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Acoso escolar (Segunda parte) “Cómo descubrirlo y prevenirlo”

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Acoso escolar (Segunda parte) “Cómo descubrirlo y prevenirlo”

Conchi Catalán

Aunque no es fácil detectar una situación de acoso, ni desde el colegio, ni desde la familia, debido a ese “pacto de silencio” que se crea en torno a este problema, por parte de los compañeros y también porque el chico o la chica que lo sufre, generalmente, le cuesta hablar con los adultos por multitud de razones, como el temor a represalias por parte del acosador o aislarse socialmente porque piensan que nadie puede comprenderlos o por miedo a que los demás les consideren “blandengues” o chismosos, miedo a ser rechazados por los compañeros y en general, porque el acoso supone para el chaval que lo sufre una experiencia humillante y por tanto no quiere compartirla…

Todo este cúmulo de sentimientos generan en los chicos y chicas una sensación de impotencia y soledad que implican un sufrimiento profundo y suelen desencadenar en una serie de comportamientos que los padres pueden identificar como posibles “señales de alarma”. Según los expertos, estas son algunas de ellas:

No tener ganas de ver a sus amigos ni de salir de casa.

Bajón en las calificaciones, pérdida de interés en las tareas escolares o negativa a ir a la escuela.

Alto grado de irritabilidad y nerviosismo.

Cambios de carácter.

Tristeza injustificada y apatía.

Pérdida o deterioro de objetos o material escolar.

Falta de apetito.

Baja autoestima.

Todas estas señales permiten sospechar que al niño le pasa algo y dan pie a los padres para poder así actuar lo antes posible.

Pero ¿Cómo se puede detener el bullying?.

La solución es compleja y para trabajarla hay que involucrar a todas las partes implicadas y partiendo desde la familia y el colegio mirar de manera individualizada a los diferentes “actores” del hecho.

El niño que acosa. No debe ser estigmatizado. No olvidemos que se trata de un niño y lo mismo que el acosado necesita ayuda, el que acosa, también la está pidiendo a gritos, pues como ya dijimos, en la mayoría de los casos, detrás de una conducta de este tipo se esconden otros problemas.

Lo primero es escuchar desde la empatía. Estos niños también necesitan sentirse queridos, lo cual no quiere decir que desde el colegio o la familia no se les haga ver a la vez lo negativo de su conducta, que han de asumir las consecuencias y reconocer el daño ocasionado. Muchas veces, a los padres les cuesta mucho reconocer que su hijo comete acoso, de entrada lo niegan e incluso echan la culpa a otros niños. Sobreprotegen a su hijo llegando a enfrentarse con quienes están intentando frenar el problema. Es importante, pues, que sin “echar balones fuera” y desde la serenidad, escuchen a su hijo y le ayuden a reconocer su mala conducta y a acatar las consecuencias y por supuesto a que deje de acosar.

El niño acosado. El primer paso es protegerle. El niño víctima de bullying se siente solo e indefenso y es preciso que sepa que cuenta con el apoyo del colegio y la familia principalmente.

Desde la familia escuchándole y dándole confianza, que se sienta protegido, que vea que él no es culpable de lo que pasa. Muchas veces los chicos sienten miedo, porque no creen que sirva de nada el contarlo en casa o en el colegio,

por eso es fundamental el demostrarles que sí sirve, que comunicarse en casa les ayudará a poder buscar soluciones entre todos.

Desde el Colegio, escuchándole, haciendo que se sienta seguro, sin tener miedo a ser juzgado, garantizando su protección y su anonimato y haciéndole ver que se toman medidas encaminadas a sancionar y corregir las agresiones y a fomentar su seguridad.

Los alumnos observadores. Son una pieza crucial frente al acoso escolar, el apoyo que el sistema necesita para darle solución al problema. Si los propios compañeros rechazan esas acciones y no se mantienen al margen cuando un niño es aislado o maltratado por otros, pueden parar todo el proceso.

En este ámbito, el papel de los padres es, como en todo, fundamental. Aconsejando a sus hijos para que no apoyen las conductas agresivas, que ante las injusticias no se queden callados. Enseñándoles que desenmascarar el mal no es de chivatos, sino de valientes. Desgraciadamente, esto, no siempre ocurre…

Los Colegios cuentan con las Normas de Organización y Funcionamiento y los Protocolos de Actuación que frente a un caso de bullying son herramientas que les pueden servir y son las únicas con las que cuentan en la actualidad de manera oficial.

Muy importante es también la figura del alumno “mediador”, que en muchos centros educativos se está introduciendo. Se trata de formar a alumnos, que voluntariamente quieran, mediante Programas de Resolución de Conflictos, para que medien entre las dos partes del problema. Este proyecto está dando muy buenos resultados y está siendo una “herramienta clave” en la lucha contra el bullying.

Con todo ello, yo valoro mucho la frase “ES MEJOR PREVENIR QUE CURAR” y es que en lo referente al bullying, no solo hay que hacerle frente cuando aparece, sino que es muy importante prevenir estas conductas desde que los niños son muy pequeños y eso solo puede hacerse con una buena educación en valores desde la familia y desde el colegio incorporando Programas Educativos transversales en el currículo escolar donde se trabajen aspectos como la empatía, la tolerancia, el respeto, la colaboración, la solidaridad, la justicia y la convivencia entre otros.

Las metodologías cooperativas bien aplicadas son muy positivas en este trabajo preventivo.

En fin, nos encontramos ante un problema social que está suponiendo una amenaza para nuestros niños y adolescentes, dentro de las escuelas e institutos, y fuera de ellos a través del cyberbullying, que extiende sus tentáculos por las redes sociales. Un problema que tiene graves consecuencias a corto y largo plazo tanto para el que acosa como para el acosado. Es imprescindible y necesaria la intervención inmediata desde todos los ámbitos (familiar, educativo e institucional) para erradicar esta lacra porque todos los niños y adolescentes tienen derecho a vivir sin miedo, libres y felices.

Conchi Catalán

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