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El cura de Tobarra

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El cura de Tobarra

Antonio García

Miren por donde, un buen hombre, un sencillo cura de pueblo se ha hecho famoso sin pretenderlo. Me imagino que todos ustedes estarán al tanto, pero permítanme que dedique este artículo a don Pedro, porque se lo merece y porque sin conocerle personalmente todavía, ha despertado toda mi admiración. Y es que, debido a la bien ganada fama de la Semana Santa tobarreña, la celebración de los actos pasionales de Viernes Santo por la mañana fueron objetivo de las cámaras de Castilla la Mancha TV. No es que don Pedro buscase tal efecto mediático en su sermón procesional, pues él tan solo hizo lo que debía de hacer: predicar el Evangelio y plantearle a los fieles algunos interrogantes sobre una cuestión que tiene mucho que ver con la salud espiritual de todo hijo de Dios, sobre un tema candente del que los lectores que hayan sido más o menos fieles a mis humildes escritos, ya tienen noticias: la ideología de género. Pero esto bastó para que el lobby LGTBI lo colocase en el cetro de su maligna diana, demostrando, una vez más, la brutal incoherencia en la que están inmersos, pues teniendo por bandera –engañosa- la libertad de expresión, la igualdad, el derecho a decidir, etc., etc., en absoluto respetan al que opine y se exprese de manera diferente a sus postulados. Totalitarismo ideológico y a la par violento. Y mordaza al disidente.

Don Pedro comenzó con una afirmación llena de comprensión y bondad: <<Detrás de todo esto hay personas que muchas veces sufren y muchas veces son tratados injustamente. Esto no puede seguir así>>. Excelente. Estoy plenamente de acuerdo con él, pues todos somos hijos de Dios. Pero a continuación invitó a la reflexión planteando preguntas fundamentales: <<¿Es la ideología de género la respuesta adecuada a su sufrimiento? ¿Tiene base científica? ¿No estará imponiendo una visión sesgada del ser humano? ¿Es propio de un sistema democrático imponer una ideología, sancionar la libertad de expresión? ¿No sería mucho mejor guiarse por estudios científicos que existen, valorar las consecuencias de actuaciones y terapias y buscar soluciones que no rompan la unidad y dignidad de las personas?

Como podrán comprobar los “homo sapiens” normales y sensatos no hay absolutamente nada de ofensivo en esas preguntas, que tan solo invitan a reflexionar, a buscar alternativas. Confieso que yo no habría sido tan comedido. Pero ni siquiera esto lo pueden permitir los dictadores de la perniciosa ideología de género, para los que solo existe una perspectiva, una única manera de ver la antropología humana. Y la intentan imponer en todas partes, al resguardo de gobiernos corruptos e inmorales.

El único error táctico que cometió don Pedro fue que, al componer su sermón, no tuvo en cuenta la regla número uno: la “corrección política”. Expresión ésta acuñada hace muchos más años de lo que casi todos creen, pues data del siglo pasado, de los tiempos en que comenzó a extenderse la cultura neo-marxista.

Pero bendito sea por ese olvido, intencionado o no. Lo único que lamento es la forma en que las fuerzas vivas del homosexualismo han expresado su disconformidad con las palabras del sacerdote, a saber, decorando la fachada de su casa con huevos “esclafaos”, aprovechando que están baratos. O sea, a través de una fórmula infantil de gamberrismo callejero, que deja bien a las claras el nivel mental y moral de sus autores.

Pero la cosa no queda ahí. Como resulta que en casa del herrero, cuchara de palo, la Federación de Cofradías de la localidad sí ha tenido en cuenta la “corrección política”, posiblemente por aquello de las subvenciones, cosa para la que, como ustedes saben, conviene estar a buenas con el poder local, regional o nacional. La cosa es que se han descolgado diciendo que las palabras del cura <<son desafortunadas>>. Lo que ya es un buen descuelgue, viniendo de semejante institución. Lo que me hace asegurar, con todos mis respetos, total convencimiento y tranquilidad de ánimo que, si no tenían otra opinión que dar, calladicos hubiesen estado más bonicos. Dicho con todo respeto.

¡Qué lástima que haya tan pocos don Pedros entre nuestro clérigos! Y qué pena más grande que escaseen los católicos dispuestos a seguir aquellas palabras del Maestro: <<Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia>>.

Acabamos de celebrar con todo bombo y platillo la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Pero nos veo poco dispuestos a sufrir un poco de esa pasión, enganchados como estamos a tantos becerros de oro y tanta ideología espuria que se nos ponen por delante.

Don Pedro, el cura de Tobarra lo ha hecho, y con sencillez y naturalidad. Desde aquí mi más profundo respeto y sincera admiración por este sacerdote. Y todo mi apoyo y solidaridad.

Que Dios le bendiga

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