El Faro de Hellín

Conchi Catalán

Desde bien pequeños, en la escuela, ya nos vamos decantando hacia determinadas materias. Algunas, nos gustan más, porque se nos dan mejor o se nos dan mejor, porque nos gustan más…
Lo cierto es que al terminar 4º de ESO, los adolescentes, si deciden hacer Bachillerato, tienen que optar por letras o por ciencias.

Para los que fuimos a EGB, esta opción era obligatoria al llegar a 5º, aquel bachillerato constaba de 6 cursos y después tenías el COU, que también era de ciencias o letras.

Esta dicotomía, ha encasillado siempre nuestra vida académica (y no solo académica): “o eres de letras o de ciencias” con todas las connotaciones que esta expresión encierra.

La opinión general ha sido desde siempre, que la rama de ciencias y por tanto sus salidas a la vida laboral, eran una garantía de éxito, igualmente la gente de ciencias estaba, y hoy todavía sigue estando, catalogada como personas más inteligentes y sus trabajos como los más prestigiosos e importantes y los más valorados socialmente. Ya en mi época de estudiante se decía entre risas y bromas: “El que vale, vale y el que no a letras” …y lo peor es que la broma, se asume como verdad, manteniendo la opinión que ser «de letras» implica una clara inferioridad.

En este escrito me gustaría plantear cierta reflexión sobre dos preguntas:
¿Los de ciencias son más inteligentes que los de letras?
¿Las ciencias son más importantes que las letras?

Desde siglos se consideró que tenían un alto grado de inteligencia quienes destacaban en las destrezas matemáticas y científicas. Sin embargo, hoy sabemos que no existe un único tipo de inteligencia sino múltiples formas en las que esta se manifiesta. Según afirma el psicólogo y profesor de la Universidad de Harvard, Howard Gardner, todos los humanos poseemos al menos ocho formas de inteligencia, pero ninguna es mejor o menos importante, si no que algunas las desarrollamos más que otras.

Así tenemos una INTELIGENCIA LINGÜÍSTICA que es la capacidad para usar el lenguaje en todas sus formas y manifestaciones. Una buena Inteligencia Lingüística la vemos en líderes políticos, abogados, poetas, periodistas, filólogos, traductores, escritores, etc.

Una INTELIGENCIA MATEMÁTICA, que es la capacidad para entender los números de manera efectiva y resolver problemas en el ámbito lógico-matemático. Algunas profesiones vinculadas a esta inteligencia podrían ser: la ingeniería, la economía, la ciencia y la investigación, la matemática, la física, la química, la contabilidad, etc.

Una INTELIGENCIA MUSICAL, es la capacidad para componer, interpretar, tocar un instrumento, llevar el ritmo, comprender el lenguaje musical con facilidad…etc.

Lógicamente las profesiones vinculadas a esta inteligencia son músicos, compositores, críticos musicales, pianistas, directores de orquesta, cantantes…etc.

Una INTELIGENCIA ESPACIAL, es la facultad que nos permite observar el mundo y los objetos desde diferentes perspectivas, además de crear un modelo mental de formas, colores, texturas, imágenes…

Personas dotadas con alto grado en esta inteligencia son los diseñadores, fotógrafos, albañiles, pintores, arquitectos, publicistas, taxistas, escultores, conductores…etc

Una INTELIGENCIA CORPORAL, se corresponde con la psicomotricidad, es decir la coordinación de los movimientos de cuerpo y mente, así como la capacidad para expresar emociones y sentimientos a través del cuerpo.

Vinculados a esta inteligencia estarían deportistas, actores, modelos, bailarines… etc.

Una INTELIGENCIA INTRAPERSONAL, que nos da la capacidad para comprender y controlar nuestras propias emociones, nos permite reflexionar, relativizar y ser personas serenas a la vez que nos ayuda a tomar decisiones ante momentos cruciales relativizando y sin impulsividad.

Las personas con un buen nivel de Inteligencia Intrapersonal, suelen ser buenos Psicólogos, Pedagogos, Trabajadores Sociales, Cooperantes…etc.
Una INTELIGENCIA INTERPERSONAL, que nos capacita para empatizar con las demás personas, para saber escuchar, entender sus situaciones y comprender el estado de ánimo en el que se encuentran.

