Rafael Fernández Guerrero, llenó de emoción a los espectadores que abarrotaron el templo de la Asunción con un pregón que fue un digno preámbulo de la Semana Santa de HellÃn.
“Mi nombre es Rafael, para muchos, ‘Rafa Ismael’. Hijo de hellineros; Manolo Fernández y Pilar Guerrero. Mi abuelo Ismael puso tienda en este su pueblo a principios del siglo XX. En el Rabal nacà y desde niño, en sus balcones, conocà con detalle nuestras procesiones y nuestros tambores.
Soy como mi padre fue, cofrade de la Hermandad de la Virgen de los Dolores, ‘La Dolorosa’. También lo fui de la Virgen del Dolor. A mis hijos, los inscribà en ‘La Dolorosa’ antes que en el Registro.
No soy un virtuoso del toque del tambor, no he sido el nazareno más disciplinado, seguro que no he sido el mejor costalero.
Pero, con tres años empecé a ocupar mi puesto en las filas de ‘La Dolorosa’ y con catorce me estrené de costalero el Miércoles Santo, a los dieciséis portaba tres dÃas a ‘La Dolorosa’ y uno, el jueves, junto a Juan Muñoz, Avilés y mi hermano José Ismael, lo hacÃa con Nuestro Padre Jesús de la Misericordia.
Sin embargo, les aseguro que, para mÃ, sà que he sido el mejor, porque dejando a un lado la humildad, siempre que me he puesto la túnica, mis sentidos se han concentrado en el orgullo de ser nazareno. He sido y soy nazareno, pertenezco a un grupo privilegiado de personas que conformamos hermandades con todo lo que ello conlleva y además soy costalero y cada vez que mis jefes de turno me ponen bajo el trono, por mis venas se renueva la sangre y aún vivo con orgullo cada levantada”.
Con estas palabras, y que me perdone mi amigo Rafa Ismael, que no corresponden al inicio, me he tomado la licencia de comenzar mi compleja reseña de su extenso pregón, por creer que las personas que lo lean tendrán un conocimiento más completo de quien fue el señor mayor que les tuvo más de una hora el pasado sábado, dÃa 16 de marzo, pendientes de sus palabras que les dirigÃa desde el altar mayor del templo de Ntra. Sra. De la Asunción de nuestro pueblo.
El pregonero habÃa iniciado sus palabras remontándose a los años 60 del siglo pasado, cuando los primeros tambores se empezaban a dejarse oÃr en la mañana del Viernes de Ceniza, y para cumplir ese compromiso habÃa realizado dos importantes fichajes: Melisa Pedrosa, la más completa tamborilera y la Unión Musical “Santa Cecilia”, que le dieron a sus palabras los redobles y acordes necesarios en los momentos oportunos.
AsÃ, tras las palabras correspondientes y necesarias en este tipo de actos, y los bien elegidos versos de Benedetti, Rafa Ismael inició un largo, larguÃsimo recordatorio, donde pocos personajes se escaparon de la voracidad de su memoria y que inició con Juan Fajardo “Peteneras” con aquello de “No busques al pregonero de nuestra Semana Santa, que son sus propios tambores los voceros que la cantan”.
Después, llegaron los maestros imagineros, José Zamorano, Rafael Millán, Paco Caza, Alejandro Barra; poetas, Mariano Tomás López, Tomás Preciado, Juan Andújar Balsalobre, cronistas oficiales, Estrambasaguas, Antonio Ruescas, Emiliano MartÃnez, Antonio Moreno o pintores como Antonio Luzgardo, José Reolid o Diego Expósito.
Tampoco faltaron otros elementos propios de estos dÃas donde no podÃan faltar bandas de música con sus componentes y personajes más destacados y peculiares, como hemos dicho con anterioridad una larga lista para la que no tenemos el espacio suficiente para nombrarlos. Una lástima.
