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La educación emocional, cada vez más necesaria en la escuela

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La educación emocional, cada vez más necesaria en la escuela

  Conchi Catalán

En los últimos años y especialmente después de la pandemia del COVID-19, las estadísticas nos están demostrando que los problemas de salud mental, tanto en adultos como en niños y sobre todo en adolescentes, están cada vez más presentes en nuestro entorno. Tanto es así, que, atendiendo a informes de expertos en Medicina y Psiquiatría, (datos de 2022), sabemos que, en España, 1 de cada 10 personas están diagnosticadas con un problema mental o psicológico y según la Organización Mundial de la Salud, alrededor de 1.875 millones de personas en todo el mundo, padecen algún tipo de enfermedad mental, es decir, una de cada cuatro personas en el mundo, se encuentra en esta situación.

Según Mercedes Bermejo, vocal del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, “de los trastornos que hay en la edad adulta, entre el 70-75% tienen su origen en la infancia y la adolescencia” …

 Por consiguiente,” una atención temprana en estas etapas podría reducir en un tercio la incidencia de los trastornos mentales(Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental).

Partiendo de esta conclusión, es de necesidad, considerar la EDUCACIÓN EMOCIONAL como una herramienta vital y necesaria en una escuela como la de hoy, orientada hacia un modelo COMPETENCIAL, donde el objetivo es que los chicos adquieran habilidades para desenvolverse en la vida.

Cuando hablamos de competencias, no podemos olvidarnos de las COMPETENCIAS EMOCIONALES… Y es que cuando hablamos de Educación, es vital hablar de motivación y es precisamente en las emociones donde encontramos la verdadera clave de esa motivación, porque las emociones, son un factor esencial en todo el proceso de enseñanza y aprendizaje.

Todos los estudios llevados a cabo en el campo de la neurociencia y de la neuroeducación, aseguran que las emociones, mejoran la comprensión y la motivación hacia el aprendizaje, afectando muy positivamente a la capacidad de razonamiento, la toma de decisiones, la actitud y la disposición para aprender.

La escuela es un espacio donde los niños pasan más tiempo, por eso, es muy importante que los maestros y profesores tengan las herramientas necesarias para saber educar, no sólo académicamente, sino también emocionalmente.

Por tanto, en el tema de la educación emocional, además de estas herramientas, la persona del maestro es primordial, pues la emoción que transmita a través de sus palabras, de sus gestos y de sus actitudes, hará que alcance de lleno a sus alumnos…Los chicos aprenden mejor cuando los contenidos o materias que se les explican presentan componentes emocionales. Está claro que no es lo mismo transmitir conceptos desconectados de significado emocional de manera fría, mecánica y distante. “Se ha demostrado que un educador emocionalmente inteligente y un clima favorable en el aula son factores esenciales para el aprendizaje”.

 Las experiencias positivas en las relaciones y los lazos afectivos que se establecen en el aula son aspectos generadores de motivación, un niño o un adolescente, para estar motivado, necesita atención emocional, “elogios, reconocimiento y experiencias de éxito que le hagan sentirse competente”; Por otra parte, a un alumno que no encuentra ninguna experiencia de aprendizaje de éxito que refuerce su autoconfianza, le será muchísimo más difícil estar motivado para aprender.

Una queja generalizada de los maestros y profesores es que sus alumnos no atienden. Ante este problema, lo primero que tenemos que tener presente es que, en todo proceso de aprendizaje, la atención y la memoria están dirigidas por las emociones, por tanto, esa falta de atención, está muy relacionada con la ausencia de emoción…

Así pues, en la educación emocional, es prioritaria la actitud del maestro hacia sus alumnos.

Un maestro motivador, conciliador y con buen sentido del humor, tendrá un impacto positivo en sus alumnos. Por el contrario, un maestro poco tolerante, rígido y distante, influirá negativamente en el clima del aula.

El maestro debe ser capaz de transmitir sus conocimientos con claridad y sencillez, debe tener vocación para enseñar, debe poseer la capacidad de dialogar, de ser respetuoso con las normas, saber escuchar, comprender, educar con el ejemplo, con disciplina, pero sin agresividad.

Los maestros, además de todo esto, que no es poco, deben ser personas preparadas y formadas para educar emocionalmente. “Deben conocer cómo aprende el cerebro, cómo procesa la información, cómo controla las emociones, los sentimientos, los estados conductuales…etc. La Neurociencia, debe ser una asignatura obligatoria en la formación de maestros y profesores ya que a través de ella el docente encontrará respuesta a preguntas relacionadas con la conducta de sus alumnos, sus dificultades de atención, su falta de motivación, su rendimiento desigual en diferentes asignaturas” …etc, etc. (Begoña Ibarrola. Psicóloga y escritora experta en educación emocional).

A grandes rasgos, la educación emocional pretende conseguir que los niños sean capaces de reconocer e identificar las propias emociones y las de los demás, aprender a gestionarlas y regularlas ( estar triste, alegre, enfadado, estresado, tener miedo, vergüenza, estar aburrido…) aprender a gestionar, por ejemplo, la ansiedad que genera en algunos alumnos enfrentarse a un examen, o cómo solucionamos un conflicto entre estudiantes, o cómo afrontamos los diferentes resultados académicos o cómo reaccionar ante un mal gesto o palabra hiriente o ante la vergüenza de hablar en público…Todo esto, es trabajo de la educación emocional y desde ella, se crea espacio a todas las emociones, permitiéndolas todas desde la aceptación y el respeto, controlando las negativas y potenciando las positivas… Así, y gracias al desarrollo del autoconocimiento, llegarán los chavales a comprender cuáles son sus puntos fuertes y aceptar sus limitaciones.

“Educar desde pequeños a sentir las emociones, a situarlas en el cuerpo y a poner nombre a lo que sentimos, ya sea alegría, tristeza, rabia o miedo, nos ayudará a gestionar lo que nos ocurre en nuestra interacción con el mundo”, porque si identificamos lo que sentimos, es más fácil reaccionar ante las diferentes situaciones que se nos van presentando.

Trabajar las emociones en el aula, (y por supuesto, desde la familia), contribuirá a una mejor adaptación social, personal, familiar y académica de los alumnos. Los elevados índices de fracaso y abandono, las dificultades de aprendizaje, los problemas de indisciplina y violencia escolar y otras situaciones presentes en las aulas, tienen su origen, en muchas ocasiones, en una incapacidad emocional de adaptación.

Sin embargo, solo el 5% de los colegios en nuestro país incluye la educación emocional en su proyecto educativo.

Desde las propias leyes educativas se debería fomentar la implementación de la educación emocional en las escuelas de forma obligatoria, favoreciendo que se disponga de recursos y herramientas, además de una metodología que facilite su aplicación y, sobre todo, impulsar la formación de los maestros en esta materia.

Trabajar la educación emocional es la mejor manera de cuidar la salud mental.

No olvidemos que «Lo que se invierta en educación emocional se recuperará con creces». Según afirma Rafael Bisquerra, uno de los mayores expertos en Educación Emocional.

 

                                               

                                                                                                                                                                        

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