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Inocente, inocente. O el lucrativo negociazo de destruir la masculinidad

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Inocente, inocente. O el lucrativo negociazo de destruir la masculinidad

Decía Mark Twain que “es más fácil engañar a la gente que convencerla de que ha sido engañada”. Y en esas estamos, queridos lectores. Aunque no me resisto a ponerles esta otra cita de H. L. Menckel: <<Un demagogo es aquel que predica doctrinas que sabe que son falsas a personas que sabe que son idiotas>>.

Finalizando el año 2017, doña Ministra de Sanidad y otras hierbas se comprometió, en nombre del Gobierno, claro, a financiar con 200 millones de euros “el Pacto de Estado contra la violencia de género” para este 2018. Mas la cosa se torció. Como no han sido capaces de aprobar a su debido tiempo los Presupuestos Generales del Estado, pues se han prorrogado los del año pasado. Si me pasa a mí esto yendo a la escuela, nadie me libra de un buen cachete del maestro y ponerme de rodillas. Y la verdad, no me digan que no es una putada no poder contar con esa poderosa herramienta antimachista. A ver ahora cómo se financian las eficacísimas medidas contra la “violencia de género”, cuyos brillantes resultados a la vista de todos están, para asombro del mundo entero. No les extrañe pues que la oposición esté que echa las muelas, dado que a su amparo viven y medran la mayor parte esas fantasmagóricas asociaciones y onegeses, incluidos políticos y sindicatos que jamás dan una explicación de en qué se gastan las perras.

El 28 de Diciembre de 2004 se aprobó la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género. Que ya es hora de que se fueran notando los efectos de esa aberración legal, digo yo, de ese espantajo ideológico que solo pretende sacarnos los cuartos a los contribuyentes, para mantener un nutridísimo grupo de barrigas agradecidas. Y no les quepa duda que nos los sacan, y bien, en nuestras propias narices. Toda una pléyade de extraños organismos y abundantes empleos se nutren con total descaro de las arcas públicas, convirtiendo lo que se ha dado en llamar “la industria de género” en un lucrativo negocio que, si bien no produce ninguna riqueza ni beneficio a la sociedad, si que genera a su alrededor una exorbitante cantidad de dinero que, a pesar de todo, aún deja insaciable a la bestia. Las bocas abiertas de esa hidra voraz quieren más, y más…

A la cabeza de receptoras de fondos tenemos organismos internacionales, como la ONU, o la CEDAW, que es la Convención para la Eliminación de toda forma de Discriminación contra la Mujer, surgida en la conferencia de Pekín, donde la ideología de género tomó las riendas de la política social mundial, a través de los objetivos de la tóxica ONU.

Se benefician las Asociaciones Feministas, que conciben la sociedad como una lucha de clases aplicada al sexo, el corpus ideológico con que se inició esta insensatez.

Así mismo sacan su buena tajada los colectivos LGTB (lesbianas, gays, transexuales, bisexuales), adheridos a este próspero movimiento.

Y no digamos de los partidos políticos y sindicatos, que al ver que hay dinero en juego crean “asociaciones de género”, teóricamente independientes, pero cuyos miembros son sus afiliados e incluso dirigentes.

Naturalmente chupan de la teta, y no poco, las empresas abortistas, dedicadas a eliminar las consecuencias bien previsibles pero indeseables de un sexo irresponsable, vendido al por mayor como el culmen de la felicidad e igualdad.

Y para no alargarme, cito finalmente a las nuevas y fantasmagóricas Titulaciones Universitarias sobre el Género, Cátedras específicas, Expertos, Observatorios…

Para que ustedes lo sepan, según un informe de la CEDAW España aparece como primer donante de fondos a nivel mundial en el ámbito promocional de la ideología de género. Dándose este derroche innecesario mientras la crisis sacudía a los ciudadanos –y lo que te rondaré, morena- de forma brutal.

Algunas muestras de cuánto, cómo y a quienes. En 2012, en plena crisis, el Instituto de la Mujer repartió, en un solo día para estudios y políticas de género 3,4 millones de euros distribuidos entre asociaciones del lobby feminista y otras ONG. Asociaciones con extraños y pintorescos nombre que, investigadas, solo son minigrupos de presión, sin apenas socias, creadas para hacer bulto en las reivindicaciones y recibir pasta. Pero el bocado gordo se la llevan asociaciones cuya pertenencia a partidos políticos en de sobra conocida: Asociación de Mujeres Juristas Themis o Mujeres Progresistas, que pertenece al entramado del Partido Socialista. En 2012 se confirma que recibieron 1.465.693 euros de dinero público. Más las ingentes cantidades repartidas por las administraciones autonómicas.

Un último dato ilustrativo: en 2010, el seguimiento que hizo del BOE Marisa Culebras arroja un total de gastos de género de 104.811.473,21 euros, donde no están contabilizadas las comunidades autónomas. En plena recesión económica, señoras y señores. Y menos mal que no se destina ni un solo euro a la violencia contra los varones, dado que todos son unos pérfidos delincuentes, machistas y criminales. El solo hecho de ser hombres es muestra más que suficiente de culpabilidad.

En fin, les cuento todo esto por no recomendarles lecturas, como la del perseguido libro de Alicia V. Rubio, por ejemplo. Pero vamos, como es natural, ustedes hagan de su capa un sayo.

Cuando el pueblo soberano se quiera dar cuenta, será tarde. Mejor dicho, ya es tarde.

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