Por Sol Sánchez
Mirando las fotografÃas a través de Facebook sobre el desarrollo de la feria, me he parado en la imagen de un hombre, que desde hace un tiempo, llama mucho mi atención. Se ha convertido en todo un fenómeno social en la ciudad, algo digno de admirar por muchas razones.
Francisco Valcárcel es un Hellinero de apellido con renombre, que tuvo que dejar la Villa hace décadas, trasladándose a Madrid. Poco conozco de su trayecto de vida, pero es fácil deducir, al seguir su trayectoria a través de las fotografÃas y comentarios, que le ha ido muy bien a todos los niveles, creando una hermosa familia y la riqueza de entrar en la década de los ochenta con salud y la compañÃa de su mujer, junto a todos sus seres queridos.
En Semana Santa, Francisco se colocó su nombre, escrito en un papel, sujeto a una parte de su túnica, para que cualquier Hellinero que lo reconociera lo saludara… ¡Y vaya si lo reconocieron! No habÃa un rincón por el que este hombre octogenario, no recibiera besos, abrazos y palabras de acogida.
Quise ser, como la mayorÃa, amiga de Francisco y lo conseguà a través de Hellineros Ausentes. Leà poemas suyos inéditos, de esos que no se comparten, quizá por miedo a ser descubierto… poemas que me mostraron a un hombre sensible, culto, educado, servicial, con un mundo interior interesante.
Pero además, me alegra ver, que un Hellinero a decenas de kilómetros de su tierra, en esta parte de la vida, ha conseguido acercarse de nuevo a sus raÃces, a los suyos siendo acogido de una forma familiar… Francisco llena de amigos las terrazas en las que se sienta a tomar un café, amigos que le abren las puertas de sus casas, siendo un honor recibir su estimable visita.
Este mes de julio, por fin, pude coincidir con Francisco Valcárcel fuera de una pantalla, unas fotos y unas letras. Debo decir que al mirarle a los ojos, escuchar su tono de voz y comprobar su caballerosidad y galanterÃa, su saber estar, sujeto a un bastón de madera tallado, descubrà a un hombre que me pareció sacado de una novela inglesa, cuyo protagonista era un auténtico lord. Lo vi como a uno de aquellos caballeros de época que idealicé dentro de mi cabeza, cuando de niña miraba los ventanales del casino en el Rabal.
Sentada frente a él, en una cafeterÃa, quise saberlo todo de su historia y a grandes rasgos conocà unas memorias familiares con una gran riqueza de vivencias, narradas con un fuerte sentimiento, envuelto en las calles hellineras. Recuerdos que asomaban entre las alegrÃas y el llanto.
Francisco Valcárcel, merece este encuentro y acogida con las nuevas generaciones en las que ha despertado una gran admiración en todos, deseando encontrarlo por las calles hellineras, caminando elegante con su bastón, en cada nueva estación.
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