Profesores, psicólogos, terapeutas, maestros, abogados y pedagogos son perfiles que suelen puntuar muy alto en este tipo de inteligencia.
Una INTELIGENCIA NATURALISTA, es la que nos capacita para sentir, explorar y proteger el medio ambiente. Las personas con alta puntuación en este tipo de inteligencia son muy observadoras y estudiosas de todo lo relacionado con la Naturaleza con la que se sienten muy vinculados e identificados, así pues, los perfiles en los que más destaca este tipo de inteligencia, son Biólogos, botánicos, veterinarios, zoólogos, naturalistas, geólogos, químicos, médicos… etc.

¿Quién es más inteligente, Mozart o Bill Gates? ¿Carlos Alcaraz o Antonio Machado? ¿Sara Baras o el doctor Cavadas? ¿Pablo Picasso o Einstein? ¿Julia Otero o Juan Luis Arsuaga?
Sin duda todos ellos son o han sido genios que sobresalen o sobresalieron en diferentes campos del saber, y ninguno puede catalogarse como más inteligente, es simplemente que sus inteligencias pertenecen a campos diferentes.

Por tanto, la respuesta a la primera pregunta (“¿son más inteligentes los de ciencias que los de letras?”), es muy clara: NO.

En cuanto a la segunda pregunta (“¿Las ciencias son más importantes que las letras?”)
Desde mi punto de vista, la respuesta es también NO.

Ciencias y Letras se complementan y las dos ramas representan formas de entender el mundo en que vivimos y pretenden hacer cosas que mejoren la calidad de vida del ser humano.

Es verdad que muchas personas opinan que las carreras de letras, como las filologías, la filosofía o el arte, «no sirven para nada», «no tienen salida». ¡Enorme error! Y menos en pleno siglo XXI cuando las competencias que más se demandan a nivel laboral son la creatividad, la toma de decisiones y el ser una persona humanística, resolutiva, empática, con pensamiento crítico y con gran dominio de los idiomas… en la aportación de todo eso, están las Letras.

¿Es más importante un médico que un maestro?… El primero no podría existir sin el segundo…
A veces escuchamos esta reflexión en estudiantes de Bachillerato, e incluso universitarios:
“¿Para qué me sirve la Historia o la Filosofía o la Literatura, si voy a estudiar Ingeniería?”

Es realmente un pensamiento descorazonador y nos lleva a encontrarnos con mucha frecuencia titulados superiores de Ciencias que son unos verdaderos ignorantes fuera de su disciplina, gente con una titulación universitaria, que apenas ha leído un libro fuera de su especialización.

Las Humanidades, la Literatura, el Arte, los idiomas no deben estar fuera de la formación de cualquier persona, porque nos hacen ser más “inteligentes emocionalmente”. Una persona “de Ciencias”, necesita saber escribir correctamente, articular ideas por escrito, tener un buen nivel de comprensión lectora, hablar inglés, como mínimo…

En definitiva, si pretendemos una sociedad de individuos integralmente formados, no podemos separar Letras de Ciencias dando total importancia a estas, en detrimento de las otras. Hemos de hablar de una formación Humanista, que proporcione al hombre los elementos indispensables para comprender mejor el mundo, desde la perspectiva de una mente más abierta, empática, estética, moral y crítica… y eso lo proporcionan en gran parte las Letras.

Así que, Letras y Ciencias son igual de importantes. Nuestro mundo tiene la misma necesidad de maestros, abogados, filólogos, psicólogos, músicos, diseñadores, escritores, filósofos, historiadores… que de arquitectos, investigadores, médicos, enfermeros, farmacéuticos, ingenieros, técnicos, biólogos…Sin unos u otros sería imposible la civilización.
Y finalmente, volviendo a aquellas bromas de mis tiempos de que “El que vale, vale y el que no a letras”, está claro que carece de fundamento por completo, pues no es más inteligente el que elige un camino u otro, el que enfoca su vida por una u otra rama, lo principal es hacer lo que a uno le guste, aquello que te haga feliz y te ilusione, porque imaginemos a alguien que se decanta por una profesión, que en teoría “ tiene más salida”, pero que en el fondo no le gusta o no tiene vocación, imaginemos –decía- estar cuarenta años haciendo algo en lo que no crees y que te resulta un lastre…¿Hay mayor frustración?.