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“Una Iglesia pobre y para los pobres”

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“Una Iglesia pobre y para los pobres”

Conchi Catalán

Este era el deseo del Papa Francisco.

Ojalá que sus pensamientos, no queden en una utopía…

El cardenal Jorge Mario Bergoglio (Papa Francisco) acaba de morir, pero sin duda, su legado de aire fresco renovador y su personalidad cercana, solidaria, generosa y dialogante quedarán para siempre en los anales de la Iglesia Católica.

No hace falta ser un experto o experta en temas vaticanos para valorar desde nuestra conciencia como católicos o simplemente como seres humanos, la labor de este hombre bueno y sencillo que, con el Evangelio como guía, ha puesto en el centro de su misión la defensa de la dignidad de toda vida humana.

Con su estilo campechano y accesible, alejado de formalismos y protocolos, tan característicos en la Institución, Francisco ha representado una Iglesia que sale al encuentro de los excluidos, de los más vulnerables, de los que no cuentan, en una sociedad egocéntrica e intolerante.

Esta es la Iglesia en la que creo y la que verdaderamente representa a Jesús de Nazaret…

Por esa Iglesia, este Papa Francisco, dedicó sus esfuerzos, puso todo su empeño en abrir ventanas, en curar heridas y en limpiar espacios, pero, como decía Don Quijote: “Con la Iglesia hemos topado, amigo Sancho”, pues esta actitud reformadora y aperturista, le acarreó muchos obstáculos y enemistades, incluso dentro de la propia Iglesia.

Verdaderamente, la Iglesia Católica estaba y está necesitando voces y actitudes que, como las del Papa Francisco, hagan posible la transformación de una institución cerrada y anquilosada, que muchas veces no conecta con la gente, en una Iglesia activa que busca incansablemente la justicia social.

Desde el principio de su pontificado, Bergoglio ya quiso desligarse del lujo y la opulencia, renunciando a vivir en el Vaticano – todo un gesto –  y qué decir de su lucha contra los abusos sexuales a menores, esa lacra silenciada durante tantos años desde las altas esferas de la Iglesia y por la que dijo sentir “VERGÜENZA” o el respeto al amor entre personas del mismo sexo con aquella frase inolvidable de “Quién soy yo para juzgar” …y tantas y tantas actitudes, respuestas, ideas y frases que, dejan bien claro todo lo que este Papa quiso hacer y lamentablemente no pudo   debido a presiones varias…

Sin embargo, su pontificado, ha supuesto (quizá no tanto en el fondo como en las formas) un giro notable en el rumbo de la Iglesia Católica, para la que tiene que ser un referente, si realmente quiere afrontar los desafíos de la sociedad en la que vivimos.

La Iglesia católica pierde 280.000 creyentes cada año (según una encuesta del diario Público). El mundo necesita una Iglesia que haga “creíble y deseable vivir el cristianismo en pleno siglo XXI” y esto tiene mucho que ver con el importante desempeño de su labor social y en general con una actitud efectiva y transformadora “que no se quede en palabras, sino que se traduzca en acciones que cambien vidas y comunidades enteras”, que conecte con los problemas de la gente, que vaya abandonando actitudes arcaicas y obsoletas, que sea transparente ante la corrupción. Una Iglesia humilde y acogedora, despegada de lujos y privilegios jerárquicos, una Iglesia “con las puertas abiertas para acoger A TODOS” y especialmente atenta a las múltiples pobrezas de nuestra sociedad.

Francisco predicó con su ejemplo. Esperemos que su sucesor siga su estela y su testimonio y no suponga un camino de retroceso.

 

 

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