Por Sol Sánchez
No me gusta hablar de PolÃtica, un tema que deberÃa ser el pan de cada dÃa, puesto que forma parte de lo más importante dentro de las sociedades y los ciudadanos, deberÃamos estar familiarizados con este tema. Pero ocurre, que hablar de PolÃtica en este paÃs no es gratis. Las palabras nos posicionan inmediatamente. Se nos crea una etiqueta de por vida y para colmo, salen enemigos por debajo de las piedras. ¡No, definitivamente, no me gusta hablar de PolÃtica!
De todas formas, creo, que en estos dÃas, en los que todos conocemos muy bien cómo funcionan los Partidos, lo que deberÃamos cuestionar es a los ciudadanos.
Nos llevan a las urnas, cada tres por dos y allà estamos. Votamos. Pero… ¿Qué votamos? No se trata de ser fieles, durante toda una vida a unas siglas. Se trata, de ser ciudadanos coherentes. Españoles, a los que llegados este momento, lo que deberÃamos dar, es un voto a la Dignidad. Un valor que se ha perdido. Que brilla por su ausencia en muchos de los PolÃticos que nos representan y en muchos de los ciudadanos que votan. Dignidad, es elaborar un programa y cumplirlo. Dignidad es, no votar a personas corruptas, que nos han robado, que se rÃen ante nuestra cara, defendiendo lo indefendible. Y sabemos, que, excepto en alguno, que yo sepa, en todos los partidos, hay casos de corrupción.
Vivimos en un paÃs, en el que hay que cambiar muchas cosas: leyes electorales injustas, votos cautivos, promesas falsas sin castigo por los electores, control de la Justicia y los medios de comunicación, pero principalmente, lo que se debe regenerar es la mirada sesgada de la ciudadanÃa. Es la base de todo. Son los cimientos, que mantienen la obra. Debemos dejar de ser tÃteres. Votar con criterio propio y sobre todo, no dejarnos arrastrar por mentiras, por los mismos de siempre, aquellos que amparan a los ladrones de turno.
Supongo que estas ideas, son una utopÃa. No habrá grandes movimientos, que se nieguen a depositar el voto, mientras todo siga igual. Seguiremos sacándonos los ojos en las barras de los bares, defendiendo a esos partidos que consideramos nuestros, simplemente porque nuestros padres los votaron. Pero hay otra opción. Una papeleta que me encantarÃa encontrar, y quizá se encuentre, si sabemos mirar, en los Colegios Electorales.
¡El Voto por la Dignidad!
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