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¿En qué momento sucedió?

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¿En qué momento sucedió?

Sol Sánchez

La semana pasada os hablé de las normas que todos debemos cumplir estemos en el lugar que estemos. Y me quedé con las ganas de compartir con vosotros algunas cosas.

Al llegar a Suiza, fue como retroceder en el tiempo.

Aquí la gente se deja el coche abierto con sus cosas dentro y no pasa nada. No hay rejas ni medidas de seguridad. En las tiendas de antigüedades que suelen tener todo en la calle, por las noches, no recogen ni vigilan nada.

Lo mismo sucede en cualquier vivienda.

Los campos de cultivo no tienen ninguna protección.

Saben que como mucho, la gente cogerá una manzana, un tomate…, no se lo llevaran en cajas. En los comercios no comprueban si los billetes son falsos y a la hora de pagar con una tarjeta nadie te pide el documento de identidad para saber que es tuya.

Esta semana, en la puerta de casa, en unas escaleras, ha estado un paquete de Nespresso hasta que su destinatario lo ha visto. Y así, sucesivamente, te encuentras paquetes en las puertas durante días y nadie los toca.

En algunos recorridos por las montañas he llegado a ver chaquetas con la cartera dentro. Hay gente que pierde gafas, gorras, cadenas… y los que se lo encuentran lo dejan en un sitio visible para que su dueño vuelva a recogerlo.

Los niños dejan las bicicletas y los patinetes en las puertas de sus casas sin candados ni protecciones.

Os confieso que todo esto me hacía preguntarme: ¿Cómo puede ser?

Y lo que más me hizo alucinar fue una noche, cuando vi que en las orillas de las carreteras, en época de Halloween, aparecieron preciosas calabazas solitarias, junto a un bidón de hojalata al que el propietario le hace una hendidura para que cada persona que lo desee coja la calabaza que lleva una pequeña pegatina con el precio y deposite el dinero en el bidón.

¿Os imagináis eso en España? ¿Os imagináis que los agricultores dejen las calabazas en el recorrido que lleva de Hellín a Agramón? ¿Creéis que se depositaría el dinero en mitad de la noche sin nadie alrededor? Pues aquí lo hacen. Nadie se las lleva sin pagar.

Los niños juegan en las calles sin miedo. Van al cole y vuelven solos.

Y para terminar de alucinar os contaré que hace un año en Suiza han cambiado el sistema de recogida de basura, que era idéntico al de España. Lo que han hecho es retirar todos los cubos e instalar unos depósitos a las afueras de pueblos y ciudades.

Imaginad que en Hellín pusieran uno en el descampado del camino del cementerio. Otro cerca de Dalila, otro en la salida hacia Isso.

Para tirar una bolsa de basura habría que desplazarse en coche. Funciona con una tarjeta recargada con tu dinero. Llegas, introduces la tarjeta, se abre un depósito, echas la bolsa, la pesa y pagas unos noventa céntimos de euro por kilo.

Unos cuatro o cinco euros cada vez que la tiras.

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