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Artemio Precioso García (VI)

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Artemio Precioso García (VI)

(Hellín, 11 de marzo de 1891-Isso, Hellín, 6 de noviembre de 1945)

 

 

Fructuoso Díaz

 

Artemio, pionero en la defensa del Medio Ambiente Fructuoso Díaz

Artemio Precioso marcha a Francia con su familia en 1927 para eludir los ataques que sufren los periodistas en España durante la dictadura primorriverista. Primo de Rivera lo procesa por publicar un artículo de Valle Inclán titulado La hija del capitán, por la identificación del protagonista con la persona del dictador. Los ejemplares se retiran de los lugares de venta y la familia Precioso Ugarte se instala en la rue Brunet de París, cerca del Arco del Triunfo.

Tres años antes, en 1924, Artemio Precioso ya había levantado su voz crítica contra la masiva tala de árboles en el término municipal de Hellín, crítica mal acogida en áreas políticas de la dictadura. El 28 de septiembre de 1924, la Gaceta de Madrid (hoy BOE) publica una Real Orden autorizando al alcalde de Hellín, Juan Martínez Parras, para talar miles de pinos de 25 centímetros o más en los montes de propios municipales: Donceles, Grajas, Cañada del Gallego, Matanza y Navazos. La primera subasta se celebra dos meses después, el 12 de diciembre, y entran en ella veinte mil pinos de los montes Donceles y Grajas por noventa mil pesetas. Luego, se subastan los pinos de Cañada del Gallego. El alcalde manifestaba las razones de la decisión de talar pinos en el número 29 del semanario Centauro del 6 de diciembre de 1924. Decía Martínez Parras:

<<Los pinos perjudican la riqueza de nuestro suelo que es la atocha, madre del esparto. Acudí al general Primo de Rilvera para que una comisión estudiara la limpia que los particulares damos a los nuestros propios, en los que se consiguen rentas cuantiosas, pues antes solo daban un uno por ciento de interés. Ahora, se permite la parcelación de montes por subastas a largo plazo, en las que pueden participar hasta los obreros modestos y destinarlos al cultivo del esparto, base de nuestra riqueza. Estoy satisfecho de haber resuelto este problema…>>.

Una de las voces críticas que con mayor fuerza se alzó entonces contra esta decisión de talar pinos fue la del periodista Artemio Precioso, quien decía:

<<…¡Clama al cielo! En mi pueblo los montes propios del Ayuntamiento son resinados a muerte y después son cortados sin dejar uno. Estoy horrorizado del crimen que están cometiendo. ¿Cómo es posible que hoy, que se proclama en el mundo entero la repoblación forestal, se llegue a talar kilómetros de pinos que moralmente pertenecen al vecindario…?

Y añadía Artemio Precioso:

<<Talar montes y destruir árboles es política anticientífica, contraria a los principios de la higiene, salubridad y sistema de lluvias. Los árboles son el muro natural contra diluvios. La salud de las tierras de labor está a más altura que la conveniencia de recaudar unas pesetas. Fomentar el esparto es compatible con el aprovechamiento racional de la madera, que es una gran riqueza de los montes…>>.

En aquellos momentos, hace ya casi un siglo, el esparto se extendió como una mancha, sustituyendo las frondosas pinadas que poblaban los montes del término municipal.

(continuará)

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