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Un pequeño mallorquín conquista California

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Un pequeño mallorquín conquista California

Por Antonio García

Situémonos primero. Como ustedes saben, el Estado de California forma parte de los Estados Unidos, situado en la costa del Océano Pacífico, ocupando la mayor longitud de dicho litoral estadounidense. Es el Estado más poblado del país, y el tercero en extensión. Posee una de las más florecientes economías de la gran nación americana y en él se encuentran las famosas -y conocidas por todos- ciudades de San Francisco, San Diego, Monterrey, Sacramento, que es su capital, Los Ángeles, donde se haya el mundialmente conocido Hollywood, etc.

Este artículo no pretende hacer un panegírico del poderoso país americano, sino más bien un canto a la genialidad española, una más de las muchas que plagan la Historia. Aunque eso si, sometiéndonos a la brevedad que impone el artículo.

El 28 de Agosto de 1784, en la Misión de San Carlos de Monterrey, moría el misionero español fray Junípero Serra, padre y fundador de California y evangelizador del Mar Pacífico. Más de dos siglos después de su muerte aquel fraile mallorquín es, después de Lincoln, el personaje en cuyo honor mayor número de estatuas se han levantado en Norteamérica. Una de ellas en el vestíbulo del mismo Capitolio de Washington.

De aquel frailecillo diminuto, que de joven “ni siquiera llegaba al facistol”, pocas cosas buenas podían esperarse. Para colmo su salud era débil y tuvo que estudiar de firme para conseguir un doctorado. Eso de luchar con coraje era muy propio suyo. Uno de sus hermanos en religión llegó a decir de él que “el padre Junípero es un santo varón, pero en esto de fundar misiones es algo pesado”. Su impaciencia civilizadora y misionera le llevaría a ser el padre y constructor de la hoy floreciente California. Y un detalle muy significativo: iba siempre a pie a construir, caminando con una de las dos piernas casi a rastras, víctima de una picadura infectada que se le abría en todas sus caminatas de centenares de leguas.

Se ha dicho que el carácter mallorquín -como en general el catalán- es una mezcla de “seny” (prudencia) y de “rauxa” (osadía). En el prólogo de la primera biografía de fray Junípero, escrita por el padre Palou, que fue su discípulo, compañero y cronista, se lee: “Mallorca es ciertamente tierra de calma y sosiego, pero cuando alguno de sus hijos la pierde, lleva la propia inquietud a las tierras más lejanas”. De Mallorca salió, cinco siglos antes Ramon Lull (Raimundo Lulio), que con su inquietud misionera e intelectual conmovió a toda la Edad Media y es todavía objeto de análisis en las cátedras universitarias –por ejemplo, en Alemania-, dedicadas a la investigación y la enseñanza.

Miguel José Serra y Ferrer, que es su verdadero nombre de pila, fue hijo de una modesta familia de canteros y agricultores. Su brillante vida académica y profesión religiosa no la podemos relatar por falta de espacio, pero diremos que pronto sintió el deseo de pasar a las Indias para predicar el Evangelio a los nativos. En 1749 consiguió permiso de sus superiores para ser enviado a Méjico, acompañado de varios hermanos de religión. La llamada Baja California, donde se encuentra Veracruz, puerto de arribo de fray Junípero, pronto pasó a formar parte del territorio mejicano tras la guerra de la independencia de Méjico, que puso fin al dominio español en los territorios de Nueva España, virreinato que abarcaba gran parte de América Central, la mayor parte de Estados Unidos y otras zonas. Pero hemos de abreviar.

Cuando los Jesuitas fueron expulsados de la denominada Nueva España, el 25 de junio de 1767 (reinando Carlos III) las misiones que habían fundado en la Baja California pasaron a los franciscanos, siendo designado fray Junípero presidente de ellas. Y cuando el Gobernador se encargó de la tarea de establecer una colonia española en la Alta California (EE.UU), para prevenir la ocupación extranjera en aquella zona, allá que se apuntó fray Junípero. Por cierto, la expedición se montó con voluntarios catalanes, un grupo de soldados regulares, uno de marinos y uno de franciscanos encabezados por nuestro personaje. Después de innumerables peripecias, el 16 de julio de 1769 fray Junípero Serra colocó una cruz en San Diego de Alcalá (hoy San Diego), y posteriormente otra en Monterrey, fundando dos nuevas misiones. Tras ello, los franciscanos fueron los encargados de la colonización de la alta California, dejándolo todo en sus manos. En octubre de 1776 fundó San Francisco, en honor al santo de Asís. Así nació, plantada por aquel infatigable fraile mallorquín, una de las más brillantes y dinámicas ciudades del mundo en la actualidad.

Y de esta manera, aquel que en su juventud “no daba la talla” en lo físico, sembró en la costa del pacífico un verdadero rosario de misiones que, al cabo de unos años, se convertirían en pueblos y ciudades.

A los indios que aceptaban la misión, además de transmitirles la fe en Cristo, se les daba clases de español, se les enseñaba a arar los campos, a cuidar el ganado, a fabricar vino… y, en el caso de las mujeres, a tejer y a cocinar.

Los modernos tontos ideologizados, que todavía se empeñan en atizar el fuego de la “Leyenda Negra” antiespañola deberían saber que las misiones en América tuvieron un profundo sentido civilizador y cristianizador.

Todavía hoy, fray Junípero y los padres misioneros son recordados con gran cariño en las tierras de California.

 

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