Sol Sánchez
Hace unos días me leí todos los comentarios que había en una crítica sobre el maltrato que se le está dando a las nuevas instalaciones de la piscina municipal.
Este es solo un ejemplo de muchos otros sucesos indeseables que suceden en nuestro pueblo como el parque, la subida al Calvario el Viernes de Dolores, etc, etc.
El problema no está en ser blancos o negros, payos o gitanos, ni de pertenecer a un partido político u otro.
Para mí el problema es mucho más sencillo. Se trata de amar, u odiar a nuestro pueblo. De ensalzarlo, o deshonrarlo. De construirlo, o hundirlo.
SER HELLINERO es cuidar cada rincón de Hellín como si se tratase de nuestra propia casa.
Es respetar a nuestros paisanos como si se tratase de nuestros hermanos.
SER HELLINERO es conservar todas las instalaciones públicas. Y llamar la atención a aquellos que no lo hacen. Es recoger las “cacas” de nuestros perros y tirar la basura en su sitio. Y llamar la atención a aquellos que no lo hacen.
SER HELLINERO es valorar a nuestros pintores, escultores, escritores y poetas que pasaron por aquí. Solicitar que se mantenga su huella y honrarlos.
SER HELLINERO es leer nuestros periódicos locales, comprar en nuestros comercios. Ir al cine-teatro Victoria, consumir en nuestros bares y no marcharnos a otras ciudades.
SER HELLINERO es disfrutar de nuestros parajes, bañarnos en los ríos y al finalizar dejar el entorno limpio y mejor que lo encontramos.
SER HELLINERO es no tirar las colillas a la espera de que el semáforo se ponga en verde, no ensuciar parques y jardines y no criticar a los servicios de limpieza porque creemos que tienen la obligación de recoger nuestra porquería.
SER HELLINERO es participar en las fiestas de nuestros barrios y pedanías y sentirlas parte de nosotros.
SER HELLINERO es comer paparajotas en Carnaval, empanadillas, panecicos y mojete en Semana Santa, Aguamiel en mayo…
Es mantener esas tradiciones gastronómicas y transmitírselas a nuestros hijos.
SER HELLINERO es sentir un quemazón en las entrañas cuando vemos el oscuro humo porque se queman nuestros pantanos y sierras.
Es conocer y fomentar nuestro propio dialecto: abonico, cinquillo de la puerta, Atiuste, apencar, aviar, cerril, coscaletas, cucones, chisparse…
SER HELLINERO es sentir desde lo más hondo que no hay mayor manjar que los caramelos de La Elisa, aceites, las milhojas de nuestras pastelerías y cervezas Ilúnica. Apostar por los productos hellineros.
SER HELLINERO es sentir orgullo de que personas como Juan Carlos Izpisúa Belmonte, Ignacio Bosque Muñoz sean hijos de Hellín y lleven el nombre de nuestro pueblo por el mundo…
Es que se nos vista de luto el corazón cuando muere un paisano, y celebrar las alegrías de nuestros vecinos.
Es acudir a los actos públicos que se celebran en la ciudad y llenar los salones con nuestra presencia de apoyo.
SER HELLINERO es que se te erice el vello al escuchar el sonido de las bandas de tambores y cornetas en sus ensayos diarios, emocionarse cuando el Cristo Yacente pasa ante nosotros.
Es (aunque no seas creyente) besarle los pies al Cristo de Medinaceli (porque es nuestro) y llevarle flores a la Virgen del Rosario en el mes de mayo y romero a la Virgen del Pino (porque son nuestras). Sentir a San Rafael como parte de nosotros (porque es nuestro Patrón) y palpitarnos el corazón cuando le quitan el puñal del pecho a la Dolorosa y que jamás el redoble de un tambor nos sea indiferente (porque son un cacho de nuestra alma).
SER HELLINERO es tener la certeza de que nuestra Semana Santa no es que sea la mejor, sino que es única e irrepetible.
Es mirar a nuestro tambor y saber que tiene alma.
Es apostar por los políticos que defiendan a esta tierra y los intereses de su gente.
SER HELLINERO es hablar con amor de nuestro pueblo y nuestras costumbres.
Es llamar a la puerta de la alcaldía, la dirija quién la dirija, y exponer con respeto nuestras ideas y críticas.
Es no vivir en los errores del ayer, pero sí alimentar los aciertos de hoy.
Valorar nuestras Pinturas Rupestres Patrimonio de la Humanidad.
Reabrir y pensar en la creación de nuevos negocios que nos den fama y popularidad.
Es dejar un legado a las próximas generaciones.
SER HELLINERO es sumar para que nuestro pueblo crezca, mejore, permanezca y brille.
Es pasear por las callejuelas del casco antiguo. Llevar a los niños para que lo conozcan, para que respiren su esencia e impregnarles el corazón de su historia. No olvidarlo. Porque ahí está la huella y el esfuerzo de nuestros antepasados.
SER HELLINERO es tener la certeza de que nuestro pueblo tiene ALMA que se plasma en la magia de sus rincones, en los aromas que transporta la brisa, en el carácter de la gente, en la hospitalidad y generosidad que forma parte de nuestra idiosincrasia.
SER HELLINERO es sentirte satisfecho y agradecido de haber nacido en este lugar y decir con orgullo: SOY DE HELLÍN. SOY HELLINERO-A.
Pero sobre todo SER HELLINERO es cuidar nuestro pueblo como a nuestra propia casa y respetar a nuestros paisanos como a nuestros hermanos.
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