El Faro de Hellín

Conchi Catalán

Llegó junio…y con él, el final de curso. Un curso muy particular y complicado en el que todos hemos sufrido mucho, hemos tenido que adaptar nuestros ritmos vitales a las increíbles circunstancias que de un día para otro nos sorprendieron y descuadraron todos nuestros esquemas.

Parece que después de año y medio empezamos a ver la luz al final del túnel y por eso, con la esperanza y la ilusión de un nuevo comienzo y empezando a dejar atrás la horrible pesadilla, quiero desde estas páginas expresar mi gratitud a todas las personas que han hecho posible que estemos ganando la batalla.

Todos de manera individual y colectiva hemos puesto nuestro grano de arena para salir adelante. En este momento, estoy acordándome de los sanitarios, militares, policía, Guardia Civil, empleados de supermercados, personal de limpieza, empresarios, conductores, cuidadores, hosteleros, pequeños comerciantes y en general toda la sociedad con su sacrificio y esfuerzo. Para TODOS el mayor de los aplausos, pero –si se me permite- hoy, de manera especial, me gustaría dedicar esta página a los maestros y profesores, que frente al virus que pareció parar el mundo, ellos hicieron que la educación siguiera funcionando…

Gracias a todos los maestros y profesores por permanecer al pie del cañón durante todo el tiempo. En el comienzo, porque de la noche a la mañana os tuvisteis que adaptar a pasar de una educación presencial a otra online con todo el esfuerzo que eso trajo consigo: esfuerzo de adaptación para enseñar de forma virtual, sin contacto, a gestionar el propio miedo y la incertidumbre olvidando el estrés y la ansiedad que generaba la situación para dar a vuestros alumnos una respuesta lo más normalizada posible en un contexto tan incierto y cambiante.

En aquellos meses de confinamiento, pusisteis todo vuestro tiempo a disposición de los alumnos, avanzando materia como buenamente podíais, respondiendo a montañas de correos, atendiendo llamadas, resolviendo multitud de dudas, videoconferencias, corrigiendo por las noches, a la vez que buscabais nuevas formas para presentar los contenidos y evaluarlos…y además haciendo frente a la burocracia añadida.

La pandemia continuó y el curso que ahora termina, miró de frente al COVID y las escuelas e institutos permanecieron abiertos desde el principio, porque los mejores métodos digitales, nunca podrán sustituir a la enseñanza presencial, al contacto humano y personal entre compañeros y entre alumnos y profesores.

En septiembre, por tanto, (con vuestros miedos inevitables y lógicos) pusisteis en marcha todos los mecanismos del sistema para que nuestros niños y adolescentes tuvieran una vida lo más normalizada posible dentro del entorno escolar y así, un día tras otro, preocupándoos de que los chiquillos aprendieran y al mismo tiempo velando porque no se contagiaran, tomando su temperatura, recordando a cada momento el uso del gel, la mascarilla, la distancia, los grupos burbuja, el frío por la ventilación, los inevitables aislamientos en estrecha colaboración (también virtual) con los padres…y un sinfín de acontecimientos y situaciones que habéis ido sorteando con esa gran dedicación que os caracteriza, logrando con ello que las escuelas e institutos hayan seguido siendo lugares seguros para nuestros chicos… Siempre he pensado que ser maestro/profesor es una profesión de retos y esta pandemia os ha puesto frente a uno bien grande que habéis superado con éxito.

Ojalá que esa “Misión Cumplida” sirva para ir más allá de los aplausos y los reconocimientos (que están muy bien), pero de poco habrán servido si todo queda ahí… Necesitamos una sociedad que valore, apoye y respete a los maestros y un gobierno que tenga como verdadera prioridad una educación de calidad para todos.