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Olas de calor: lo peor está por llegar

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Olas de calor: lo peor está por llegar

El Espectador

Con este elocuente y pesimista título, el periodista, Clemente Álvarez, escribía en el diario EL PAÍS del 24 de julio pasado, un extenso artículo en sus páginas centrales que se inicia con una vergonzosa afirmación cuando asegura que hace 30 años que los científicos llevan avisando de este aumento de la temperatura debido al cambio climático, ese del que todo el mundo habla, pero del que nadie, principalmente los más poderosos, hacen nada por solucionarlo, al contrario ponen todo tipo de medidas para que todo siga igual o peor.

Por ello el titular de Álvarez, donde señala la posible llegada de otro disparate aún mayor como consecuencia de la guerra de Ucrania, como puede ser la posibilidad que algunos países vuelvan a utilizar carbón- el combustible fósil que más perjudica el medio ambiente-, como fuente para producir energías, entre ellos China, algo que calificó el secretario general de las Naciones Unidas, el portugués António Guterres, como “un suicidio colectivo”.

Por otro lado, sigue relatando el periodista, la vicepresidenta del IPCC, Valérie Massón-Delmontte, incide que “Esta es de las cuestiones más sólidas de la ciencia climática: las olas de calor en zonas terrestres y en el mar son consecuencia directa del calentamiento planetario y por cada aumento suplementario de este calentamiento se espera que se vuelvan más frecuentes, más intensas y más duraderas”.

Esta entidad formada por expertos competentes sobre el cambio climático, ya advirtieron en 1990 de un incremento en este fenómeno, pero de nada sirvieron estos avisos como se están demostrando en los últimos años.

“Para muchos- añadía la climatóloga francesa-, ha sido más cómodo ignorar estas informaciones, pero cuando le toca sufrirlo a uno mismo es cuando mejor se da cuenta de la urgencia de actuar”.

Subida de las temperaturas
Asimismo, hace referencia a un comparativo donde ante la dificultad de saber cómo va a influir, si continúa esta subida de la temperatura, en nuestras vidas, los científicos de la revista PLOS ONE, imaginan qué en el año 2050, Madrid podría tener una temperatura similar a la de Marrakech (Marruecos), Barcelona a la de Ciudad del Cabo (Sudáfrica) y Valencia a la de Bangalore (India).

Más adelante, Clemente Álvarez, asegura que “pese a las advertencias de los científicos, la dura realidad es que los humanos con sus coches, sus casas, sus industrias… siguen sin reducir las emisiones que se acumulan en la atmósfera. Los científicos tienen ya claro que en los próximos 20 años la temperatura del planeta superará los 1,5 grados, uno de los límites de seguridad marcados por el acuerdo de París, contra el cambio climático. Todavía queda una ventana para volver a bajar este calentamiento, pero con los actuales compromisos de reducción de emisiones de los países- si es que se cumplen, no se conseguirá bajar la temperatura, sino que se sobrepasaría también el límite de los 2 grados lo que empeorará todavía más las previsiones”.

Volver a quemar carbón
Reiterando sobre lo escrito, Álvarez, cita a José Luis García, responsable de Cambio Climático de Greenpeace España:
“Pinta mal, porque lo que se está proponiendo en Europa y otros países como permitir que se vuelva a quemar carbón es una barbaridad. La crisis energética y la crisis climática tienen la misma raíz, que son los combustibles fósiles (el carbón, el petróleo y el gas), la única vía para solucionar una y otra en la reducción de uso hasta dejar de utilizarlos”.

Para finalizar este resumen del interesante artículo, volvemos a otra cita a la climatóloga Masson-Delmotte, sobre la falta de agua, otra grave consecuencia de esta emergencia climática:
“Hay una atención más fuerte a los efectos agudos del calentamiento, los eventos extremos, pero se presta menos atención a los efectos crónicos, como la perdida de la nieve y los glaciares, que van a reducir la disponibilidad de agua en muchas regiones en las estaciones secas. También es tremendamente importante el aumento gradual del nivel del mar. Ahora, todavía no se ven mucho sus efectos, pero está por llegar un aumento de inundaciones crónicas por las mareas altas”.

Por último, se da un dato al reflejar que según los cálculos preliminares de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), la ola de calor sufrida entre los días 9 y 18 de julio pasado sería la más intensa en España desde 1975, que es el primer año que existen registros fiables.

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