El Faro de Hellín

Por el que se “suplicaba” al superior de la orden religiosa que abandonaran sus dependencias

Fue en el mes de febrero de 1924 cuando la Comisión permanente del Ayuntamiento de Hellín, presidida por Juan Martínez Parras, aprobó el derribo del Convento de San Francisco y su iglesia, tal como lo informaba el semanario RENOVACIÓN dirigido por Francisco Martínez Paredes, con Mariano Tomás Precioso como subdirector.

Esta decisión de derribo se había tomado durante la sesión ordinaria del día 20 de febrero de 1924, exactamente hace 100 años y 400 desde su fundación. En ella, se “suplicaba” al superior de los religiosos franciscanos que abandonaran las dependencias que ocupaban en las mencionadas instalaciones, así como las ocupadas por las escuelas públicas y la cárcel del partido.
Ante esta decisión, la reacción de un gran número de hellineros no se hizo esperar. Organizaron una rogativa con la siguiente convocatoria:

“¡HELLINEROS! Los abajo firmantes, entusiastas de las tradiciones religiosas y artísticas de Hellín; en nombre de la Religión y las Bellas Artes, tienen el honor de convocar a todos los hellineros de corazón, amantes de los sentimientos y monumentos religiosos que nos legaron nuestros antepasados como memorial de su piedad y su cultura, a una rogativa pública que se celebrará con toda pompa y religiosidad el próximo domingo a las once de la mañana en nuestra Iglesia de San Francisco, para implorar al Cielo la gracia de cambiar los propósitos y pensamientos de aquellos que proyectan derribar dicha Iglesia de San Francisco, relicario de amores y entusiasmos para el alma hellinera, y que por fortuna fue declarada sólida y sin ningún peligro por el arquitecto diocesano, d. Pedro Cerdán hace escasos dos años.
¡Hellineros! No faltéis ninguno el próximo domingo a las once en la Iglesia de San Francisco. Lo solicitan la religión y la cultura de Hellín; lo piden nuestros antepasados, que dedicaron su dinero, su entusiasmo, su cooperación y su amor para edificarla. Si permitimos que sea derribada, sentirán indignación y se avergonzarán de nosotros desde sus tumbas.
La Comisión.”

Más adelante, el Ayuntamiento, ante la presión popular, revocó la decisión y dejó sin valor el acuerdo denostado.