
Fructuoso DÃaz
Fue mi profesora de Matemáticas en bachillerato, como lo fue de varias generaciones de estudiantes hellineros en la Academia del Rosario, CompañÃa de MarÃa y la entonces Sección Delegada del Instituto Mixto que luego serÃa el IES Melchor de Macanaz.
Nació en Lorca el 2 de octubre de 1932. Cursó los estudios primarios en el colegio Sagrado Corazón y el bachiller en el instituto de Lorca. Estudió FÃsica y QuÃmica en la Universidad de Murcia y llegó a HellÃn en 1955, el mismo año que se casó con el abogado José RamÃrez de Arellano, quien serÃa alcalde de HellÃn en la primera mitad de la década de los 70. Aquà vivió casi 25 años y nacieron sus siete hijos: Amparo, Conchi, José, Carmina, Jesús, Francisco y MarÃa. En 1979 la familia trasladó su residencia a Murcia y Carmina se incorporó, como catedrática de Matemáticas, al instituto Alfonso X el Sabio de la capital del Segura.
Estuve más de una vez en su casa de HellÃn, en el piso del edificio de Gran VÃa. Recuerdo la visita en aquella tarde del 20 de diciembre de 1973. Esa mañana, el presidente del gobierno, almirante Carrero Blanco, habÃa sido asesinado por la banda ETA. Quedé con el alcalde, Pepe RamÃrez de Arellano, porque unos meses antes habÃa empezado mis tareas informativas para La Verdad Albacete-Murcia al frente de la CorresponsalÃa de HellÃn. Quise entrevistar a la primera autoridad municipal para recoger sus impresiones personales y polÃticas a la vista del acontecimiento ocurrido horas antes en Madrid. Carmina estaba allÃ. Me recibió con la galanura, elegancia y con esa cercanÃa humana que la acompañó durante toda su vida: <<… No os quedéis en el despacho, estaréis más cómodos aquÃ…>>. Nos situó en los sillones del salón, en ambiente más familiar, y ella, conocedora del motivo de mi visita, se dirigió a otra dependencia en evidente gesto de prudencia femenina.
Desde muy joven, Carmina tuvo la clarividencia de entender lo que es esencial en la vida, lo que tiene verdadera importancia. Por eso, eligió una de las profesiones más hermosas de cuantas podemos enorgullecernos: la enseñanza. Carmina no podÃa vivir sin sus alumnos. Necesitaba hablar con ellos y con sus compañeros profesores, con los padres, a quienes daba los más atinados consejos y orientación para sus hijos. Catedrática de Matemáticas, Carmina fue, sobre todo, maestra de una humanidad sin lÃmites. Con tanta fuerza afloraban sus sentimientos y tan inmensa era su generosidad que vivÃa para los demás. Su capacidad de trabajo, vitalidad y locuacidad eran arrolladoras. Mujer resolutiva, excelente compañera de sus compañeros y comprometida profesional que, a pesar de tener la edad legal para jubilarse, no lo hizo hasta los 67 años. Más aún, ya jubilada, acudÃa a su instituto para seguir trabajando desde la SecretarÃa y colaborando con los profesores. Carmina fue mi profesora de matemáticas y también lo fue de mi hija en el último curso de bachillerato.
Vivió para enseñar, nos regaló el ejemplo de su inmensa capacidad de trabajo y su compromiso con la sociedad. Quienes fuimos alumnos suyos no la recordaremos solo como excelente profesora, enamorada de su profesión, también como persona entrañable que supo infundir en los demás el espÃritu de la superación y los valores humanos. Personas como Carmina hacen grande y dignifican la función pública y la labor educativa.
En su vida familiar fue mujer inmensa. HabÃa aprendido y metido en sus entrañas eso que decÃa Jane Eire:<<No hay mayor felicidad que ser amado por quienes te rodean y notar que tu presencia contribuye a su alegrÃa>>. Carmina sentÃa un gozo arrollador cuando reunÃa en su casa para comer o celebrar algún acontecimiento a varias decenas de personas queridas: hijos, nietos, yernos, nueras… Todo lo organizaba Carmina, hasta el más mÃnimo detalle no pasaba inadvertido para ella. Su capacidad humana hacÃan que todo resultara fácil. No se quejaba de nada, a todo encontraba soluciones. Era una mujer sufrida y activa al mismo tiempo.
En su vida social, amiga de todo el mundo, se reveló como empedernida viajera, se ha recorrido los cinco continentes. Amante del deporte y forofa del Atlético de Madrid, también el baloncesto y tenis estuvieron en el horizonte de sus aficiones deportivas.
MarÃa del Carmen Sánchez Méndez, que era el verdadero nombre de Carmina, murió en su casa de la avenida Alfonso X el Sabio, en Murcia, el pasado martes, dÃa 20 de abril, a las dos de la madrugada. Nos deja su palabra amiga, generosa, y el regalo de su corazón.
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