Lo que no podemos obviar en esta crónica son las palabras que el autor a continuación dedicó a la familia Barra GarcÃa:
“Y empecé de nuevo el recordatorio de forma más selectiva y en mi memoria viva, la familia Barra GarcÃa. La imagen de Pilar aparece entre aquello que fue mÃo y no lo supe, su negra túnica tamborilera ajustada en la cintura por un bordón y la verde con la que se ponÃa bajo el trono del ‘Paso Gordo’. Cuánta razón tenÃa Cicerón: ‘La vida de los muertos es la memoria de los vivos’.
A ella, Pilar MarÃa, dedico este desordenado pregón. Gracias Pilar por lo mucho que nos diste, te fuiste sin despedirte, quizá porque nunca te has ido y gracias, Alejandro y Mari Sol, por habernos dejado este ramillete de hellineros comprometidos con nuestro pueblo y con su Semana Santa”.
Continuó Rafael Fernández Guerrero con su ardua labor en esta la última pero más compleja fase de su tarea, que si él mismo ha autocalificado su pregón como desordenado y anárquico, ¿qué podrá decir de esta crónica?, pero es lo que hay.
Y esta parte, asimismo la más descriptiva, la inició como hizo al principio, con los primeros toques de tambor un Miércoles de Ceniza y un recuerdo al Teatro Victoria:
“Este miércoles, en el teatro, que mi tÃo Pepe Guerrero, hermano de mi madre, construyese hace 75 años para su pueblo y que lleva el nombre de mi abuela Victoria, presentadoras o presentadores dan a conocer los carteles y las revistas de las asociaciones de la Semana Santa de HellÃn en una espléndida Gala”.
Después llegará, Viernes de Dolores, el verdadero preámbulo de la Semana Santa y aquà el pregonero comienza a relatar lo que significan estos dÃas para los hellineros en general y para él en particular, que, como un verdadero D. Quijote, siempre acompañado de su fiel escudero, Alejandro Barra, “JandrÔ para los amigos, nos cuenta sus vivencias de estos ocho dÃas en una versión que estamos seguros quedará como una de las más completas y fidedignas que hasta la fecha se ha hecho pública de la Semana Santa de HellÃn.
En ella no faltan detalles, ceremonias, costumbres, situaciones, sentimientos, personajes, apodos, un compendio que no deberÃa caer en el olvido.
Rafael también quiere destacar la solidaridad de los hellineros al asegurar que “Todo el que llegue puede incorporarse a la fiesta e iniciarse al toque del racatapla. No hay reglas, no hay fórmulas prescritas, no hay tambores iguales, y cada grupo toca aquello que considera oportuno…”, como también el carácter colectivo de la fiesta por ello “tambores y procesiones son inseparables y aquÃ, otro milagro de nuestra compleja Semana Santa: a pesar de los pesares, la religiosidad y la fiesta pagana consiguen la comprensión y la compatibilidad al margen de cualquier razón”.
Para ir terminando, Rafael Fernández vuelve a recurrir a los poetas hellineros. Primero a Tomás Preciado y su tierna “Canción de Cuna con tambor”, para completar con un hermoso poema de Juan Andújar Tomás, dedicado a La Dolorosa.
Sus últimas palabras son para describir los momentos más alegres de la fiesta hellinera: la procesión del Domingo de Resurrección subiendo hacia el templo de la Asunción con las bandas tocando sus piezas más alegres; las despedidas de las imágenes en las escaleras de la iglesia; el desfile de las bandas por el Rabal, con el trono de La Virgen de Las Penas a ritmo de pasodoble y al grito de “guapa, guapa y guapa”:
“Yo, humildemente he cumplido mi compromiso, lo he hecho con todo mi respeto a las tradiciones y manifestando algún deseo. Esta es, una Semana Santa, la que yo conozco y me apasiona, de la que tan orgulloso me siento, la que me enseñaron mis padres a los que he echado muchÃsimo de menos en la elaboración de este Pregón. Ahora el momento es de ustedes; vengan a mi pueblo a disfrutarla, les aseguro que por su complejidad es difÃcil de describir, pero por su belleza y su amabilidad es muy fácil de ser vivida.
Gentes de fuera y de aquà les esperamos en esta singular fiesta.
¡¡Viva la Semana Santa de HellÃn!!”
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