Fructuoso DÃaz Carrillo
MÃriam Nogueras, 42 años, empresaria textil en su vida privada, perteneciente al mismo partido que Puigdemont, diputada y portavoz de Junts per Catalunya, retiró la bandera constitucional del atril cuando, en el Congreso de los Diputados, se disponÃa a iniciar una rueda de prensa. Su intención fue no aparecer en la foto junto a la bandera española ante los periodistas. Es la misma bandera que ha permanecido, durante toda la legislatura, tres años y medio, en el mismo lugar de la sala de prensa.
El comportamiento de la diputada catalana no puede interpretarse como un simple acto simbólico para expresar su ideologÃa independentista. Porque no deja de ser una torpeza y un gesto más cercano a la insensatez que a los valores de tolerancia, respeto y educación que deben estar presentes en el seno de la soberanÃa española, como es el Congreso de los Diputados.
El hecho evidencia, además, la incapacidad de la diputada para entender lo que ella misma representa como parlamentaria. Porque la diputada en el Congreso no lo es solo de su provincia, ni de su partido, ni de quienes la han votado, tampoco lo es de un colectivo social o polÃtico con el que pueda sintonizar ideológicamente. No está ahà para eso. Una diputada en el Congreso representa a todos los españoles. Por eso, porque quiera o no la señora MÃriam, ella está ahà en representación de todos los ciudadanos. Por eso, vota o rechaza leyes que afectan a todos por igual. Por eso, decide con su voto las normas que van a regular, en gran manera, conductas y modos de vida de todos los españoles. Por eso, acató la Constitución para poder ser diputada. Por eso, percibe una holgada remuneración que supera las seis cifras al año en sueldo que todos pagamos.
Cuando vi en televisión las imágenes de la diputada retirando personalmente la bandera, solo pude sentir vergüenza y desprecio. Vergüenza por ver cómo sonreÃa la diputada como si de un acto jocoso se tratara en un marco de representación institucional como el Congreso. Tuvo hasta la desfachatez de lanzar esa grotesca sonrisa y decir aquello de <<decidà retirar un poquito la bandera de España porque la tenÃa muy cerca y la europea queda más chula, me representa mucho más>>. Y sentà desprecio por ver, una vez más, esa irrespetuosa conducta frente a las instituciones y sÃmbolos del Estado que profieren independentistas de manera permanente. Por eso, comportamientos como el de la señora MÃriam solo merecen el más reprobable desprecio.
No serÃa razonable entender el comportamiento de la diputada como si solo fuese un gesto aislado sin importancia. Más grave todavÃa que algunos medios de comunicación le otorguen esa significación y que parte de la ciudadanÃa comenzara a ver este tipo de comportamientos como algo habitual. Porque expresar convicciones ideológicas no significa herir sensibilidades de millones de españoles que sà quieren respetar y ver respetados sus sÃmbolos constitucionales.
Hay grupos polÃticos que ya se han dirigido a la presidenta del Congreso, la también catalana Meritxell Batet, solicitando su intervención para que adopte medidas disciplinarias y para que comportamientos asà no puedan repetirse en el Congreso de los Diputados.
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