Antonio García
He visto un vídeo con un testimonio muy interesante, sobre un asunto del que los medios de comunicación no se hacen eco. Y yo me voy a permitir comentarlo por escrito para todos ustedes, porque creo que estas cosas, interesen más o menos al público, deberían de saberse. Porque algo huele a podrido en mi reino, si me permiten utilizar la tal vez más famosa frase de una obra inmortal de William Shakespeare, puesta en boca de Marcelo, centinela de Hamlet. Solo que él se refería a Dinamarca, aludiendo a la decadencia moral de dicho reino, y un servidor a España, avalado por una realidad cotidiana que a nadie se le escapa. Algo huele a podrido en España. En nuestro país el hedor se está haciendo ya insoportable, cosa que cualquiera aprecia a poco olfato que tenga. Pero es necesario centrarse en algo para escribir un artículo, pues tratar sobre la decadencia moral y la corrupción en esta mi amada nación requeriría una enciclopedia.
Situado en la preciosa y monumental ciudad de Salamanca, se encuentra el Archivo General de la Guerra Civil Española, creado en 1999, que se formó a partir de la sección de la Guerra Civil del anteriormente existente Archivo Histórico Nacional fundado por Franco durante la contienda, y que almacena todos los documentos que no fueron destruidos o “sacados” por los vencidos al huir tras la guerra. También contiene una nutrida sección dedicada a la masonería.
Pues bien, saben ustedes que hace tiempo, la Generalidad de Cataluña pidió le fueran devueltos todos los documentos que ellos consideran de “su propiedad”. Hubo mucha oposición, pero el señor Zapatero, con nocturnidad y alevosía expolió el archivo mandando 400.000 documentos a Cataluña. Y, como es natural, aquí no pasó nada, aunque aquellos legajos contenían también información sobre otras comunidades. Algunos de esos documentos fueron destruidos. Una sentencia firme obligaba a devolverlos al Archivo Nacional de Salamanca, pero ¿la ha cumplido usted? Pues el Gobierno tampoco. Además, los actuales mandatarios han paralizado dicha devolución.
Pero la cosa está en que ahora quieren volver a las andadas y rapiñar nada menos que otros 40.000 documentos más, que contienen testimonios de todas las atrocidades cometidas por Esquerra Republicana en Barcelona. Asesinatos, torturas, las 46 checas de la ciudad y los hornos crematorios que el partido tenía en una cementera.
Lo grave de todo esto es que quieren destruir u ocultar algo que es patrimonio de todos los españoles. Expoliar un patrimonio común donde se guardan testimonios escritos de una parte de nuestra historia. Una historia que fue como fue, se pongan como se pongan. Lo que incita a preguntarnos: ¿Por qué? ¿Qué contienen esos documentos? ¿Por qué tanto afán en poseerlos? ¿Acaso no están bien custodiados en un archivo nacional, de “toda” la nación, que es donde deben estar, para la investigación, el estudio y su difusión?
Ante estas cosas, que como dije pasan desapercibidas, lo que uno se pregunta es si lo que quieren es ocultar la verdad o, al menos, una parte de la verdad que “a algunos” no interesa dar a conocer. Porque si ustedes están un poco al tanto, a nadie se le debe de escapar el esfuerzo que están haciendo las izquierdas frentepopulistas para reescribir la historia, o mejor, para inventársela de acuerdo a su gusto y ocultar una buena e importante parte de la pasada realidad. Y esto no me lo invento yo, pues está siendo plasmado en leyes, como la de la Memoria Histórica, en la que pronto vamos a tener prohibido disentir de la “versión oficial” de la Guerra Civil. Manda cojones que sea el Gobierno quien escriba la Historia –la reescriba-, dotándola de mayor autoridad fáctica que las escritas por los propios historiadores.
¿Qué nos podrían decir esos “papeles de Salamanca” que tanto afán despiertan? Los nacionalistas tienen a Lluís Companys como un mártir. ¿Querrán que desaparezca la responsabilidad de éste (alias, El Pajarito) en el genocidio de más de 9.000 catalanes que los nacionalistas y la izquierda desean olvidar? ¿O el terror revolucionario entre Julio del 36 y Mayo del 37? En la Diócesis de Barcelona se asesinaron casi mil sacerdotes, religiosos y religiosas. Se destruyeron casi quinientos templos. Hasta tal punto que Companys daba por finalizada la Iglesia Católica en Cataluña. De todo esto existen infinidad de testimonios archivados que así lo confirman. ¿Se quieren enterrar bajo una cripta catalana para examinarlos despacio y quemar los que no interesen?
Decía Stanley Payne, historiador estadounidense, experto hispanista y miembro de la Real Academia Española de la Historia que <<es extraño creer que documentos históricos puedan “pertenecer” a ciertas entidades políticas>>.
No es tema baladí, queridos lectores. Lo que allí se guarda es nuestra Historia, nuestro pasado. Y es propiedad nuestra, del pueblo español. Digan lo que digan los “papeles de Salamanca” (como así se les llamó) nos pertenecen a todos. Y esos papeles son el soporte sobre el que reconstruir los hechos que todo español debería de conocer, ya que la Historia no tiene sentido si no es Maestra. Si no nos ilumina con sinceridad y calma para aprender de los errores pasados, y poder así construir un futuro en verdadera paz y concordia. Pero, ¿a quién le interesa esto?
Es difícil encontrar la verdad, pero a veces nos es mucho más difícil desear encontrarla. Y es de todo punto imposible si antes no nos deshacemos de nuestros propios prejuicios, ofuscaciones y parcialidad.
La Historia carece de ideología, pero el expolio está servido.
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