materiales margosos con alternancias de calizas tableadas del Mioceno Superior. Su proximidad a los depósitos aluviales (arenas y limos con cantos) del rio Mundo.
Las aguas del Azaraque pueden catalogarse de <cloruro-sulfatadas-sódicas-magnésicas>.

Según los nombrados artículos “en las relaciones Topográficas de Felipe II correspondientes a la villa de Hellín, aunque se mencionan algunas fuentes de Agramón y Minateda, nada indican acerca de este nacimiento termal: Con casi plena seguridad se puede afirmar que en este siglo XVI no se utilizaba el manantial con fines terapéuticos, sino, en el mejor de los casos, como agua de riego”.

Asimismo, se asegura que la prospección arqueológica no había detectado yacimientos de importancia en el valle del Mundo tras el poblamiento de la edad del Bronce medio y final, y se cree que estas tierras fueron medio abandonadas hasta el siglo XVIII, cuando posiblemente se pones en regadío amplias huertas y se construyen canalizaciones, acequias y acueductos de envergadura.

Es precisamente cuando en 1746, el médico titular de Hellín, Cerdán, al que se puede considerar descubridor de las propiedades de estas aguas, lleva a cabo un análisis con suficientes detalles de los baños del Azaraque e indica que parte del agua se deben utilizar para riego y señala que desprenden un característico olor a azufre.

Este mismo galeno señala una circunstancia de verdadero interés para aquellos tiempos afirmando que “el calor del liquido y la composición de sales disueltas en él, permitía cocer el cáñamo en apenas dos días, cuando, a tenor de los datos que proporciona, se precisaban en otras balsas y con otras aguas, unas veinte jornadas”.

Las curas de los baños
También es interesante el ritual que describe Cerdán para proceder a la cura de las personas que acudan al tratamiento de las aguas:
“El paciente debía de estar bien evacuado, levantarse al salir el sol, y beber en ayunas el agua de la fuente, pasear un rato por el entorno arbolado… Finalmente procedería a un baño de una hora dentro del estanque que retenía las agua. Tras la inmersión, el paciente debe de desayunar alimentos ricos en calorías (chocolate y caldos), estando bien abrigado sudar”.

El informe de Cerdán finaliza con una alabanza a estos baños, estimando que sus aguas son más beneficiosas y útiles que las de Archena y Fortuna en la provincia de Murcia.

Pero no debieron marchar las cosas muy bien pues una década después Gómez de Bedoya narra en un informe las deficiencias que aquejaban a las instalaciones del Azaraque, “donde no había ningún tipo de habitación o albergue para los visitantes que a ellas acudían a tratarse las enfermedades que según el crítico eran entre otras, terciarias, cuartanas, obstrucciones, ictericias, ciáticas, reumatismos, dolores nefríticos, malestar en la vejiga urinaria o estreñimientos, entre otras”.

Añadiendo que eran perjudiciales para los écticos, los tísicos y los atrópicos así como para los “demasiado extenuados”.

La tradición oral y el cierre del balneario
También en este trabajo de Jordán y Conesa se recogen algunos comentarios de las personas que viven en Agramón por ejemplo que a los baños del Azaraque se les llamaban los Baños de la Marquesa, quizás en un intento de crear un ambiente mágico en torno a los poderes de las aguas. Así mismo, para la mentalidad popular las aguas sanaban las “granujadas” (conjunto de granos) cuando el personal se bañaba en las aguas.

Ya dentro de lo que estaría de la mano de la imaginación y fantasía popular se hablaba también que estas aguas no se podían embotellar por que la fuerza del contenido en sales hacía explotar los envases.

Hasta 1963, que se cerró definitivamente el balneario, existían cuatro habitaciones para alquilar dotadas de chimenea y dormitorios para familias que llegaban “a tomar las aguas” y otras tres para el baño directo que están sumergidas en el estanque y de las que solo son visibles los cimientos bajo las aguas. La causa directa de este cierre es la competencia directa que tenían en los balnearios de Fortuna y Archena, “mejor equipados médicamente y con mayores servicios hidroterápicos”, aunque hay testimonios y en este informe los hemos recogidos donde se asegura que las aguas del Azaraque son más beneficiosas y útiles que las de las dos poblaciones murcianas.

Informe arqueológico

Jordán y Conesa, en su magnifico trabajo, no dejaron de informar sobre los restos arqueológicos encontrado en los alrededores de la Hacienda del Azaraque:
“En una inspección realizada en el caserío, en la parte más próxima al caudal del río Mundo, observamos una estructura cubierta cuyo basamento estaba construido con grades sillares perfectamente labrados y ensamblados entre si. Esta parte inferior nos atreveríamos a incluirla dentro del catálogo monumental romano. Se trata del zócalo de lo que en tiempos se llamó <Baños de la Marquesa>. Muy probablemente la mitificación de dicha estancia revele un origen muy antiguo”.

Más adelante hablan de la importancia de los restos de cerámica romana encontrados:
“La prospección fue realizada en la tierra de labor y jardines de la casa del Azaraque y proporciono los siguientes datos: cerámica gris romana y sigillatas hispánicas. La escasez de material estuvo causada por el tremendo desmonte creado para crear bancales y jardines en las inmediaciones de la casa del Azaraque. Las plantaciones y la arboleda natural fue ocupada durante la romanización desde mediado del siglo I d. C.
También los árabes es posible que habitaran aquellos parajes. Hay que recordar que el vocablo Azaraque es árabe y significa .

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