Por Cristina Tomás
Estimado Director:
Me dirijo a usted, para compartir una situación que, como profesional y como persona, me está generando un profundo sentimiento de incomprensión y desamparo. Trabajo como enfermera en el servicio de Urgencias del Hospital de Hellín dependiente del SESCAM, y recientemente solicite un permiso sin sueldo por un periodo de 15 días que me ha sido denegado.
No tengo hijos ni progenitores vivos, por desgracia. Mi realidad como la de otras muchas se aleja de los modelos familiares tradicionales.
El permiso sin sueldo era, en mi caso, la única opción disponible para poder atender una necesidad personal urgente sin dejar de cumplir como siempre lo he hecho, con mis responsabilidades laborales.
La negativa a concederlo me hace sentir invisible, dentro de un sistema que parece contemplar solo determinadas situaciones como dignas de flexibilidad ¿acaso solo quienes tienen cargas familiares visibles merecen consideración? ¿Dónde queda el cuidado de la salud mental y emocional de quienes sostenemos también, en silencio, otras formas de carga?
Trabajo en urgencias, un entorno excelente y vocacional, donde cada día entrego lo mejor de mi misma.
Solo pedía 15 días, sin sueldo para reorganizar mi vida y poder continuar rindiendo con la entrega que mi profesión exige.
Con esta carta no busco confrontación, sino reflexión, porque el sistema público, del que formo parte también, deberían de cuidar a los que los sostienen y eso implica reconocer que las necesidades personales no siempre vienen acompañadas de hijos o familiares a cargo, existen también otras realidades.
Atentamente
Cristina Tomás Vera