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Tiempo de vendimia, el vino de Campos de Hellín se gana su sitio con sabor y esfuerzo

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Tiempo de vendimia, el vino de Campos de Hellín se gana su sitio con sabor y esfuerzo

En los viñedos de Tobarra y Hellín, la vendimia 2025 avanza entre sol, tierra y tradición

La Cooperativa de Tobarra y la bodega ecológica de Ramón Izquierdo encarnan la lucha de una comarca por consolidar su identidad vitivinícola en el mapa nacional.

La tierra ya habla en racimos. En los campos de Hellín y Tobarra, el mes de septiembre ha traído consigo el ritmo imparable de la vendimia. Cada corte de tijera, cada remolque lleno de uvas Monastrell, cada pisada en el polvo seco de los caminos, compone el retrato de una comarca que no solo cultiva vino, sino también un relato de esfuerzo, orgullo y sabor propio.

En esta campaña 2025, la calidad de la uva está marcando un punto de inflexión, y tanto grandes estructuras cooperativas como proyectos familiares están empezando a recoger los frutos —literal y simbólicamente— de años de apuesta por la sostenibilidad, la diferenciación varietal y el respeto al terruño.

Una vendimia marcada por el equilibrio

La climatología de este año ha sido favorable para la uva: una primavera húmeda, seguida de un verano cálido con excesos extremos, ha favorecido una maduración progresiva. La Monastrell, variedad reina de la zona, llega a bodega con excelente equilibrio entre azúcar y acidez, buena sanidad y un grado alcohólico idóneo.

Desde los viñedos más altos de Tobarra hasta las parcelas ecológicas que rodean Hellín, la vendimia 2025 se presenta como una de las más prometedoras de los últimos cinco años, aunque con un ligero descenso en volumen respecto a 2024.

Tobarra: la fuerza de lo colectivo

En la Cooperativa Nuestra Señora de la Encarnación, fundada en 1964, más de 400 socios viticultores participan activamente en la campaña. La entidad gestiona unas 2.500 hectáreas de viñedo, y su modelo combina tradición con innovación.

“Estamos apostando fuerte por vinos de parcela, por identificar zonas altas y cepas viejas que nos den algo único”, explica un técnico de la cooperativa.

Sus marcas, como Ribera Alta del Mundo o Señorío de Tobarra, han ido consolidando una presencia creciente en mercados nacionales e internacionales, especialmente en formato bag-in-box y tinto joven. Pero también están surgiendo vinos con crianza y carácter diferencial, que buscan posicionar a Tobarra no solo como zona de volumen, sino de valor.

Bodega Ntra. Sra. de la Encarnación. Bodega Ntra. Sra. de la Encarnación.

Ramón Izquierdo: vino con raíz y conciencia

En Hellín, el proyecto de Ramón Izquierdo encarna la otra cara del vino local: la de pequeña escala, producción limitada y profundo compromiso con lo ecológico. Sus viñedos se cultivan sin herbicidas, la vendimia se realiza a mano y cada botella busca reflejar la singularidad del entorno.

El Monastrell Ecológico 2022, elaborado bajo la D.O. Jumilla, ha captado la atención por su autenticidad y equilibrio. Para esta campaña, Izquierdo se muestra optimista:

“Este año la uva viene con mucha concentración. Vamos a poder trabajar un vino honesto, con estructura.”

Además, como novedad, el bodeguero prepara para 2025 una elaboración de Pie Franco, a partir de viñas que conservan la raíz original de la cepa, sin injerto. Una apuesta que refuerza la autenticidad del proyecto y que añade valor enológico a su propuesta ecológica.

Su trabajo está atrayendo cada vez más interés en círculos especializados que valoran el origen, la trazabilidad y la pureza varietal.

Vino Ramón Izquierdo. Vino Ramón Izquierdo.

Entre tradición, identidad y futuro

Campos de Hellín empieza a definir su lugar en el panorama vitivinícola español no por volumen, sino por singularidad. Las nuevas generaciones de viticultores y bodegueros están entendiendo que competir en el mercado no se basa en hacer más vino, sino en hacer mejor vino.

La combinación de elementos es clara: una variedad autóctona potente como la Monastrell, un clima muy exigente pero generoso, y un capital humano que ha sabido adaptarse sin perder sus raíces.

Mientras los racimos siguen llegando a las tolvas, mientras los depósitos fermentan en silencio y los tractores van y vienen por caminos de tierra, el vino de Campos de Hellín se está ganando su sitio. Lo hace con sabor, con esfuerzo, y con una verdad que no necesita grandes etiquetas: la de una tierra que nunca ha dejado de trabajar.

Y en este tiempo de vendimia, donde todo comienza de nuevo, Hellín y Tobarra levantan su copa para brindar no solo por una buena cosecha, sino por un futuro que ya empieza a saborearse.

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