Por Fructuoso DÃaz
Asediaron edificios públicos y comisarÃas, apedrearon a guardias civiles, golpearon a policÃas, hirieron a 431 agentes, ocuparon el aeropuerto, provocaron hechos muy graves que tensionaron la vida ciudadana y obligaron a la fuerza pública a realizar cargas y usar gases lacrimógenos ante la dureza de los altercados, que se prolongaron varios dÃas.
Hicieron una declaración unilateral de independencia de Cataluña tras un referéndum ilegal el 1 de octubre de 2017, basándose en una ley que vulneraba el propio Estatuto catalán porque la aprobación de esa ley requerÃa dos tercios de votos de los diputados, mayorÃa que no tuvo la votación parlamentaria. Realizaron el referéndum a pesar de estar suspendido por el Tribunal Constitucional, lo hicieron en contra de la decisión de la FiscalÃa del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña que ordenó incautar todo el material relacionado con el referéndum. La Comisión Europea corroboró la ilegalidad de este referéndum.
Dirigentes polÃticos catalanes inductores, organizadores y ejecutores del procés fueron detenidos, enjuiciados, sentenciados y condenados por el Tribunal Supremo, tras un proceso con todas las garantÃas. Después, fueron indultados por el Gobierno.
Hay independentistas imputados por malversación de dinero público, presuntamente utilizado para financiar actuaciones ilegales en relación con el procés, en unos casos, y también por otros motivos.
Piden quince mil millones de euros al Estado Español
Ahora, asistimos a un bochornoso espectáculo que tiñe la vida pública de perplejidad ante el chantaje que ERC y Junts exigen a Pedro Sánchez para darle los votos que faltan para su investidura. Exigen que se apruebe una ley de amnistÃa que los exonere de toda responsabilidad, con las condiciones impuestas por los propios independentistas. Según el periódico La Vanguardia, la amnistÃa beneficiarÃa a unas cuatrocientas personas. Otra condición es que la amnistÃa se extienda también a las personas imputadas por presunta comisión del delito de malversación de dinero público. Además, que se perdonen quince mil millones de euros, que es una parte de la deuda que tiene la Generalitat con el Estado Español.
Pedro Sánchez ha empezado a manifestar cierta inquietud ante las exigencias que, cada dÃa, le viene poniendo Puigdemont, el prófugo que ahora se deja ver en televisión, a cada momento, en una exhibición caudillista porque sabe que tiene la llave en su mano. Algunas fuentes del PSOE señalan que el presidente del Gobierno manifiesta ya cierta ansiedad, porque quiere cerrar cuanto antes el compromiso de Puigdemont y contar con sus votos en el pleno de la investidura, sin los cuales no serÃa investido presidente. Esa ansiedad, que se palpa en ambientes cercanos al presidente en funciones, inducen a pensar que Sánchez está dispuesto a dar a Puigdemont cuanto pida, lo que serÃa un escándalo de consecuencias impredecibles.
AmnistÃa ¿para qué? La razón de esa amnistÃa no es resolver el problema catalán, que existe desde hace siglos y su análisis merecerÃa otras entregas. Tampoco serÃa el interés nacional, es porque Sánchez necesita los votos del prófugo de la Justicia para seguir como presidente.
De aprobarse, esa amnistÃa no serÃa un punto final al problema catalán sino el inicio de un rosario de nuevas exigencias independentistas, cuyo desenlace no serÃa la convivencia.
La amnistÃa no supondrÃa solo investir al presidente del Gobierno, porque después hay todo un proceso para gobernar el paÃs, sorteando o aceptando las exigencias de los amnistiados, que no han expresado su compromiso de cesar en sus interminables exigencias; al contrario, vienen declarando que harán la autodeterminación, que están en contra de los poderes del Estado, rechazan la Constitución. La alianza con Puigdemont no tiene futuro de estabilidad.
Crisis polÃtica, social, institucional
De producirse esa amnistÃa en los términos conocidos, la crisis polÃtica, el ambiente social e institucional, la paz social, en definitiva, la vida de los ciudadanos se verÃa seriamente alterada. PodrÃamos estar en puertas de una crisis sin precedentes en la historia de la democracia española. La polarización polÃtica, el Tribunal Constitucional, Tribunal Supremo, Audiencia Nacional, el Gobierno, Congreso, Senado, los partidos con gresca aumentada, la excitación social y problemas de orden público que generarÃa esa situación serÃan inimaginables. Aprobar una ley asÃ, con los contenidos que de ella conocemos, podrÃa convertirse en el inicio de un serio enfrentamiento entre los poderes del Estado, lo que nos llevarÃa hacia el desmantelamiento del Estado de Derecho y, por tanto, de los principios que inspiran nuestra Constitución.
Indulto y amnistÃa
Escuché la semana pasada un interesante programa en una radio nacional. IntervenÃa un catedrático de Derecho Constitucional, un juez y dos magistradas. DisentÃan en determinados puntos pero en lo que sà estaban de acuerdo era en la naturaleza y alcance jurÃdico del indulto y lo que significarÃa esa anunciada amnistÃa. CoincidÃan en afirmar que el indulto no anula el juicio ni la condena, solo deja sin efecto el cumplimiento de la sentencia. El indulto perdona la pena, o una parte de ella, a la persona condenada. La amnistÃa borra las condenas que han pasado antes o después de un proceso, suprime la acción penal y también la pena, dejando sin validez la condena. Mientras que el indulto perdona la pena, la amnistÃa perdona el delito. En el indulto la persona sigue siendo culpable y no se extingue su responsablidad civil, pero en la amnistÃa la persona ya no es culpable. El indulto está contemplado en la Constitución, la amnistÃa no.
Señalaban juristas que una amnistÃa asà significarÃa que las resoluciones de los jueces, en el proceso seguido ante el Tribunal Supremo contra los independentistas, fueron contrarias a Derecho, que las sentencias de los magistrados del Supremo fueron una arbitrariedad, lo que supondrÃa un deterioro del Estado de Derecho establecido en la Constitución que, en su artÃculo 117.3 remarca la competencia exclusiva de jueces y tribunales: <<El ejercicio de la potestad jurisdiccional en todo tipo de procesos, juzgando y haciendo ejecutar lo juzgado, corresponde exclusivamente a los Juzgados y Tribunales determinados por las leyes…>>.
¿Por qué no puede el presidente hacer una declaración pública para expresar su desacuerdo con las exigencias de los independentistas y, por responsabilidad, y para no tolerar chantajes al Estado, rechazarlas? Después, convocar elecciones y ganarlas.
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