Por Óscar Sánchez
Momentos de inquietud
No dábamos crédito cuando a las 6.00 horas sonaba el despertador, nos saludaba la mañana una tromba de agua como hacía tiempo no veíamos. Estaba cayendo la mundial. La tensión y el nerviosismo habitual en los momentos previos de un Ironman se multiplico por 10. Se hacía muy difícil los preparativos para dejar todo listo en boxes, algo tan simple como darle aire, dejar comida o botes de agua en la bici era casi misión imposible.
Incertidumbre si se suspendería, si se acortaría, eliminarían algún sector… muchas dudas. Gracias a mi compañero Moisés Vidal y de Marisa y José pudimos tranquilizarnos entre todos. Por megafonía anuncian que retrasan la salida 30´, hacía frío, nos estamos calando y decidimos ponernos el neopreno. Tensa calma en una gigante carpa hasta que por fin anuncian que todo se haría según lo previsto.
Llegaba el momento de la salida, abrazado con Moi , Marisa y José, sin calentar nada y totalmente desorientado por la situación, comenzaba a nadar en lo que sería mi peor natación en esta distancia, 1h 9min. Por fin fuera del agua, un sector que nunca se me da nada bien.
Empieza la bici
Transición y empiezaba la bici, algunos repechos, muchas rotondas pero circuito en el que se rodaría muy deprisa a costa de acoplarte, no subir la cabeza y pedalear durísimo, sin un minuto de descanso, polémica a parte de los famosos pelotones, una vergüenza, pero hay que resaltar que quien quería rodar legal a distancia reglamentaria, que fueron una inmensa mayoría, no tuvo problemas. Este año estaba entrenando con potenciómetro, yendo a mis wattios sabía que podría terminar con una media sobre 36km/h, tal y como salió. Lenticular atrás palos delante, ambas tubulares, nunca había competido así, mortífera la combinación para acabar en apenas 5 horas el sector de bici.
Empezamos a correr el maratón con las piernas hinchadas, lucía un sol espléndido, en este momento tu cabeza se vuelve loca haciendo números, calculas y recalculas a cuanto tienes q correr el maratón para entrar en meta en el tiempo deseado, la falta de azúcar hace de estos sencillos cálculos ecuaciones matemáticas de 2 grado. Con toda mi empanada mental, Marisa me resolvió la ecuación: “llevas 6 h y 15 minutos, si corres el maratón por debajo de 3h 15’ bajas de 9h 30,”, haciendo números gordos sabía que eso significaba un ritmo por debajo de 4:40 min/km.
Calambres y más calambres
Entre calculo y calculo estaba corriendo un buen rato bastante más deprisa de ese ritmo y me las prometía felices, “¡Hoy reviento el maratón!”. Al poco me pasaban Clemente y Blanchart, primero y segundo clasificado, me puse detrás de ellos pero se fueron alejando poco a poco. Por un momento me creí profesional, disfrutando como un niño. Pero pasa lo de siempre, pronto llegarían los problemas, calambres y más calambres, sin parar de estirar, conseguía controlarlos. Corriendo como Chiquito de la Calzada, y bajando mucho el ritmo, superaría los calambres, esto me hizó recapacitar y ser más conservador en los ritmos.
¿Qué hago yo aquí?
Del 25 al 37 kilómetros lo pasé regular tirando a mal, se me hizo durísimo, no podía más. Llegaron las típicas preguntas: ¿Qué hago yo aquí? ¿No haré ninguno mas? En el 37 último giro y a meta, se me van todos los pensamientos negativos, me viene la fuerza otra vez y para tirar hacía la meta sin esperar a nadie. Hay mucho trabajo, esfuerzo y sacrificio detrás, la edad me ha hecho sensible y siempre que entro en el pasillo de meta de un Ironman se me hace un nudo en la garganta y me cuesta contener las lágrimas a pesar de no haber conseguido por escasos 3 minutos el objetivo de Sub 9.30.
Para quien no lo sepa todas las pruebas de esta franquicia clasifican a los mejores profesionales y los amateur de cada categoría para el campeonato del mundo de Ironman en Kona (Hawaii), objetivo de muchos triatletas que compite en esta emblemática distancia. A día de hoy, en lo personal, es prácticamente imposible, demasiado nivel, pero si me ilusiona ver que cada año y cada competición recorto un poquito más la distancia que me separa del sueño Hawaiano.
Calella- 5 de octubre de 2014 ( Fotos Marisa Sánchez )
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