El Faro de Hellín

Si faltaba algo en este enrevesado e increíble panorama político, social y económico que sufre este país que nos ha tocado vivir, y que algunos se empeñan en que nunca sea una nación sin continuos altibajos y sin tener atisbos de templanza, cordialidad y confianza, aparece la Iglesia Católica, que no quiere perder comba, y hace lo que sea necesario para no perder ese lugar de preferencia y privilegios que desde los tiempos de los Reyes Católicos mantiene.

En esta ocasión, el primer paso, que muchos echaban de menos, lo dio el presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), el arzobispo Luis Argüello, en unas declaraciones al diario madrileño ABC, donde pedía un adelanto electoral, y añadía que, tras destaparse la posible implicación del secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, en el escándalo de las corrupciones por el amaño de licitaciones de obras públicas, aseguró:
“Ver al presidente del Gobierno pidiendo perdón es un gesto humanamente reconocible, pero políticamente irrelevante”, señalando como salida más oportuna la convocatoria de comicios.

No tardó en darle su apoyo el secretario en la CEE y portavoz de los obispos, César García Magán, una de las voces más críticas con el Gobierno socialista, que con sus palabras lanzó un escrito que encabezaba como “Cáncer de la democracia”:
“Las elecciones es lo que conviene a España por encima de los intereses de los partidos”.
“La corrupción —continuó— es uno de los cánceres de la democracia y mina sus pilares. Hace perder la credibilidad y es una entrada peligrosísima a situaciones de autoritarismo”.

Tampoco se hizo de rogar Félix Bolaños, ministro de la Presidencia del Gobierno de Pedro Sánchez, con una carta que envió al arzobispo Luis Argüello, en cuyo texto recordaba el apoyo que la Iglesia Católica de este país había dado al PP y a Vox en temas como el aborto o el matrimonio igualitario, y no dijesen ni pío en el caso Gürtel:
“Puedo entender también que la Conferencia Episcopal desee un cambio de Gobierno para que los casos sobre la reparación de las víctimas de los abusos en el seno de la Iglesia o la tipificación como delito de las llamadas ‘terapias de conversión’ sean más fáciles de abordar para ustedes o no se aborden en absoluto”.

Tras este intercambio de pareceres, hubo opiniones para todos los gustos, como recoge Julio Núñez en su artículo subtitulado
“El Gobierno cree que la propuesta de la Conferencia Episcopal evidencia su comunión espiritual y política con la derecha”, publicado en el diario El País, entre ellas la realizada por Luis Ángel Aguilar, secretario de la Coordinadora de Comunidades Cristianas Populares, que lamenta que Argüello “se alinee con los planteamientos del PP y Vox”, mientras que el profesor de la Universidad Pontificia de Comillas, el sociólogo Fernando Vidal, indicó que:
“Lo más útil para España sería que la Iglesia Católica cumpliera el papel de apaciguadora, no polarizar más, defender la verdad contra los bulos y mentiras en la opinión pública”.

El periodista finaliza su artículo con un párrafo caliente:
“La relación entre la Conferencia Episcopal y el Gobierno de Pedro Sánchez ha sido un constante choque de sables en temas como la ley trans, terapias de conversión a homosexuales, las inmatriculaciones y, especialmente, la gestión del escándalo de la pederastia eclesial. Con las declaraciones de Argüello y Magán, la cuerda se ha tensado hasta el límite.”