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El derecho a informar

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El derecho a informar

No hay ninguna duda que la desaparición y posterior muerte de Paquita Jiménez, ha sido la noticia de la semana y mucho nos tememos que será la de este caluroso verano, pues la cosa no ha terminado, como es lógico, con la emocionante misa funeral que se celebró el jueves por la tarde en el templo de la parroquia de San Ildefonso de Albatana, de donde era natural.

También este triste suceso ha puesto a prueba la capacidad de reacción de los distintos medios de comunicación de nuestra ciudad que han cubierto la información de distintas formas y maneras, pero destacando, y no nos duelen prendas, lo realizado por el equipo de Televisión en Hellín que han soportado durante muchas horas las inclemencias de las altísimas temperaturas “al pie del cañón” para mantener informados a sus seguidores, que ya se sabe cuando llega un suceso de esta índole se multiplican de forma asombrosa.

Así ocurrió en EL Faro de Hellín cuando tuvimos el acierto de poder adelantar, en exclusiva, la mala nueva sobre su muerte y publicarla en nuestra versión digital, que desde este momento se inundó de visitas, tantas que llegó un momento que la web quedó colapsada y sin respuesta.

Entre los comentarios que aparecieron en Facebook hubo algunos, el primero, de una que se identificaba como sobrina de la desafortunada Paquita, de cuyo nombre no queremos acordarnos, que se atrevió a publicar rotundamente que mentíamos, incluso convocaba a los voluntarios para continuar la búsqueda al día siguiente.

A partir de este momento estos comentarios se multiplicaron en nuestra contra con todo tipo de acusaciones además de las de mentirosos nos tacharon de morbosos, carroñeros, gentuza…

Algo parecido pasó en otros medios como Radio Hellín Municipal y TV Hellín, tanto es así que esta última llegó a quitar la reseña de sus páginas por un largo espacio de tiempo.

Nosotros, aunque teníamos bien contrastada la noticia en fuentes de información dignas de todo crédito y que nunca nos habían fallado, además del testimonio de un familiar, ante tanta contundencia, no es que dudáramos, pero si nos sentimos molestos, y la pregunta ¿nos hablemos equivocado? rondó, inevitablemente, algunas veces, por nuestras cabezas.

Fue cosa de unos minutos pues enseguida llegaron mensajes confirmando la malhadada noticia, entre ellos la de un familiar muy directo, y todos aquellos que nos vituperaban tuvieron que tragarse sus insultos y sus increíbles errores.
Toda esta gente debe tener claro que nosotros, como medio de comunicación, tenemos el derecho a informar, sea cual sea el tipo de noticia que llega a la redacción, porque para ello estamos trabajando en un semanario, que tienen como ustedes saben su versión digital con Facebook y Twitter, una veces las noticias son agradables y otras veces no , como el suceso que nos ocupa y que ojalá nunca hubiese terminado de manera tan dramática.

También podíamos hablar de las dificultades que encontramos para poder llevar a cabo el trabajo cuando ocurre un incidente de estas características, donde el mutismo de los responsables de la investigación es casi total, cosa totalmente comprensible, por ello también podíamos tachar de comprensible que en algunas de estas informaciones se cometan pequeñas equivocaciones por la falta absoluta de datos o tengamos que recurrir a otras fuentes, fuera de las oficiales, para seguir informando a nuestros lectores que son a los que nos debemos.

Lo que no se puede, por el bien de la libertad de prensa, es y esto lo hemos dicho en numerosas ocasiones, matar al mensajero, que no tiene ninguna culpa que un sujeto pueda cometer una acción tan repugnante como la que ocasionó la muerte de Paquita Jiménez.

Para ella, el descanso en paz y para sus familiares nuestras más sentidas condolencias.

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