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La gran estafa climática

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La gran estafa climática

Antonio García

Como todos ustedes saben hemos llegado a un punto en que, a poco que nos descuidemos, esto va a pegar un estallido irreversible, y ¡pumba!, se acabó la vida sobre la tierra. Y todo por culpa del dichoso CO2. Que si el Cambio Climático, el Efecto Invernadero, la insostenibilidad del planeta… O sea, que el que no viva acojonado es que no se entera de nada. Nos lo están advirtiendo por activa y por pasiva las grandes instituciones mundialistas, que son las que saben de eso y conocen todos los misterios de la Creación como la palma de su mano. Pero veamos.

El dióxido de carbono (para los amigos, CO2) es un gas incoloro cuya molécula está compuesta por un átomo de carbono y dos de oxígeno –no confundir con el letal monóxido de carbono o CO-. Y se da la circunstancia de que ha estado ahí desde siempre, porque es fundamental para la existencia de los seres vivos. Como esto no es un artículo científico, diremos brevemente que se produce en muchos lugares de la naturaleza: volcanes, aguas termales, géiseres, etc., que es soluble en el agua y que está presente en yacimientos de petróleo y gas natural. Y por supuesto, también lo producen las actividades humanas, siendo una de las más importantes “respirar”. Usted, querido lector, es un productor de CO2, como así mismo todo bicho que se mueva por tierra, mar y aire. Pero atención, las plantas no existirían sin él. Son tan listas y beneficiosas, que lo absorben, se quedan con el carbono y desprenden el oxígeno, ese que nos hace tanta falta. E igualmente lo atraen los mares, lagos, ríos…, para que vivan los peces y las plantas marinas. Hasta la pecera de su salón.

Dicho todo esto, es cierto que la era industrial incrementó su producción. Y ahí la hemos jodido. De momento saltan las alarmas, se inventa lo del “efecto invernadero” y el “cambio climático”, y los filántropos dirigentes del planeta empiezan a convocar “cumbres de la tierra” y a decirnos que esto no pué ser. Que hay que hacer esto y lo otro y lo de más allá para detener el desastre y que, ¡atención!, “la Tierra está superpoblada”. ¡Ahí querían llegar! Porque esa, amigos míos, es la cuestión fundamental. Tanta gente respirando a la vez es un desastre. Todos los rollazos previos que nos han metido y nos siguen metiendo conducen a esto. No nos engañemos y dejemos de una vez la crédula inocencia.

Permítanme ilustrarles con unos pocos testimonios significativos de personajes universalmente poderosos y “sabios”, pertenecientes a esa élite de privilegiados que controlan más del ochenta por ciento de los recursos planetarios, y que representan una escasísima mínima parte de la población. Élite que, al parecer, ha decidido que la humanidad ha crecido demasiado y es hora de reducirla a un pequeño número de personas sumisas y fáciles de controlar.

Ted Turner, creador de la famosa emisora CNN y dueño de muchísimas empresas más. Durante muchos años el mayor propietario de tierras de los estados Unidos, y líder del Nuevo Orden Mundial. Paladín de las causas ecológicas y de la ONU, a la que donó en 1997 la friolera de mil millones de dólares: <<Necesitamos reducir en un 90% la población. Financiaremos pequeñas guerras y el aborto para lograr la reducción de la población>>.

Bill Gates, el creador de Microsoft. Declaraciones en un discurso de 2010: <<El mundo tiene hoy 6.800 millones de personas… Ahora bien, si hacemos un gran trabajo sobre nuevas vacunas (que esterilizan a la población sin su consentimiento), la salud (eutanasia), salud reproductiva (aborto hasta los nueve meses de embarazo), servicios (operaciones para esterilizar, vasectomías, etc.) podríamos bajar tal vez un 10 o 15 por ciento la población mundial>>. Los paréntesis son míos.

Henry Kissinger, el famoso autor del informe que lleva su nombre –o Memorandum 200, para la administración Nixon- : <<La despoblación debería ser la más alta prioridad de la política exterior hacia el tercer mundo, porque la economía de los EE.UU. requerirá una cantidad cada vez mayor de minerales del extranjero, especialmente de los países menos desarrollados>>. En otra ocasión declara: <<Si, mucha gente va a morir cuando se establezca el Nuevo Orden Mundial, pero será un mundo mucho mejor para los que sobrevivan>>.

Christina Figueres Olsen, la flamante Secretaria Ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático: <<Debemos hacer todo lo posible para despoblar el planeta… porque ya estamos, hoy en día, excediendo su capacidad de carga>>. Según el programa “Agenda 21” de la ONU y según la funcionaria Christiana Figueres, este organismo supranacional perseguiría la aniquilación biológica del 95 por ciento de la población mundial. El otro 5% esperan que sobreviva.

Príncipe Felipe, consorte de Su Graciosa Majestad, duque de Edimburgo y líder del WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza), la mayor organización conservacionista independiente del mundo: <<Si yo me reencarnara desearía volver a la tierra como un virus asesino para disminuir los niveles de la población humana>>.

Como ven, la élite mundial, esos avaros estafadores hijos de la gran puta, utilizando la engañifa ambientalista está empeñada en quitarse de en medio a la mayor parte de la población terráquea.

Queridos lectores, ustedes y yo contaminamos, y eso sin contar con su perro, su gato o su loro. Y mientras tanto, los desaprensivos intereses económicos multinacionales que siguen provocando la deforestación de las grandes selvas del planeta, (Borneo, Amazonia, etc.), la minería incontrolada, los grandes monopolios de fitosanitarios y pesticidas, las grandes industrias con sus vertidos contaminantes, los incendios a mansalva y ni una puñetera acción de reforestación tras ellos…, no crean situaciones de alarma. No, es la superpoblación.

Guerras, aborto, eutanasia, vacunaciones “humanitarias”, terrorismo genocida…

Tras el diluvio, Dios bendijo a Noé y a sus hijos, y les dijo: <<Sed fecundos, multiplicaos y llenad la tierra… Pululad en la tierra y dominad en ella>>. Mas a Dios se le olvidó advertirles del “númerus clausus”. Fue un descuido no ponerles un tope. Pero afortunadamente los próceres mundialistas, que velan por la felicidad de la Humanidad saben cómo corregir ese despiste del Creador, a la vez que procurarse el control absoluto de todo lo existente.

Que para eso son los dioses de la Tierra a los que, queramos o no, estamos sometidos.

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