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Las zancadillas

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Las zancadillas

Por M. A. Tomás

La Asociación del Teatro Victoria, ese grupo de personas que, como bien claro lo explicaban al comienzo de la comparecencia pública que tuvieron el pasado domingo, trabajan sin ánimo de lucro, están recibiendo diferentes zancadillas, da igual que provengan de un funcionario al que parece que alguien le da instrucciones para que, apoyándose en unas bases, que si no fuera porque hasta ahora parecían tener algún fundamento, podría pensarse que detrás hay una mano políticamente interesada en que la asociación no llegue a buen fin.

Y hemos escrito hasta ahora, porque esos documentos que con tanta insistencia les estaban exigiendo a la Asociación con la amenaza de tomar decisiones drásticas, asombrasen ustedes, entre ellos la licencia de apertura del teatro, que se llevó a cabo el 4 de marzo de 1949, y que, al parecer, según el referido funcionario, no existe en los archivos de la Casa Consistorial, por noticias fidedignas que han llegado a este semanario, si han aparecido por otra fuente documental, y que muy pronto estarán dispuestos para quien los soliciten, abriendo las puertas de par en par para que el Teatro Victoria siga hacia delante.

Las cuentas claras

En otro aspecto, no menos importante, Concha Ras en su contundente intervención quiso asimismo dejar claro que la cuestión de las cuentas se iban a llevar a rajatabla, “el dinero que se paga de cada entrada, el dinero de cada donativo de los espectáculos organizados, el dinero de los socios y colaboradores, no es un dinero nuestro y por ello vamos a hacer un balance de una forma sería, sin nada de improvisaciones”.

Más adelante, continuaba: “Cuentas a primeros de año, cuentas cerradas y clarísimamente, del dinero que ha ingresado por esa puerta, en que lo hemos gastado, en que lo hemos invertido y cuanto vamos a necesitar para el año que viene”.

Por último la directiva de la Asociación añadía “Aquí no se engaña a nadie, porque aquí no hay ningún político interesado, ni ningún funcionario con responsabilidad civil”.
Más claro, el agua.

Los hellineros víctimaS de los intereses de los políticos
Desde aquel lejano día que el entonces alcalde de la ciudad, Diego García Caro, tomó la malhadada decisión de desalojar el edificio ubicado en las calles Doctor Alonso Santos y Doctor Ochoa, donde estaba instalado el Centro de Salud nº 1, con el fin de construir otro en mejores condiciones, y mientras tanto trasladarlo a unos módulos medicalizados ubicados en un bancal en las afueras de la ciudad, han pasado diferentes gobiernos sin que ninguno haya conseguido solucionar este problema que, además de ser incomodo tanto para pacientes como para profesionales, está costando una importante suma de dinero a las arcas municipales.

Abandonada ya la idea que la imaginativa mente de Diego García Caro había engendrado, de construir ese nuevo y moderno edificio donde ubicar este centro médico por falta de presupuesto, y acogida la de adaptar y remodelar el antiguo, en los últimos meses de gobierno del Partido Popular, que encabezaba Manuel Mínguez, parecía que, por fin, había llegado a una solución e incluso se había conseguido el dinero necesario, que aportarían la Diputación de Albacete, la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y el Ayuntamiento de Hellín, una cantidad superior al millón de euros, contando con una empresa que había adquirido los derechos para llevar a cabo las mencionadas obras de adaptación.

Pues bien si todo estaba dispuesto, fue cambiar de gobierno municipal, fue llegar Ramón García a la alcaldía, y comenzar a surgir problemas burocráticos, que iban atrasando la fecha de inicio de estas obras, la última versión que hemos oído nos llegaba hace bien poco con la visita del Consejero de Sanidad, Jesús Fernández. Ya no hablaba de este año para poner en marcha el Centro de Salud, ya habría que esperar al año siguiente, pues se había tenido que hacer un nuevo convenio con la Diputación y el Servicio de Salud de la Junta, ya que el anterior no había sido el más correcto.

Ahora tendremos primero que preguntar, ¿por qué si el convenio no era el más correcto no se denunció antes y se dejó perder tanto tiempo y continuar derrochando el dinero de los compromisarios?

¿Cómo es posible que este nuevo convenio tenga que pasar por Consejo de Gobierno, llevando consigo el retraso de un nuevo año?

Lo que está claro es que estos señores, por mucho que pregonen, lo único que les interesa de verdad son sus intereses políticos, lo demás queda para la galería.
Sobre todo si estamos en época electoral.

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