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El paciente paciente

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El paciente paciente

El Espectador

En los últimos meses y dados los acontecimientos que han cambiado nuestra habitual y monótona forma de vivir, muchas son la personas a las que se han puesto a prueba su paciencia y confianza en el sistema que tantas veces ha sido adulado y calificado como de primera clase.

Así, fueron llegando, una después de otra, estas inesperadas circunstancias, la primera de forma global, que se inició, según nos cuentan, en una lejana ciudad de China, de nombre Wuhan, como ya nos referíamos en otra ocasión, desconocida para la mayoría de los españoles, a pesar de tener más de 11 millones de habitantes y una importante industria y comercio.

De lo ocurrido allí se cuentan miles de versiones sobre el origen del Coronavirus y su rápida expansión por todo el globo terráqueo, incluido, claro está, nuestro pequeño municipio, dejando, como escribíamos al inicio, nuestra forma de vivir “patas arribas”. Tuvimos que acostumbrarnos a la dichosa mascarilla, a un cruel confinamiento, a usar todo tipo de gel, y abandonar las bonitas costumbres de estrechar la mano, darnos cariñosos besos en la mejilla, y los hermosos abrazos en las bienvenidas o despedidas, y sustituirlos por un ridículo golpe de codos, que, creemos no ha llegado a cuajar. Ya veremos en el futuro si podemos volver a esas costumbres de toda la vida.

Por otra parte también oímos que algo bueno nos trajo el dichoso confinamiento como fue la escasa circulación de todo tipo de vehículos, barcos, aviones, trenes, que significaron un alivio a la maltratada atmosfera, aunque no sabemos a ciencia cierta si habrá servido para algo.

El tiempo perdido
También la pandemia provocó cosas peores, mucho peores, como la enfermedad y muerte de miles de personas, con un alto porcentaje de mayores de edad, el cierre de industrias y comercios, como también parcialmente de centros médicos y entidades de todo tipo, que llevó consigo el aumento, de por sí ya agobiante en este país, del número de desempleados, al cerrar, en ocasiones para siempre, su lugar de trabajo, y sin olvidar el infortunio de tantos familiares que separados por las malhadadas circunstancias de sus personas queridas, siguen sin poderlas abrazar y compartir el tiempo perdido que, por mucho que lo busquemos, ya nunca se podrá recuperar.

Ya cuando parecía que empezábamos a ver la luz, se estaban levantando algunas de las prohibiciones que impedían poder salir a la calle a pasear o a confraternizar de nuevo tomando un aperitivo en cualquier terraza, el número de contagiados, y lo más importante de fallecidos descendía con rapidez, en la tarde del pasado jueves, día 28 del pasado mes, saltaba otra vez una alarma, en esta ocasión a nivel local: Desde el edificio del Hospital Comarcal de Hellín se elevaba una columna de humo negro provocado por un voraz incendio que, en primer lugar obligaba a evacuar a los 44 pacientes hospitalizados para después, gracias al esfuerzo de los bomberos del SEPEI y otros cuerpos de seguridad, controlar y sofocar el siniestro.

Cuando se pudo hacer el primer balance también hubo que llevar a cabo restricciones y suspender intervenciones y consultas, derivando los casos de más gravedad a otros centros de la provincia, con preferencia a Albacete y Almansa.

Y llegó de nuevo para los pacientes, cada día más pacientes, otra nada deseada espera o en el mejor de los casos las consultas telefónicas o telemáticas, hasta que se vuelvan a abrir las consultas externas para poder retornar a cierta normalidad.

Es por todo ello el título de nuestro “Espectador” de esta semana, ya que tenemos noticias de muchas personas que han tenido que aguardar muchas semanas para ser atendidas como esperaban, por ejemplo un conocido jubilado colaborador de este semanario que fue intervenido el día 9 de marzo de cataratas en su ojo derecho y tenía cita para el 17 de este mismo mes, para completar la operación, que “vio con malos ojos” como al declararse el domingo día 15 de marzo el estado de Alerta, quedaban suspendidas todas las actividades, menos las urgentes, en el Hospital de Hellín.

Así, tuvo que aguantar a que se aliviara la situación, como hemos relatado con anterioridad, hasta que recibió una nueva convocatoria que le llegó 77 días después para el 2 del presente mes de junio, pero el incendio declarado el día 28, echó por tierra sus esperanzas de poder completar su deteriorada visión.

Ahora seguir esperando, con la ilusión de que no se demore mucho más.

Pero hay muchos casos como este de pacientes que han tenido que esperar semanas y semanas para poder ser atendidos de sus dolencias, poder llevar a cabo una revisión o similares operaciones.

¿Quién o quiénes son los culpables? La negligencia de un grupo de científicos en esa lejana China en una ciudad llamada Wuhan, la globalización que puede contagiar en 24 horas miles y miles de habitantes de los puntos más lejanos de la tierra, la falta de responsabilidad de algunos dirigentes incapaces de captar el peligro tan eminente que se cernía sobre todos nosotros, como por ejemplo las manifestaciones del 8 de marzo o también algunas concentraciones deportivas, cuando estaba comprobada la infección del coronavirus.

En fin…

Sin noticias sobre las causas del incendio
Sobre el incendio del Hospital Comarcal, según fuentes del propio centro sanitario, el caso no ha sido cerrado y la Policía Científica continua su trabajo de investigación sobre el siniestro que como se sabe se inicio en unos almacenes ubicados debajo de las dependencias dedicadas a la atención de urgencias, en el sur del edificio.

De cualquier forma, recurriendo como tantas veces al refranero “a lo hecho pecho”, con la esperanza de que todo, aunque en el problema de la pandemia, lo vemos demasiado complicado, vuelva a ser como antes o al menos lo más parecido.

Por todo ello vamos a terminar de nuevo con la frase del filósofo alemán Friedrich Nietzsche para que ustedes queridos lectores vayan cogiendo moral:

“Lo que no me mata, me hace más fuerte”.

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