El Faro de Hellín

Conchi Catalán

Llevamos más de un mes inmersos en el lamentable y bochornoso espectáculo originado por el machismo recalcitrante y arraigado en la sociedad y que se ha puesto de manifiesto con toda nitidez en el mundo del fútbol y es que, el deporte rey, venerado por millones en todo el planeta, es un terreno donde las actitudes machistas han acampado desde siempre, totalmente normalizadas y por tanto impunes.

Los hechos ocurridos con las campeonas del mundo han dejado al descubierto toda la prepotencia, el dominio, y el menosprecio del poder masculino hacia las mujeres, otorgándose a sí mismo licencia para actuar sin restricciones y obviando por completo el respeto y la dignidad hacia todas y cada una de ellas.

El beso, no consentido, no es más que la punta del iceberg que ha visibilizado un modus operandi dentro de la Federación, que quedó palpable con los aplausos y el apoyo al presidente ante su insoportable chulería y prepotencia, asegurando por activa y por pasiva que no iba a dimitir, asignándose el rol de víctima y culpabilizando a la futbolista.

Este machismo obstinado y tóxico se ha dejado ver y sentir de manera categórica en el silencio cómplice, en la tibieza, en la no actuación o en algunas manifestaciones abiertamente cercanas y de apoyo a Rubiales, por parte del entorno futbolístico (futbolistas masculinos, entrenadores, presidentes de equipos, directivos…) que no hacen más que enviarnos un mensaje claro de tolerancia hacia el machismo en el deporte en particular y también en amplios círculos de la sociedad.

Por otra parte, estas conductas despreciables, han traído como resultado el brillo, la valentía, la honestidad y el compromiso de las futbolistas, que nos han dado una lección magistral en la lucha por los derechos de la mujer…

Estas chicas plenas de juventud, inteligencia y saber estar no solo han brillado profesionalmente, sino que diciendo “SeAcabó” han plantado cara a la plana mayor del negocio del fútbol, han desestabilizado sus rancias estructuras y han abierto ventanas de aire fresco, convirtiéndose en referentes para millones de niñas, que hasta hace nada se las excluía del campo de fútbol del cole porque era patrimonio de los chicos y que ahora disfrutan del deporte del fútbol y sueñan con ser algún día como ellas y lo más importante:

“Las admiran por la entereza y bravura con la que se han enfrentado al patriarcado, por cómo han librado la batalla más dura contra el abuso, la injusticia y la discriminación, por cómo han sabido resistir y salir victoriosas de un envite que ellas no habían provocado. Ningún partido será tan gloriosamente bello como esa fotografía para la historia de ellas puño en alto y mostrando el brazalete reivindicativo”. (De Diario 16. José Antequera)

Conchi Catalán