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Un año más, un Miércoles de Ceniza menos

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Un año más, un Miércoles de Ceniza menos

El Espectador

Un año más, el pasado Miércoles de Ceniza, la Semana Santa de Hellín hacía su primer llamamiento general a los hellineros para que se concentraran a su alrededor, y lo hacía, como no podía ser de otra manera, a toque de cornetas y tambores, para que la emoción que esta fiesta despierta en la mayoría, no tardarse en saltar con toda su dimensión.

Allí, en el magnifico templo de Nuestra Señora de la Asunción, esta vez con un alcalde de estreno, Ramón García, aunque ya con amplia experiencia en estos actos, por su dilatada carrera política local, acompañado por dos colegas provinciales, Santiago Cabañero y Juan A. Ruiz, en representación de la Diputación y la Junta, comenzaban las alocuciones que no tenían mayor objetivo que mostrar al pueblo llano cuales iban a ser los carteles que en esta ocasión representarían la fiesta de Hellín por todos los ámbitos.

Y comenzó el acto con las palabras de la presentadora, Llanos García, que, como en otras ocasiones, justas y necesarias, para dar paso a los presidentes de las asociaciones.

En primer lugar Fernando Picornell, tan imaginativo como siempre, y con la espina de no haber conseguido pasar a la historia con el frustrado Record Guiness bajo el brazo, pero ya con otros proyectos a nivel internacional, claro está. Por su parte Francisco Juárez, con su mesura de siempre, y con las frases idóneas para este tipo de actos, donde su principal objetivo era el agradecimiento a todos los que habían colaborado en que sus proyectos, otro año más, llegaran a buen puerto.

Tambor y Redoble
Ginés Lozano, llevó a cabo la presentación de la revista “Tambor”, donde, en honor a la verdad, de su contenido habló poco pero bien, aunque sus palabras, donde asomaba una fina ironía, no dejaron de interesar a los asistentes, por su emotividad, cercanía y brillante entrelazo.

El acto continuaba y Francisco Javier Jiménez, “un joven de la Casa”, llegaba al escenario para presentar la revista “Redoble”, y lo hacía volcándose en elogios encendidos hacia esta publicación que calificó como “un sueño hecho palabra”, “publicación cultural estrella en Hellín por derecho propio”, anunciando que su destino era ser “el libro de cabecera de todo buen cofrade”.

De todos los artículos y fotografías editadas, el presentador quiso hacer una significación especial al  referente a la querida figura del sacerdote fallecido, Victoriano Navarro.

El cartel desolado

Y llegaban los momentos más esperados de la noche: la presentación de los carteles elegidos por las asociaciones, primero él de las Peñas de Tamborileros. La obra del pintor murciano, Manuel Rodríguez, que aterrizaba con dos murmullos ante el expectante público, el primero de admiración ante la presencia de Gloria Santoro, y después, tras su palabras elogiosas al autor del cartel, de cierta decepción, que se ha visto reflejada en una enconada polémica en las inevitables redes sociales.

La presentación del cartel de la Semana Santa de 2016, tuvo un preámbulo que elevó la fiebre semanasantera del templo, primero con la voz de Ana González Tomás, cantando a la Virgen de las Angustias, cuyo paso, obra excelsa del escultor Víctor de los Ríos, situada en el centro del Altar Mayor, ya había sido descubierto, con todo el dramatismo que trasmite, mientras se proyectaba un video pleno de pasión y tragedia.

Herminio Duarte, hombre totalmente vinculado a la Cofradía protagonista, salía con la emoción a “flor de piel”, tras lo que había vivido unos minutos antes. Hizo un relato lleno de sentimientos sobre lo que cada año respiraba en la noche del Viernes Santo.

Duarte llamaba al autor del cartel, Ángel Ruiz, calificado por el presentador como “un montaje fotográfico, sobrio, equilibrado, de perfectas proporciones, que ha sabido resaltar la esencia, sin olvidar ningún detalle”, y juntos levantaron la tela, que guardaba un trabajo que llamó poderosamente la atención de los espectadores.

Así llegábamos al último capitulo, la intervención de los políticos, que, un año más, sean del signo que sean, repartían los típicos tópicos, mientras el templo, poco a poco, iba quedándose vacio.

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