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Estic fins als collons

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Estic fins als collons

Antonio García

Me había hecho el propósito de no hablar de esto, pero eso, o sea, estoy hasta los “collons” de “Prucés”. Como creo que le ocurre a la inmensa mayoría de los españoles. Es decir, hasta los mismísimos de abrir un periódico y que la mitad de las páginas, o más, vayan por donde mismo. Aunque me consta que los ciudadanos catalanes-españoles de buena voluntad están todavía hasta mucho más allá. Por lo que están teniendo que soportar en su propia tierra.

Y lo que un ciudadano normal, con una información y una cultura normalicas, y un coeficiente intelectual de lo más corriente, como yo, no acaba de entender, es que todos estemos sometidos al imperio de la Ley, y que en esa región del noreste español esté pasando lo que está pasando. Vamos, que aquello parece el coño de la Bernarda, y no ha habido manera en todos los años democráticos, de limpiar el burdel en que han convertido las instituciones catalanas un atajo de prostitutas y prostitutos, sedientos de poder e inmunidad para manejar a su antojo al pueblo catalán. Meretrices y rameros de las clases adineradas, cuyo único propósito es el dominio de sus riquezas y de su sociedad. Porque así fue, y por esos motivos empezó la propagación del independentismo, allá por los finales del XIX y comienzos del XX. Que no les cuenten otra cosa.

Como ya dije en una ocasión, las ideologías son todas una entelequia, es decir, una cosa irreal, una estafa. Porque todas desprecian la realidad. Y el separatismo o independentismo no deja de ser una ideología. Además, autoritaria. Tiránica.

Un buen ejemplo de ello fue el ínclito Sabino Arana, renegado del Carlismo, el considerado padre del nacionalismo vasco y fundador del PNV que, allá por los finales del siglo XIX revolucionó las conciencias vascas con una sarta de antológicas paridas dignas de ocupar un lugar destacado en los anales de la estupidez. Naturalmente, para “movilizar” a una sociedad e inculcarle el afán independentista, es necesario despertar en las conciencias el “hecho diferencial”. Lo chocante es que este afán diferenciador, nunca se quedan por debajo de los demás, sino que se inculca en el caletre de sus clientes la aplastante superioridad como individuos y como pueblo del resto de los individuos y pueblos del mundo. He aquí algunas perlas del Sabino que forjaron el espíritu irreductible del vasco: <<El vizcaíno es de andar apuesto y varonil; el español o no sabe andar, o si es apuesto, es tipo femenino>>. Histórico. O esta otra: <<Nosotros odiamos a España con nuestra alma, mientras tenga oprimida a nuestra Patria con las cadenas de la esclavitud. No hay odio que sea proporcionado a la enorme injusticia que con nosotros ha consumado el hijo del romano. No hay odio con que puedan pagarse los innumerables daños que nos causan los largos años de dominación>>. Díganme ustedes, ¿quién destila odio hacia quién? Y perdonen que no me resista a obsequiarles con esta última cita, de las muchísimas que adornan la insufrible facundia de este paranoico, icono de la más rancia xenofobia y el más repugnante racismo. <<Gran numero de ellos (los españoles) parecen testimonio irrecusable de la teoría de Darwin, pues más que hombres semejan simios poco menos bestias que el gorila: no busquéis en sus rostros la expresión de la inteligencia humana ni de virtud alguna; su mirada solo revela idiotismo y brutalidad>>. Y de esta manera el hombrecito, quedándose tan ancho, inicia su fanática carrera hacia el independentismo vasco.

Pero bueno, hablábamos de Cataluña. Este artículo no pretende contar, por imposible, la historia que comenzó en la Guerra de Sucesión Española a principios del siglo XVIII y que, evolucionando de diversas formas y con diferentes personajes señeros llega hasta nuestros días. Catalanismo cultural, catalanismo político, catalanismo independentista… Sería demasiado prolijo repasar todo lo ocurrido desde Rafael Casanova hasta Carles Puigdemont, y con algunos prelados eclesiásticos de por medio. Por lo tanto, estas letras solo pretenden dejar constancia del asco que me dan esos personajes endiosados, ensimismados en su ombligo, que por medio de falsas supremacías y espurias deformaciones históricas han inculcado en parte del pueblo catalán el destructivo virus del independentismo. Un pueblo que siempre ha sido español, trabajador y religioso y que ahora se ve envuelto en la vorágine del odio, la discordia y el camino hacia el vacío, olvidando hasta los afectos familiares y de amistad entre ellos, sometidos ahora a los enfrentamientos políticos. Una región española que, como entidad política no existió nunca, salvo como una parte administrativa del Estado, quiere convertirse ahora en una Arcadia feliz (mitología) desgajándose del cuerpo al que siempre, siempre perteneció. Pero en realidad es lo de siempre. Lo que ha movido al hombre desde el origen es el poder, el ansia de conquistar, de avasallar y dominar al otro, de convertirlo en esclavo de los fines de un puñado de codiciosos. Si con su destrucción (ordo ab chao) no van a crear algo más potente y poderoso e importante que la España unida, solo pueden pretender el caos, ávidos por sacar tajada de su aldea como chacales carroñeros. No hay otra.

Amo Cataluña, con su historia, sus paisajes, su arte, sus gentes… Y los amigos y familiares que allí tengo. Por eso lamento profundamente, con sincero dolor la aberrante y destructiva maniobra de este puñado de payasos, de políticos mamarrachos, incapaces de entender que la unión es lo que hace la fuerza.

El patriotismo es amor y es integrador, única forma de hacer grande un país. El nacionalismo es odio, y es excluyente y empobrecedor.

Mi solidaridad con los catalanes sensatos y de bien, que son mayoría, y mi repudio más tajante a esa piara de politicastros, cuyo solo nombre me produce nauseas.

Otro día le tocará el turno al Gobierno de la nación, que nos la quiere meter atravesada haciéndonos creer que van a curar el cáncer con una aspirina de 155 miligramos.

Hasta los “Collons”.

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